miércoles, 22 de diciembre de 2010

Moraleja:

"Nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres" (Quevedo en El buscón)

sábado, 18 de diciembre de 2010

El cuerpo tiene memoria

A propósito de La muerte de Artemio Cruz (Carlos Fuentes)

...la memoria es el deseo satisfecho
sobrevive con la memoria,
antes de que sea demasiado tarde,
antes de que el caos te impida recordar...

(1913: diciembre 4)

Él sintió el hueco de la rodilla de la mujer, húmedo, junto a su cintura. Siempre sudaba de esa manera ligera y fresca: cuando él separó el brazo de la cintura de Regina, allí también sintió la humedad de cristales líquidos. Extendió la mano para acariciar toda la espalda, lentamente, y creyó dormirse: podría permanecer así durante horas, sin más ocupación que acariciar la espalda de Regina. Cuando cerró los ojos, se dio cuenta de la infinidad amorosa de ese cuerpo joven abrazado al suyo: pensó que la vida entera no bastaría para recorrerlo y descubrirlo, para explorar esa geografía suave, ondulante, de accidentes negros, rosados...

y acabarían por encontrarse de nuevo, como ahora. Ella tendría el cuarto listo, con frutas y comida, y la falda estaría arrojada sobre una silla. Lo esperaría así, lista como si no quisiera perder un minuto en las cosas innecesarias. Pero nada es innecesario. Verla caminar, arreglar la cama, soltarse el pelo. Quitarle las últimas ropas y besar todo el cuerpo, mientras ella permanece de pie y el se va hincando, recorriéndola con los labios, saboreando la piel y el vello, la humedad de caracol: recogiendo en la boca los temblores de la niña erguida que acabará por tomar la cabeza del hombre entre las manos para obligarlo a descansar, a dejar los labios en un solo lugar. Y se dejará ir de pie, apretando la cabeza de hombre, con un suspiro entrecortado, hasta que él la sienta limpia y la cargue a la cama en brazos.
-Artemio, ¿te volveré a ver?
-Nunca digas eso. Haz de cuenta que solo nos conocimos una vez....

¿Cuándo es mayor la felicidad? Acarició el seno de Regina. Imaginar lo que será una nueva unión; la unión misma; la alegría fatigada del recuerdo y nuevamente el deseo pleno, aumentado por el amor, de un nuevo acto de amor: felicidad. Besó la oreja de Regina y vio de cerca su primera sonrisa: acercó el rostro para no perder el primer gesto de alegría. Sintió que la mano volvía a jugar con él. El deseo floreció por dentro, sembrado de gotas grávidas: las piernas lisas de Regina volvieron a buscar la cintura de Artemio: la mano llena lo sabía todo: la erección escapó a los dedos y despertó con ellos: los muslos se separaron temblando, llenos, y la carne erguida encontró la carne abierta y entró acariciada, rodeada del pulso ansioso, coronada de huevecillos jóvenes, apretada entre ese universo de piel blanda y amorosa: reducidos al encuentro del mundo, a la semilla de la razón, a las dos voces que nombran en silencio, que adentro bautizan todas las cosas: adentro, cuando él piensa en todo menos en esto, piensa, cuenta las cosas, no piensa en nada, para que esto no se acabe: trata de llenarse la cabeza de mares y arenas, de frutos y vientos, de casas y bestias, de peces y siembras, para que esto no se acabe: adentro, cuando levanta el rostro con los ojos cerrados y el cuello se estira con toda la fuerza de las venas hinchadas, cuando Regina se pierde y se deja vencer y contesta con el aliento grueso, frunciendo el ceño y con los labios sonrientes que sí, que sí, que le gusta, que sí, que no la deje, que siga, que sí, que no se acabe, que sí, hasta darse cuenta de que todo ha sucedido al mismo tiempo, sin que uno haya podido contemplar al otro porque ambos eran la misma cosa....

