jueves, 26 de marzo de 2009

Entre Bukowski en una esquina europea y hipsters

He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa, cabezas de ángel abrasadas por la antigua conexión celestial al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, quienes pobres y andrajosos y con ojos cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos con agua fría flotando a través de las alturas de las ciudades contemplando el jazz... (De Aullido, de Allen Ginsberg)





"Aftermath: The Philosophy of the Beat Generation", by Jack Kerouac, Esquire magazine, March 1958

"The Beat Generation, that was a vision that we had, John Clellon Holmesand I, and Allen Ginsberg in an even wilder way, in the late forties, of ageneration of crazy, illuminated hipsters suddenly rising and roamingAmerica, serious, bumming and hitchhiking everywhere, ragged, beatific,beautiful in an ugly graceful new way--a vision gleaned from the way wehad heard the word 'beat' spoken on streetcorners on Times Square and inthe Village, in other cities in the downtown city night of postwarAmerica--beat, meaning down and out but full of intense conviction--We'deven heard old 1910 Daddy Hipsters of the streets speak the word that way,with a melancholy sneer--It never meant juvenile delinquents, it meantcharacters of a special spirituality who didn't gang up but were solitaryBartlebies staring out the dead wall window of our civilization--thesubterraneans heroes who'd finally turned from the 'freedom' machine ofthe West and were taking drugs, digging bop, having flashes of insight,experiencing the 'derangement of the senses,' talking strange, being poorand glad, prophesying a new style for American culture, a new style (wethought), a new incantation--The same thing was almost going on in thepostwar France of Sartre and Genet and what's more we knew about it--Butas to the actual existence of a Beat Generation, chances are it was reallyjust an idea in our minds--We'd stay up 24 hours drinking cup after cup ofblack coffee, playing record after record of Wardell Gray, Lester Young,Dexter Gordon, Willie Jackson, Lennie Tristano and all the rest, talkingmadly about that holy new feeling out there in the streets- -We'd writestories about some strange beatific Negro hepcat saint with goateehitchhiking across Iowa with taped up horn bringing the secret message ofblowing to other coasts, other cities, like a veritable Walter thePenniless leading an invisible First Crusade- -We had our mystic heroesand wrote, nay sung novels about them, erected long poems celebrating thenew 'angels' of the American underground--In actuality there was only ahandful of real hip swinging cats and what there was vanished mightilyswiftly during the Korean War when (and after) a sinister new kind ofefficiency appeared in America, maybe it was the result of theuniversalization of Television and nothing else (the Polite Total PoliceControl of Dragnet's 'peace' officers) but the beat characters after 1950vanished into jails and madhouses, or were shamed into silent conformity,the generation itself was shortlived and small in number."

lunes, 23 de marzo de 2009

Factótum

¿Crees que ya has pagado por tus pecados?

