domingo, 17 de marzo de 2013

versus la vigilia

Tengo la sensación de estar despierta varios días. Es esa sensación de no haber pegado el ojo y de haberme quedado con el mismo pensamiento absurdo atorado en el cerebro como una canción pegajosa. Desesperadamente, por eso, es que quiero dormir ahora, en este momento, durante largas horas. El mundo del sueño es como una doble vida, pero aquella, ésa, la onírica es el happy hour, la tranquila, la que quiero vivir varias horas más, la que pasa en fragmentos, saltándose episodios de la vida convencional. Esa, la de la vigilia, es la que me hace caer de bruces apenas me despierto. Yo no sé cómo es guardarse los pensamientos y caminar alerta (en la acción y en la practicidad) en el mundo "real" para desempeñar las labores cotidianas que tanto cuestan hacer a algunas personas. Al menos, a mí no me cuestan, casi nada. Es fácil, muchas veces, demasiado fácil, elegir la marca de un champú o de un jabón y usarlo cada día, o de ponerse los lentes y tender la cama. Sin embargo, es tan obscenamente duro, para muchas personas, tú o ellos, emprender este tipo de actividades que aseguran que la vida continúa. Para mí no aseguran más que la nada, que un absurdo pasar nada, para luego pasar a otro episodio en el que nada sucede y que al parecer nada sucederá. ¿Qué es lo garantiza que algo suceda? Eso yo ya no sé, que caigan violetas del cielo o que broten cerezas de las calles, quizá, pero eso será soñar, como ya yo había soñado allá en aquel tiempo cuando creía que pasaba algo… Después de enamorarse aleatoria y rápidamente y que de ese amor relámpago se termine, la nada te regresa el golpe multiplicado por mil. Viene por la venganza de haberla dejado olvidada en algún recóndito sitio del no espacio en donde anda divagando. Y esos enamoramientos aleatorios al ser tantos son capaces de difuminarla por períodos largos de tiempo, pero finalmente vuelve. Ha regresado para quedarse el tiempo que se perdió en mis vaguedades. Quiero vivir enamorada para siempre y que las ganas de follar jamás se me quiten. El deseo, eso, el deseo, no solo de follar, sino de estar, de vivir, de dormir, es lo que da sentido a ese absurdo de la vigilia. Pero el deseo se ha ido rasgando y para volver a desear hay que desear algo MÁS que no sé lo que sea, pero sé que es: Ya ni siquiera vivir enamorada, sino vivir dormida y que nadie me despierte. Varias horas más, por favor.