miércoles, 25 de abril de 2007

La estética o el horror del “heroísmo”



“Muero como Jesús para inspirar a los agredidos”
Cho Seung-Hui



¿Todavía crees que soy sexi?, le pregunta Mallory Knox a una de sus víctimas mientras le apunta con un revólver en la primera secuencia de la controversial Asesinos por naturaleza (1994) de Oliver Stone. Escena que configura el oxímoron dulzura-violencia en un personaje que engancha a sobremanera al espectador independiente de mediados de los años noventa influenciado por las primeras obras de Quentin Tarantino. Es imposible poner en tela de juicio el tema de la empatía cinematográfica del espectador común del cine de Hollywood: su gusto por la violencia, que asimismo -a manera de oxímoron- la repudia en su contexto plagado de violencia tanto en los medios de comunicación como en las escuelas y universidades de pueblos grandes y pequeños de un país tan diverso como los Estados Unidos.

En una obra cinematográfica contestataria resulta provocador que en una figura encarnada por Juliette Lewis exista una asesina atrapa-hombres, y que, además, sobre la base de su arquetipo venusino pueda amar visceralmente de la misma forma que exterminaría a la humanidad a fuerza de balazos. Sin embargo, es imposible que este tipo de historias -como sucede así en el largometraje La asesina (Point of No Return) (1993), de John Badham, en la que Bridget Fonda constituiría una suerte de Mallory Knox sofisticada- formen parte de la psicología estructural de una sociedad moralista y occidental. En el ámbito del séptimo arte, estos personajes, entre otros, se han convertido en heroínas, sin dejar de lado a la legendaria Bonnie, que fue representada por Faye Dunaway. En el marco de sus historias triunfan gracias a la astucia y a la belleza que las caracterizan sin necesidad de transformarse en mártires de la sociedad a la que rechazan. No dejarán de ser heroínas así tengan que morir en la historia, tampoco dejarán de ser íconos de los imaginarios urbanos influenciados por el séptimo arte.
De esa forma, la sociedad estadounidense es una contradicción: aman como repudian a la violencia.

Y es innegable que temas tan escabrosos como violencia y muerte hayan sido tratados en ciertos casos a la perfección desde la estética del cine, cuando la violencia se transforma en un tema para ensalzar o un tópico reelevante en las artes. Un ejemplo claro es Elephant, de Gus Vant Sant, que parte de la masacre en Columbine para realizar un interesante experimento temporal que obtuvo varios premios; o combinar la primera secuencia (la del asalto en un bar) con 'Waiting for The Miracle', del músico poeta Leonard Cohen, y 'Shitlist', de L-7, en Asesinos por Naturaleza. Así como la recurrencia de la belleza armónica de Beethoven en contradicción con la violencia de Alec en la Naranja Mecánica cuya estética es evidente en las mentes de Alex y Eric, en Elephant.
Por demás está decir que es destacable Tom Stall (Viggo Mortensen), en un inicio el héroe de un pequeño pueblo de EEUU en la última cinta de David Cronenberg, A History of Violence, quien asesina por defensa personal y de quien se descubre tener un largo historial en la lista negra de mafiosos peligrosos, aun así no deja de ser nunca el héroe que sale ileso de cada enfrentamiento en los que mata sin compasión a otros miembros de la mafia que dijeron ser sus amigos, entre ellos su hermano. A la vez es monstruoso y repudiable.

No sería extraño que Cho Seung-Hui, el victimario de la High Tech de Virginia, se convierta a través de la pantalla grande en un carácter mitificado al máximo, donde no necesariamente será el héroe pero tampoco el “monstruo”, después de una misiva en la que afirmó sentirse como Cristo a favor de los que, al igual que él, sufren los efectos de una sociedad compleja.

Los asesinatos en establecimientos educativos: efecto dominó


Cronología de masacres en escuelas de Estados Unidos: Columbine, el catalizador de una serie de eventos de violencia.