Mickey Rourke:
Aún no. Estoy en ello. Es un trabajo diario. Para empezar tengo que controlar mi propia naturaleza, esa facilidad para la confrontación que siempre me ha acompañado. Me ha costado una eternidad crecer y madurar. Pero no quiero convencerme de que ya estoy bien porque puedo volver a caer. Ya me pasó una vez y no quiero repetirlo. La vida es demasiado corta como para cometer esos errores. Ahora sólo quiero trabajar. La gente me dice que he vuelto, pero no siento que sea así. Cuando llegas tan abajo y permaneces allí durante tanto tiempo, no tienes la sensación de que vuelves de ningún sitio. (Tomado de la entrevista para Revistaman.es)
Henry Chinaski, el gato callejero, el vicioso artista, el perro viejo, de él tengo una imagen desértica, como los parajes californianos entre moteles y empleos fallidos de aquel uno más que no calza en el criticado estructuralismo del estilo de vida americano en Barfly, de Barbet Schroeder. Factótum, la historia literaria para una road movie, solamente se pudo llevar a cabo con la imagen de Mickey Rourke. De Henry Chinaski-Charles Bukowski, Rourke por sí mismo es una crítica al molde, partiendo desde el patrón de actor (anti-apuesto, anti-galán) hasta el modelo de personajes que interpreta, Chinaski es aquel que por antonomasia cumple a cabalidad el papel de un outsider físicamente desagradable opuesto a la norma. En Spun, de Jonas Ackerlund. Esa fue la primera vez que vi a Rourke de vaquero contemporáneo ciento por ciento gringo con botas de piel de culebra. Su personaje, The Cook, un dealer, otro motivo más para hacer de él -a su vez- un modelo innovador de esa época para el nuevo cowboy que juega con la mafia y el narcotráfico; el otro motivo es su personaje, Marv, en Sin City. Es siempre hombre duro, imposible que al menos físicamente sea lo contrario, si se conoce que Rourke fue boxeador, carrera que le dejó cicatrices en el rostro, así como fanático de las motocicletas. Pero en ese lado instintivo actoral de Rourke, sea una caricatura como The Cook o el del escritor sumido en la decadencia, hay olas de un talento hipersensible que denota precisamente un actor real que se basa en un continuo ensimismamiento dentro sus personajes. Es el mismo Rourke el que sale a la luz. Son sus vísceras y sus pasiones, como sus frustraciones y vicios en carne viva. Y si se trata del Rourke visceral que llega a ser sexual, desde este punto lo hizo muy bien en 9 semanas y media y lo intentó repetir en Orquídea salvaje. En la primera, es un joven Rourke con la pasión de un personaje y un actor que no necesita la belleza tradicional para ser hipersexual. En él, tanto como en otros actores, su sexualidad no parte de la estética masculina establecida por Hollywood, sino de su exacerbada pasión y talento para ser él mismo siendo cualquier personaje aunque no afin a su temperamento innato. Rourke, así, se transforma el mismo en un ícono, sin necesitar de un patrón o molde; en él se basan varios otros actores más jóvenes.
Bukowski espantaba desde niño, era raro, era feo. El rechazo quizá además sea un cliché en la vida de los desadaptados convertidos en artistas, como Janis Joplin rechazada en la universidad por su forma de vestir y su belleza “no convencional” con una voz antifemenina. Bukowski y Janis sufrieron por su fealdad y elaboraron corrientes artísticas cada uno por su lado con sus vivencias que trasgredieron las historias tanto de la literatura como de la música. Rourke logró ser tan parecido a Bukowski. La belleza está fragmentada porque la estética de belleza convencional también refleja una estructura, unos parámetros de armonía que están relacionados con la idea de bien. No hay belleza externa en los personajes de Rourke, hay profundidades infinitas de pasión, hay condumio y esencia de seres fuertes que buscan un auténtico destino no-destino. Recién lo vi actuando en un circo-cuadrilátero, en los espectáculos de lucha, maquillándose para los shows en vivo, para ser Randy “The Ram” Robinson que de caricatura y de personaje decadente se aglutina en uno solo. Rourke arma su personaje al pintarse el pelo de rubio, broncearse, ponerse una gillete en las muñecas para sacarla a escondidas y cortarse la cara, y así agregar más drama al show de lucha, pero Rourke también deconstruye este ícono del triunfo en el ser solitario que es Randy en la vida real, abandonado y sumido en la enfermedad. Así su personaje de antihéroe magistral, minuciosamente construido, va más allá de esa imagen mediática que tiene en los bajos mundos de la lucha porque en The Wrestler es un humano que sufre por si ineptitud ante la convención. Al ser “The Ram” triunfa, como hombre común pierde; es imposible dejar al “The Ram”, y pone en riesgo su cuerpo enfermo adicto a la cocaína y drogas analgésicas. Amante del heavy metal y glam ochentero y asiduo habitué de clubes nudistas, así es Randy como estrella underground y como hombre persigue una figura femenina, tanto a Cassidy, streaper con quien de alguna forma siente que hay algún lazo, inexistente con otras personas, como a su hija Stephie, con quien busca recuperar una relación arruinada por el estilo de vida del luchador. Randy busca lazos, "The Ram" busca deshacerse de ellos para romper con una forma de vida “normal” a la que no se acostumbra jamás.

Porque se levantó de una vida sumida en las profundidades de la perdición, dicen que con The Wrestler, Rourke “regresó como el Ave Fénix”, lo que le dio más fuerza mediática; además este filme le valió los premios BAFTA, Spirit y Globo de Oro como Mejor Actor en un drama. Esta vez de la mano del director neoyorquino Darren Aronofsky (Pi, Requiem for a Dream), Rourke alcanza una actuación sustentada en la fluidez de sus facetas tanto ícono como hombre. Así vuelve el Rourke, el que fue escritor, máquina de follar (como le diría Bukowski), dealer, motociclista y ahora luchador como si cada interpretación fuese una faceta suya propia en la vida real; no obstante de su exitoso y triunfal regreso, él siente que “no volvió de ningún sitio”.