sábado, 4 de diciembre de 2010

Gimme Danger


A mí José Ángel Mañas nunca me gustó, primero porque no entendía ni un ápice de la jerga española, y segundo porque su forma de narrar me parecía de lo más burda. Pero casi todos mis compañeros en el 2000 habían leído Historias del Kronen y yo quería leer algo que hablara acerca de esa juventud, que como dijo Mañas, ya no es la del sesentaiocho, sino la de esmelaikdetinespirid. Y era algo así como de un “tío” acelerado, de clase alta que experimenta con drogas, el sexo en todas sus manifestaciones, la música, las fiestas, los días esos vacíos, cuando a veces no se quiere hablar ni hacer nada y esperar que alguien venga a darte viviendo la vida delivery. Y no podía dejar de leerlo a ese Mañas, aunque ya luego ni siquiera me acordaba de él, hasta hoy, cuando leí en Deseo de ser punk, de Belén Gopegui, que “bacalao“ le llaman en España al techno rancio de discoteca. Leí como ochenta veces la palabra “bacalao” en la obra de Mañas. Y sobre Lucía Etxebarría no quiero hablar, aunque debo reconocer que algo más sí me gustó, pero después de enterarme sobre el supuesto plagio de Prozac Nation, de Elizabeth Wurtzel, no quise agarrar ningún libro de ella.
Hasta que conocí a esta Martina, una neopunkie, de 16 años, que me ha caído muy bien. Pienso que Gopegui, con este libro, quiso ser como aquellos de la Generación del Kronen, porque esta última novela no se asemeja en nada a sus anteriores si solo menciono a La escala de los mapas. Quizá quiso vender y eso no está del todo mal.

Martina y su comando unipersonal: Ella, Martina, es como un vaso que se ha roto y eso que solo tiene 16 años. Solamente con mirar la depresión en que se ha sumido su padre, ella tendría suficientes razones para entristecerse, junto a él y a sus días patéticos de quedarse en la cama sin ánimo para contestar el teléfono que está a 10 centímetros de su nariz. “Se empiezan las cosas y se acaban. No vale todo. No siempre se puede volver a empezar. No todo lo que se rompe puede arreglarse. Y a veces cuando arreglas algo rompes otra cosa sin querer. Te la juegas y apuestas por alguien, y si te falla no cambias la apuesta a mitad de la partida. Te hundes con él. Llegas hasta el fondo“. Que su padre esté triste no le importa, pero que se muera el padre de su amiga Vera, sí, ese padre que una vez le secó sus lágrimas y le convenció de que la música de Still and Nash sí tiene que decirle algo a alguien que nació en los noventa. “Lo malo no es morirse, sino que ya no tienes nunca otra oportunidad. Y cuesta entenderlo. Un universo de miles de millones de años y a las personas nos toca una parte enana“.

¿De qué va ese comando unipersonal? Es muy simple, ella está pidiendo a alguien que pueda proporcionar a la sociedad un centro okupado para adolescentes, donde puedan ir a conversar, jugar o ver videos, o leer, o escribir, fuera de sus casas. Gimme Danger, de Iggy Pop, es su arma. La idea es entrar ilícitamente a una radio y pedir que pongan esa canción a todo volumen, de alguna forma eso afectará a quienes lo estén escuchando, y si no quisieran hacerlo, amenazaría con matarse.

El vacío se siente y se dibuja como una figura geométrica cóncava volátil que a veces se dobla a la inversa. Y no sé qué más pudo haber sucedido con esta Martina, pero busca. Siempre es mejor buscar antes que no hacer nada.
Sí, es mejor buscar y con el volumen de música alto.

-----------------------------
Martina a Adrián:
“Yo al principio pensaba que la vida era una de esas fiestas con piscina donde todo el mundo se baña desnudo pero alguien se queda vestido, o sea, yo…
Porque al final los recuerdos hasta parece que te los imaginas, se ponen borrosos y algunos se pierden…
Cuando lees, alguien está contigo contándote cosas. Y si ese alguien tiene actitud, o por lo menos intenta tenerla, le escuchas. No necesito que me cuenten cosas de ningún otro mundo. Nacer, morirse, la rabia, las cosas buenas, las putadas de este mundo son suficientes…
Lo que no entiende la gente es que el rock no se elige, ni tampoco se elige entre quemarse y desaparecer
¿Cómo puede ser que alguien tenga 16 años y no le hayan ocurrido grandes desgracias ni nada especialmente malo y, sin embargo, no haya nada en sus sueños?…”.