Abril 1999: Dos adolescentes asesinan a 12 estudiantes y un profesor y luego se suicidan en la escuela secundaria de Columbine, en Colorado.
Mayo 1999: Alumno mata a seis estudiantes en Georgia.
Noviembre de 1999: Un estudiante mata a una compañera de aula de 13 años de edad en Nuevo México.
Febrero 2000: Una niña de seis años de edad muere por los disparos de otro alumno.
Marzo 2001: Un alumno abre fuego en una escuela de California y mata a dos estudiantes.
Abril 2003: Un adolecente mata al director de una escuela en Pensilvania y después comete suicidio.
Mayo 2004: Cuatro personas resultan heridas en un tiroteo en una escuela de Maryland.
Marzo 2005: Un alumno de Minnesota mata a nueve personas y luego se quita la vida.
Noviembre 2005: Un estudiante de Tennessee asesina al vicedirector de una escuela y hiere a dos trabajadores administrativos.
Septiembre 2006: Un sujeto asesina a una estudiante adolescente de las dos que había tomado como rehenes en una escuela en Colorado y luego se quita la vida.
Octubre 2006: Un hombre mata a cinco niñas en una escuela de la comunidad amish en Pensilvania para luego suicidarse. Dos días más tarde, un adolescente mata al director de una escuela en Cazenovia, Wisconsin.
Abril 2007: Un pistolero asesina a una 32 personas en la universidad Virginia Tech, en Virgina.

Cho, espantoso "mártir"


“El gobernador Kaine nombró el jueves una comisión de expertos independientes encargados de estudiar qué podría haberse hecho para evitar esta masacre.
La investigación reveló que el asesino, Cho Seung-Hui, quien se suicidó luego de matar a 32 alumnos y profesores, había provocado inquietud mucho antes de este drama por su comportamiento acosador hacia varias muchachas.
A pesar de que era conocido por los servicios policiales y de salud mental, el muchacho surcoreano pudo comprar con toda legalidad dos pistolas y una importante reserva de municiones.
Los videos, cartas y fotografías que envió el mismo día de la matanza a la cadena de televisión NBC muestran un joven visiblemente perturbado, lleno de ira y violencia”. (Tomado de AFP)


La matanza en la High Tech de Virginia, en Blacksburg, ha sido la más terrible que ha sucedido en los Estados Unidos a manos de un estudiante de Filología Inglesa que siempre fue visto por sus profesores y compañeros como un ser aislado y perturbado que escribía historias obscenas en sus ensayos literarios. Tenía 23 años.


Cho ratificó ser el humillado, el agredido, la víctima donde confluía la ira de la humanidad con los desequilibrios psicológicos que la vida urbana impone. Sin duda el ser lleno de odio que celebró la memoria de Eric y Alex, los adolescentes homicidas en Columbine, a quienes llamó mártires, en el 9.º aniversario de esta masacre, donde 13 personas murieron. Pero Cho “lo celebró con grandilocuencia”, 32 asesinados. “No había una sola víctima con menos de tres agujeros de bala”, indicó a la CNN el doctor Joseph Cacioppo, del hospital de Montgomery en Virginia. Podría ser monstruoso viéndolo todo desde el ojo que juzga un hecho real desde el punto de vista de la audiencia. Es monstruoso, pero la sociedad que podría gustar de la violencia en la industria del entretenimiento también podría ser monstruosa para un desadaptado. Es un efecto que raya en la complejidad de la mente humana y que incluso está enmarcado en el conjunto de patologías psiquiátricas que se les ha olvidado considerar a las leyes norteamericanas antes de vender un arma cuyo destino siempre es incierto.


“Una nota del diario español El país señala que en la actualidad hay 65 millones de pistolas en circulación en los Estados Unidos y precisa que uno de cada tres norteamericanos está armado, y muchos fuertemente armados”. No cabe la menor duda de que cada ciudadano vive o se inventa su propia película donde aspira siempre, con un poco de suerte, a ser el héroe homicida en pos de su defensa personal o de la comunidad que lo rodea.

2 comentarios:

Pepefina dijo...

Hola, me gustó tu artículo...es cierto que los medios nos imbuyen de violencia surrealista que con el tiempo se hace cada vez más cierta
Justo estamos asustados en mi facultad porque hay un tipo con todas las caracteristicas de Cho, no se cansa de fastidiarnos...por eso las chicas tomamos una determinación: "fuente ovejuna, todos a una"

Gracias por visitar mi blog ;)

Paola Calahorrano dijo...

Cuidado con un cuasi Cho, aunque esquizoides siempre encontrarás adonde vayas. Gracias por el comentario Pepefina, te encontré por Betty Blue!