martes, 30 de junio de 2009

Pina Bausch, la vanguardia de la danza


Redacción Internacional, 30 jun (EFE).- Pina Bausch, bailarina y coreógrafa alemana que revolucionó la danza contemporánea y se mantuvo siempre en la vanguardia, nació en Solingen (Alemania) en 1940 y murió hoy, con 68 años, a causa de un cáncer que le habían detectado hace cinco días. Inició sus estudios de danza clásica y moderna en la escuela de Arte de Essen bajo la supervisión de su primer maestro, Kurt Joos, en cuya compañía empezó sus trabajos como coreógrafa. Cuando contaba 19 años se trasladó con una beca a la prestigiosa escuela Juilliard de Nueva York.
En 1961 fue contratada por la Metropolitan Opera House de Nueva York donde realizó pequeñas incursiones en el mundo de la coreografía. Un año más tarde regresó a Alemania contratada como solista por el Folkwang Ballet, donde presentó desde 1968 sus propias coreografías y del que fue nombrada directora en 1969. Pero fue en 1973, al aceptar la dirección de la Compañía de Danza del Teatro Wuppertal (Alemania), cuando comenzó a ser famosa.
En 1974 realizó su primera coreografía importante, la ópera Ifigenia en Táuride, de Gluck, y en 1975 la de Orfeo y Eurídice, del mismo compositor. En 1976, con motivo de la preparación de Blaubart-El castillo de Barba Azul de Bartok, la coreógrafa se sintió electrizada por el ruido de las hojas secas diseminadas por el escenario y comenzó a experimentar un nuevo método de trabajo. Pero su consagración internacional llegó con su participación en el Festival de Nancy (Francia), en 1977, año en el que creó una de sus coreografías más famosas, La consagración de la primavera.
La desaparición en un accidente de su compañero y coreógrafo Ralf Borzik en 1980 llevó a Bausch a canalizar sus sensaciones y a crear uno de sus mejores espectáculos que rozaba la frontera entre la danza y el teatro que tituló precisamente 1980 y que estrenó como homenaje en el Festival de Aviñón (Francia).
En ese mismo año y antes de fallecer Borzik, Bausch había creado su famosa pieza Café M ller, considerada la más intimista, que estrenó con el bailarín Dominique Mercy y en la que el propio Borzik participó en los decorados.
En 1982 dirigió la coreografía Nelken (Claveles), un montaje inspirado en diferentes músicas, desde Schubert hasta el jazz o Fran Léhar y que fue modificando a lo largo de los años.
Reconocida internacionalmente como la fundadora del movimiento más innovador y vanguardista de la danza-teatro, Pina Bausch diseñó también coreografías con todo tipo de músicas, desde clásicas, ritmos africanos, fados o tangos.
Masurca fogo fue un fado que le encargaron para el Festival de los Cien Días de Lisboa, previo a la Expo de 1998 de Lisboa y que realizó como homenaje a esta ciudad.
La coreógrafa visitó España en varias ocasiones. En 1985 actuó en el Festival de Otoño de Madrid donde presentó Café M ller, certamen en el que volvió a actuar en 1991. Siete años más tarde volvió a actuar en Madrid, esta vez en el Teatro Real, donde presentó una de sus creaciones más aclamadas, Ifigenia en Táuride.
En octubre de 2006 estrenó en Madrid Nefés dentro del Festival de Otoño y en octubre de 2008 agotó todas entradas de su espectáculo, Vollmond.
Pina Bausch alternó la danza con incursiones en el cine como el papel que desempeñó de ciega a las órdenes de Federico Fellini en Y la nave va o en Hable con ella, de Pedro Almodovar, donde su danza fue el prólogo de la historia de dos mujeres en coma.
En 1999 fue galardonada con el Premio Europa de Teatro y en 2007 el Festival de Danza de la Bienal de Venecia le otorgó el León de Oro a la carrera por marcar una "vía original en la expresión escénica del cuerpo".
Una originalidad que hizo de Bausch una de las más importantes coreógrafas contemporáneas especialmente por el uso de superficies naturales para desarrollar sus bailes y la mezcla de diversas ramas artísticas. Y que hará de las coreografías que ideó piezas para la historia de la danza que han inspirado e inspirarán a generaciones de bailarines y coreógrafos. (EFE)

sábado, 27 de junio de 2009

Artieda: rebeldía y nostalgia


(Publicado en HOY, Libros, 27 de junio de 2009)