A propósito de Amor, curiosidad, Prozac y Dudas (Lucía Etxebarría)

"El amor nos va a separar...(Love will tear us apart). Pero yo no necesitaba escuchar aquella canción desoladora y dura, demasiado bella y demasiado real, aquella rotunda aniquilación de la esperanza, aquel retrato en blanco y negro del placer y el tormento, aquella afirmación de la impotencia ante un mundo sin respuestas que penetraba en mi carne con la misma aséptica certeza con que lo haría el bisturí de un cirujano, para saber lo que había sabido desde niña, desde siempre: el amor destroza. Profunda, hiere, dolorosamente". (Cristina)
Y espero que Cristina no se haya echo pis nunca sobre sus Doctor Martens.

domingo, 31 de octubre de 2010

Tabula rasa

Hay momentos en los que es mejor estar callado, o mucitar o hablar entre dientes, algo, para que desemboque en las grietas de la pared frente a tu cama, en cualquier habitación, que nadie te escuche, nunca, jamás. Finalmente todos dormimos en una habitación, que se convierte en nuestra casa-templo, en ese espacio que corrompe pensamientos y arranca -obscenamente- divagaciones que lastiman, que laceran, que deforman. Es mejor escapar de aquello. Tabula rasa. Eso me enseñaste hoy, Luis Martín Santos. De Tiempo de silencio, para que escribas en estas páginas en blanco:
“No pienses. No pensar. No pensar. Estate tranquilo. No va a pasar nada. No tienes que tener miedo de todo. Si pasa lo peor. Si te ocurre lo peor que te pueda ocurrir. Lo peor. Si realmente creen que tú lo hiciste. Si te están esperando para aplastarte con el peso de la pena más gorda que puedan inventar para aplastarte. Ponte en lo peor. Si te pasa lo peor. Lo peor que puedas pensar, lo más gordo, lo último, lo más grave. Si te pasa lo que ni siquiera se puede decir qué sea, todavía, a pesar de eso, qué pasa? A pesar de eso, no pasaría nada. Nada. Nada. Estarías así un tiempo, así, como estás ahora. Igual…Y no estás mal aquí. Aquí se está bien. Vuelto a la cuna. A un vientre. Aquí protegido. Nada puede hacerte daño, nada puede aquí, nada. Tú estás tranquilo. Yo estoy tranquilo. Estoy bien. No puede pasarme nada. No pensar tanto. Es mejor no pensar. Tranquilamente, dejar de pasar el tiempo. El tiempo pasa siempre, necesariamente. No puede pasar nada. aunque la cosa se ponga peor. Aunque la cosa se ponga mal. Me pongo en lo peor. Supongamos que pasa lo peor. Supongo que me pongo en lo peor. No pasa nada. Sólo un tiempo. Un tiempo que queda fuera de mi vida, entre paréntesis. Fuera de mi vida tonta. Un tiempo en que, de verdad, viviré más. Ahora vivo más. La vida de fuera está suspendida con todas sus cosas tontas. Han quedado fuera. La vida desnuda. El tiempo, sólo el tiempo llena este vacío de las cosas tontas y de las personas tontas. Todo tiene que resbalar, resbala sobre mí, no sufro, no sufro nada absolutamente…El tiempo pasa, me llena, voy en el tiempo, nunca he vivido el tiempo de mi vida que pasa como ahora que estoy quieto mirando a un punto en la pared, el ojo negro de la sirena que me mira. Sólo aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede pasar nada. Yo soy el que paso. Vivo. Vivo”.

