Tengo la sensación de estar despierta varios días. Es esa
sensación de no haber pegado el ojo y de haberme quedado con el mismo pensamiento
absurdo atorado en el cerebro como una canción pegajosa. Desesperadamente, por
eso, es que quiero dormir ahora, en este momento, durante largas horas. El
mundo del sueño es como una doble vida, pero aquella, ésa, la onírica es el happy hour, la tranquila, la que quiero vivir varias horas más, la que pasa en fragmentos,
saltándose episodios de la vida convencional. Esa, la de la vigilia, es la que me
hace caer de bruces apenas me despierto. Yo no sé cómo es guardarse los
pensamientos y caminar alerta (en la acción y en la practicidad) en el mundo "real" para desempeñar las labores cotidianas que tanto cuestan hacer a
algunas personas. Al menos, a mí no me cuestan, casi nada. Es fácil, muchas
veces, demasiado fácil, elegir la marca de un champú o de un jabón y usarlo
cada día, o de ponerse los lentes y tender la cama. Sin embargo, es tan
obscenamente duro, para muchas personas, tú o ellos, emprender este tipo de actividades que
aseguran que la vida continúa. Para mí no aseguran más que la nada, que un
absurdo pasar nada, para luego pasar a otro episodio en el que nada sucede y
que al parecer nada sucederá. ¿Qué es lo garantiza que algo suceda? Eso yo ya
no sé, que caigan violetas del cielo o que broten cerezas de las calles, quizá,
pero eso será soñar, como ya yo había soñado allá en aquel tiempo cuando creía
que pasaba algo… Después de enamorarse aleatoria y rápidamente y que de ese amor
relámpago se termine, la nada te regresa el golpe multiplicado por mil. Viene
por la venganza de haberla dejado olvidada en algún recóndito sitio del no
espacio en donde anda divagando. Y esos enamoramientos aleatorios al ser tantos
son capaces de difuminarla por períodos largos de tiempo, pero finalmente
vuelve. Ha regresado para quedarse el tiempo que se perdió en mis vaguedades.
Quiero vivir enamorada para siempre y que las ganas de follar jamás se me
quiten. El deseo, eso, el deseo, no solo de follar, sino de estar, de vivir, de
dormir, es lo que da sentido a ese absurdo de la vigilia. Pero el deseo se ha
ido rasgando y para volver a desear hay que desear algo MÁS que no sé lo que
sea, pero sé que es: Ya ni siquiera vivir enamorada, sino vivir dormida y que nadie me despierte. Varias
horas más, por favor.