La palabra y la imaginación tejen la estructura en el cerebro dentro del cuerpo inmóvil de Jean Dominique Bauby, el editor en jefe de la revista Elle. Su palabra manifiesta la condición de encierro a la que se somete involuntariamente.
Bauby no puede hablar pero su maravilloso mundo creativo lo lleva por los parajes infinitos de su sensibilidad. Y al otro lado del mundo, en esta incesante imaginación, Fernando Artieda escribe: "Estoy que me orino pero me aguanto,/ estoy que me lloro pero me exprimo/ y mudo en media calle me digo que no soy/ el que tenía las uñas enterradas", como la laceración de Bauby en la escafandra, atrapado en su propio cuerpo. Libre es al soñar. Como lo plasmó Julian Schnabel en su última película, La escafandra y la mariposa, tomada del libro de Bauby, Artieda escribe con visceralidad inaudita y le dedica unas palabras a su enfermedad. Así mismo, Bauby construye su propia sinfonía a fuerza de su terrible malestar.
Seco y volteado, publicado por Palabra Viva de la Casa de la Cultura, es su antología poética, que arranca con las compilaciones de "Hombre solidario", de 1968; "Safa cucaracha", 1978; "Cantos doblados del patalsuelo del alma", 1984; "De ñeque y remezón", 1990; así como sus últimos poemas de 2006 y 2008.
En Safa cucaracha, según Renata Artieda, su hija, el autor se acerca a lo que no entiende la metralla, los secuestros, los desaparecidos y "enseña que a la autoridad se la respeta con el rabo del ojo". En Poema para desconocer a los más altos, el primero de su antología, la bondad del hombre radica en su emoción. En sus versos, la cuerda loca del corazón da el estribo para agigantarse. Artieda también le cantó a mayo, quizá ese mayo de 1968: "Yo solo sé que traigo en mi bolsillo necio un huracán de besos para mayo", aquel mayo de Jorge Enrique Adoum y de Miguel Bosé. También escribió sobre la prostituta que alguna vez fue una paloma que perdió su vuelo y empeñó sus alas, imagen grandilocuente de Poema que me duele, así como Poema que responde a tu pregunta, en el que se evoca el desamor por una mujer sin aliento, axilas ni hipo.
El poema que le dedica a César Vallejo: "Dime dónde dejaste la aguja de tu pena y tu quena llorando (...) Ahí Vallejo vuelves a tus lides vetustas/ de tus huestes mesiánicas/ de tus hendidas noches solitarias...". Así Artieda de la emoción camina con tiento hacia la nostalgia ante el poeta, la palabra misma, el lugar como Montevideo, al clima político que incide en el espíritu rebelde, ese que está implícito en su obra pero que finalmente se va transformando en una incesante espera que termina ante el cuestionamiento de su estado actual: "El gusano del olvido llega lento pero seguro/ cargado con su mochila de odio/ y su dentadura postiza/ para roer poemas simulados (...) A la mierda/ si me está doliendo Dios/ si mi hija la poeta está llorando a gritos/ si mi hijo el más chiquito/ está anegado de un Cantábrico de silencios/ y yo estoy perdido...".
Así, sin gritar, Artieda grita y "enloda para bajarse a ese dios que me le quita la vida", añade Renata." "Y ¿quién me va a decir ahora dientecito de ajo?", concluye ella. (PCG)


Sobre el autor

Fernando Artieda nació en Guayaquil en 1945. Hizo estudios superiores en Derecho y Literatura.Ha ejercido el oficio de periodista en los medios como La Razón, Expreso, Meridiano, Hoy, Ecuavisa, RTS, Diners y Soho. Su obra poética consta en antologías nacionales y extranjeras.