Sabino Canyon


De estética vintage, acerca de los paisajes más lindos del mundo...

jueves, 23 de septiembre de 2010

Cigarettes (Russian Red), en el Living de Madrid 2008

tell me what it is, it isn’t fair
but I’m wasting time, cos it isn’t my heart, it isn’t my fault
and every situation understands, well
the anecdote of chasing the locations to your doors
’cos I’m wasting time, I’m wasting money again
and all the cigarettes that I have never smoked
and all the letters that I have never sent
he was sitting by the swimming pool
but he was scared, ’cos it wasn’t his time and it wasn’t his chance
getting older’s not been on my plans
but it’s never late, it’s never late enough for me to stay
’cos I’m wasting time, I’m wasting money again
and all the cigarettes that I have never smoked
and all the letters that I have never sent

domingo, 12 de septiembre de 2010

jueves, 9 de septiembre de 2010

9

Apenas abrió la puerta se dio cuenta de que había bajado un poco la temperatura. El sol tampoco estaba tan intenso, ya era 9 de septiembre, a un año de 9/9/9. El verano tardará un poco más en irse y con éste, ciertas incomodidades. Procuraba caminar harto. En eso, trescientos sesenta y cinco días habían pasado, por lo menos, días de vivir otra verdad y de hacerlo completamente sola. Recuerda la última idea, lo de vivir otra verdad, cuando quiere estar desocupada, porque podría no estarlo y más le vale que no se desocupe. Qué bueno que bajó la temperatura un poco, es mejor, para ella, no llegar sudorosa a la oficina, con la nariz y la frente húmeda, para luego verse al espejo sintiéndose ajena a esa condición implícita que aceptó alegremente cuando se enteró de que iba a cambiarse de país, y con ello mudarse de ropas, de relojes, de cepillos y peinados, de cientos de recibos y papeles con miles de números que jamás volverá a leer. Debería desechar eso que tanto guarda en la bolsa haciendo un bulto innecesario que se transforma en pesadumbre. Con cada objeto, como un marcador a medio usar, o un bolígrafo robado a uno de sus clientes –inconscientemente, claro- evocaban esos momentos que como un rompecabezas componen eso que se ha sabido llamar vida. Sí, tenía que escribir algo en un pizarrón (para enseñárselo a sus clientes), y siempre lo hacía con un marcador diferente, igual que con la pluma, cuando trataba de escribir “algo como un poema”, y tenía varios, desperdigados por muchos lugares, porque sabía que algunos se perderían. ¿A dónde se van esas cosas que se pierden? Alguna vez descubrirá en su casa algún rincón en el que se hallen objetos perdidos siempre recordados, otros jamás vueltos a recordar. A veces ni siquiera sabía ya lo que perdía porque nunca era del todo necesario. Yo las perdía y solo me daba cuenta de aquello cuando las volvía a encontrar. Trescientos sesenta y cinco días pasaron, la temperatura bajó y el dolor descendió a los dedos de sus pies porque quiere devolverse al pavimento, y éste no tardará en secarse de la tormenta. Es una celebración eso de vivir a través de otra verdad: como haber roto un ventanal a medio limpiar y cruzarse desnuda por el hueco dentado y filudo aunque se haya rasgado los hombros y el dorso. Porque quiso cruzar es que se rasgó y ahora está preocupada de esas cicatrices. ¿Y uno qué debe hacer con esas cicatrices? Mientras se las pueda ocultar para que no espanten, mejor, porque una cicatriz no apela a la memoria sino al miedo.