viernes, 20 de marzo de 2009

Otaner

Poco a poco se fue deshojando el “árbol del buen hogar”, se agotó la leche de sus hojas lobuladas, en las llagas de ella, usada como bálsamo con aceite de almendras y alcanfor. Cenicienta quedó la planta como estatua invernal en la mitad del colosal edificio al suroreste de una ciudad desconocida. Pronunciado su nombre en los labios partidos y sangrientos, ¡Otaner!, sostenía un sapo encerrado en un frasco de mermelada que resbaló al pavimento. Se disolvía el anfibio con una ínfima bocanada de viento y ella lo había parido hace poco a la sombra de Otaner en la mitad del mentolado panóptico.
Treinta y cuatro veces el de blanco había pasado por su nariz un pañuelo empapado de éter que goteaba por sus labios estrogénicos. Echados a perder sangraban al pronunciar ella “Otaner”. Something's inside me/ Unborn and unblessed/ Disappears in the ether/ This world to the next/ Disappears in the ether/ One world to the next/ Human kindness...Polly Jean desaparecía en el techo, el de blanco tomaba su mano marcada de heridas intravenosas, dextrosa al 10%.
Astillas cortopunzantes traspasaban una rosada dermis que causaba cicatrices en sus huellas digitales. Trocitos de una higuera seca en medio del hospicio, que hace tiempo dejó de crecer, dejaban un olor rancio de melaza. Verdes estaban las cañerías de humedal. Grietas y fuegos en las paredes de su labios. De oxidados barrotes, las pieles se enredaban en la puerta de número 1048, el mink comprado en un almacén para coleccionistas de objetos de los años cincuenta, que era almohada y colcha y vestido con sus bolsillos llenos de hojas lobuladas y de pinzas para colgar la ropa.Sus ideas se daban contra el techo y el metal, y un espejo de su prima, el mismo que otrora década había llevado al CBGB. Polly Jean, con un lunar como Eddie Sedwick, hundida en abrigos de leopardo, se bañaba en éter para una soñada lobotomía. El "árbol del buen hogar" estaba muerto y enano, ansioso de recibir a un brillante cuervo.
"Las ventanas del castillo están abiertas para mi príncipe, vendrá cabalgando en un dragón y escaparemos en el lomo de un hipogrifo. Pariré una estirpe de inmortales seres con cuernos de cabra y cola de equino".Y al frente del alféizar de la ventana solo se sentía una bocanada de viento...

miércoles, 4 de marzo de 2009

Higuera

Enjaulada se dedicó a recolectar hojas de higo para hacer infusiones, enjaulada de metal tras insoportables asperezas con aquel que al otro lado de los barrotes estaba. Gotas pesadas caían en su fino pelo oscuro, gotas amarillas, del óxido de las vetustas tuberías del panóptico. De blanco pintaban las plumas de ganso de su almohada los ductos de hollín, una mixtura bronceblanco pintaparedes que al solo olfato cualquier nariz arruinaba. Olor impregnado en su almohadón en el
que sus divagaciones deben haberse grabado como la caja negra de un avión. ¡Pregúntenle al almohadón! Finus carica barrote ad portas, fértil y enjaulada, de su matriz propia, prisionera; de su androgenismo sexual, esclava.

El mundo paralelo al otro lado de las barras se hallaba, en la imagen del de blanco, un poco calvo y de lentes, en sus manos con las grandes hojas de la higuera y los frutos como los ovarios femeninos. Las pegaba sobre el hollín de las tuberías formando "el árbol del buen hogar"."Esta es mi casa. Nada existe que yo lo necesite fuera de ella. Construyo megauniversos con las palabras, más con los adjetivos que con los verbos, y los puntos finales. Este es mi hogar, procedo de los huesos de Nefertiti y de los abrazos de los amantes de Sumpa. En mi hogar he plantado una higuera, para ser madre. Todo está escrito, destinado a volverse bronceblanco y fétido como el
aliento de los monstruos primigenios del Necronomicon. Mi descendencia reinará en el universo del mal cabalgando hipogrifos en el rojizo horizonte del paisaje frente a esta ventana".

El éter encoge el corazón. El de blanco, con emociones "sanforizadas", en su libreta trata de describir las ideas grabadas en la caja negra debajo de la tubería. Ella, encogida y enjaulada, se arranca los pelos para coser una a una las hojas y encolchar los ductos. La melaza despide un olor dulzón que recuerda tenuemente a higos en almíbar.

"Eres mi libertad pero también frontera. No entres a mi hogar a menos que sea para botar las hojas y fertilizarme. Tú eres una idea monstruosa que destruye mi espacio y me contamina, pero me sostiene de caerme al vacío desde la torre del castillo en medio de feroces dragones".

Con los aspavientos de ella y el olor de éter del mandil blanco del único que entraba, la higuera crecía...