viernes, 19 de junio de 2009

Cien años de Errol Flynn, el clásico dandi seductor de Hollywood

Antonio Martín Guirado
Los Ángeles (EEUU), 19 jun (EFE).- Los ecos de las espadas que empuñó y las juergas que se corrió Errol Flynn, el gran dandi seductor de la época dorada de Hollywood, tan atractivo como mujeriego, aún resuenan en la meca del cine cuando se cumplen mañana cien años de su nacimiento.
No dejó un cadáver bonito. De hecho, el forense que le practicó la autopsia se sorprendió de que hubiese alcanzado los 50 años -edad a la que murió- al comprobar el estado de sus órganos, prácticamente aniquilados por su adicción al opio, el abuso del tabaco y los efectos del alcohol.
Hacia el final de su carrera, se dice que a Flynn, que murió en octubre de 1959, le costaba horrores recordar una sola línea de diálogo en sus películas, a pesar de ofrecer grandes creaciones, como la del Mike Campbell de The Sun Also Rises (1957) o el John Barrymore de Too Much, Too Soon (1958), casualmente dos grandes bebedores.
Pero antes de llegar a ese final fue representante durante años del esplendor en la hierba, aderezado con todo tipo de escándalos sexuales, titánicas borracheras y mitos que se debaten entre la exageración y la ficción: "Marilyn Monroe llegó a contar que tocaba el piano con el pene en sus fiestas privadas", escribió el propio Flynn en su autobiografía póstuma: My Wicked, Wicked Ways.
Nacido el 20 de junio de 1909 en Hobart, una localidad de Tasmania (Australia), hijo de un biólogo y una mujer de la alta sociedad, tras ser expulsado de todos los colegios a los que asistió decidió buscarse la vida como boxeador aficionado, buscador de oro, marino mercante e incluso, dicen, castrador de ovejas.
Fue en 1935 cuando la oportunidad llamó a su puerta. Tras haberse dedicado a la interpretación como pasatiempo, su belleza y encanto atrajo la atención de los Warner Brothers y le reclamaron para el papel principal del bucanero Captain Blood, ya que la primera opción, la del británico Robert Donat, se había descartado por compromisos profesionales de este.
Ésta fue la primera vez que trabajó con Michael Curtiz, director de Casablanca, con quien volvió a colaborar en otras once ocasiones a pesar de la conocida enemistad que les separaba, debido en parte a que Lili Damita, primera esposa de Flynn, fue antes la segunda mujer del realizador húngaro.
Flynn no solo convenció a todos en la industria sino que se convirtió en el perfecto sustituto del héroe de aventuras que años atrás había encarnado Douglas Fairbanks, otro de los grandes Ídolos de Hollywood, que decidió retirarse un año antes.
Así llegaron títulos como The Charge of the Light Brigade (1936), The Dawn Patrol (1938), Dodge City (1939), The Private Lives of Elizabeth and Essex (1939), The Sea Hawk (1940) o They Died With Their Boots On (1941), aunque el título por el que siempre se le recordará fue el de The Adventures of Robin Hood (1938).
A nadie le sentaron mejor las mallas en el cine. Tanto fue así que a los Warner Brothers les salía tan rentable el negocio que no se cansaron de encasillarlo en personajes heroicos, algo de lo que se quejó el propio Flynn.
En aquella autobiografía relataba: "Según pasaban los meses y los años, los papeles estereotipados que interpreté me restaban ambición por hacer mejores cosas o esperar poder hacerlas en Hollywood", una reflexión que conectaba con sus desenfrenos fuera de los platós.
"No sé hasta qué punto esto de empuñar tantas veces una espada o montar un caballo ha provocado mis rebeliones, mis grandes juergas y mis payasadas por todo el globo, pero creo que tiene mucho que ver", añadió.
El ego de Flynn también quedó dañado cuando se le denegó participar en la II Guerra Mundial debido a su historial de tuberculosis y malaria, lo que agravó ese conflicto entre su rutilante imagen en Hollywood y sus objetivos personales.
En esa autobiografía también admite que se enamoró de Olivia de Havilland, su compañera de reparto en nueve películas, con la que formó la gran pareja cinematográfica de la meca del cine en aquella época.
"Sí, nos enamoramos y creo que eso es evidente en la química que desprendÍamos en pantalla", declaró recientemente la actriz, de 92 años. "Pero sus circunstancias en aquel tiempo impidieron que la relación fuera adelante", añadió.
Por entonces Flynn estaba casado aún con Damita, y al término de ese matrimonio (1935-1942) su carrera profesional, tras sus colaboraciones con Raoul Walsh a finales de la década de los 40, emprendió el declive, al que acompañó su rápido deterioro físico.
Él mismo lo justificaba: "Pretendo vivir la primera mitad de mi vida. No me importa el resto". A buena fe que lo cumplió. EFE

martes, 16 de junio de 2009

Lunas de Lorca, fatal y sensual

(Publicado en Diario Hoy, el 16 de junio 2009)

La obra conmemora el 33. Aniversario de la Compañía Nacional de Danza

La luna, el símbolo implícito de la obra de la coreógrafa ecuatoriana Isabel Bustos -Lunas de Lorca-, es el hilo conductor del performance que se presenta hoy en el Teatro Nacional Sucre para celebrar los 33 años de la Compañía Nacional de Danza. El coreógrafo Jorge Alcolea fue el encargado de poner en escena el performance dancístico creado por la artista radicada en Cuba con bailarines ecuatorianos y presentado por primera vez en la Isla con el elenco del grupo Retazos. De acuerdo con María Luisa González, directora de la Compañía Nacional del Danza, esta creación es una propuesta en la cual se recupera el espíritu de Lorca, donde está el amor y la fatalidad y que no presenta rupturas dancísticas de riesgo relacionadas con la vanguardia, sino con la técnica formal moderna.

Con una sobria escenografía compuesta por sillas, la obra no es una narración textual estructural, sino que esta se rompe, tal cual el surrealismo, para dar cabida a un cúmulo de sensaciones a través de imágenes, así se logra, según González, conjugar el ritmo poético del escritor español Federico García Lorca con el ritmo danzado que confluye estrictamente en el simbolismo. Así, la pieza expone las imágenes recurrentes de Lorca como el toro o la luna.

Un muerto yace en el piso, con él se conecta el resto de bailarines a través de un ejercicio emocional individual que se plasma en el color negro de la vestimenta de hombres y mujeres de terno y vestidos largos, en una figura que se traduce en oxímoron para la alegría del mundo gitano. La técnica contemporánea se expone a través del release, Graham y la danza teatro, en frases largas, precisas, y limpias, en su mayoría, en cada secuencia coreográfica. La gestualidad, asimismo, se destaca en la mirada precisa de los bailarines.

La muerte es cargada en brazos, lo que simboliza el fatalismo presente en la pieza dancística, en contraposición con el amor pasional entre las parejas de danzantes conjugada con la música de las guitarras. De pronto, la pasión se ve interrumpida por la tragedia de una herida de muerte que se contrapone al palmeo de legado flamenco y la imagen del toro viene como metáfora del hombre, lo que finalmente remite a la muerte, a la que los protagonistas deben enfrentarse. “Hay misterio en lo gitano, hay sensualidad, hay rivalidades”, expresa la directora en voz alta.

González cuenta que la Compañía Nacional de Danza tiene obras clásicas como La consagración de la primavera, El réquiem de Mozart y Lunas de Lorca, pero además la institución cuenta con otra vertiente de la Compañía como La puerta de Jorge Alcolea, que es una pieza contemporánea. El objetivo de la CND ahora es fortalecer las dos vertientes. La compañía ahora tiene estreno tres veces al año. Lunas de Lorca sería el segundo, luego de La Puerta, y el tercero será una obra de danza para niños.