viernes, 30 de julio de 2010

domingo, 11 de julio de 2010

Journal 1

El futuro se forja, bueno lo forjo en realidad, a medida que el viento chilla escandalosamente. Nunca había oído al viento chillar de esa manera, va a llover, seguramente no parará hasta la madrugada. Cuando pare, dejaré de pensar; es demasiado obsceno pensar hasta lacerarse el pensamiento mismo, como arrancar la hierba de un pasto artificial o los espinos de un saguaro bajo el insoportable sol del verano, aquí, donde no está nadie más que yo. Y arrastra consigo unos tronquitos, cuyo desprendimiento no les debe haber dolido a los árboles. No los escuché llorar. Solo el viento lo hacía, no debe existir otro lugar en la tierra en la que el viento se queje tanto al dejar su rastro en el espacio y no regresar jamás a los sitios por donde transita. Yo escribo, porque así no debo pensar en otra cosa más que en lo que estoy escribiendo, ahora solo puedo pensar en García Madero, hoy lo conocí. Lo que se me grabó fue el café Quito, en el DF, en donde se ha reunido dos veces, hasta ahora, con su grupo de viscerrealistas o vicerrealistas, como se hacen llamar, y me río con ese humor visceral de Bolaño creando un personaje “patibulesco” pensando, a su vez, en borrachos patibulescos y escritores de medio pelo, solitarios, con ganas de un revolcón. Ahora no hay presente, es como un espejismo, pienso que en ningún lugar hay un presente concreto, por ejemplo ahora estoy escribiendo y a la vez dejo de teclear, entonces ya no estoy escribiendo, pero lo que sí sé es que escribí o que escribiré, mejor, espero, pero no es nada concreto, ni sé si sirva de algo. Bueno, sirve para no pensar en otras cosas más que en el acto mismo de crear un texto de referencias de cuatro horas de lectura. Bolaño y su genialidad. Creo que él quiso nacer en Sonora, algo tendrá ese sitio y por algo estoy tan cerca de él. Me es estrictamente necesario este acto, solo pensar en algo bonito, como Barton Fink al frente del cuadro (where a woman sees the waves wash ashore), solo en Los Angeles sin conocer muy bien a su vecino idealizado porque es lo único que tiene en la vida, bueno, él y la muerta que aparece luego en su cama, la amante de un guionista famoso y decadente. Por eso el presente es todo y nada, es más nada; cuando es pasado, ya es algo, es mejor regresar a ver a algo, porque existe, que ver un espejismo en potencia ya que no tiene un significado concreto. El futuro será lo que yo quiero que sea, eso ansío, lo que bien amo será mi herencia. Algo así leí en Tinísima, es un canto de Ezra Pound. Lo leía Tina Modotti junto a Charles Wenston, Tina lo escribíó cuando Wenston, su amante, se fue; más que por amor, lo repitió por soledad, aunque la Modotti nunca estuvo sola del todo, los excitados nervios de su cuerpo eran tan potentes que podrían haber parido otra mujer, como Tina, tan de acuerdo con su cuerpo, que produjo cortocircuitos en todos los hombres que la conocieron. Mi presente empieza siendo éste y terminará como empezó: con los cuadros naif de Nahui Ollín, los autorretratos de inmensos ojos verdes, pensado en el Dr. Atl más que en nadie, en nada, solo en amar y nada más que amar. Amar. No está del todo mal, amar y escribir. Esto último cuando no se está amando. Con las fotos de Tina Modotti y Richard Avedon, el pasado que se une a los vagones del futuro, claro con un espejismo de presente, que no es nada, que pasa a lo concreto cuando es definitivamente algo que ya pasó; con las primeras páginas de la novela de Bolaño que ganó el premio Herralde en 1998; con Television Personalities y Tangerine Dream. He progresado, sé algo más, pero hay un vacío y ese está en mi cuerpo. Sometimes I do prefer my body than anything. Happy body. Y el corazón es solo una extensión del cuerpo, como los labios son una extensión del corazón, un beso es más sagrado que la cópula, pero los besos se diluyen en los labios de quienes entregan sus besos a cualquiera. I rather choice to know no name men. Creo que su nombre los contamina y mi nombre los condena a vivir encadenados. Es mejor así, siempre será mejor…
“Muchos novios. Los recuerda menos que la sutilidad de sus sentimientos por cada uno, el amor compasivo que siempre sintió por Pepe Quintanilla, el amor-odio por Vittorio, la inmensa admiración por Edward, cómo la atrajo. No buscaba saber lo que hacía Wenston en California aunque se enteraba sin quererlo. Cada uno le había dado un sonido nuevo, un tiempo distinto, su espíritu, su estatura, cada uno había caminado sobre las olas hacia ella; ella, su cabeza sobre el pecho en turno. No quiso saber cuál sería el porvenir, ese desconocimiento era su forma de libertad, qué libertad abrazarlo, hacer que hundiera en su vientre el tamaño de su pene! Ellos querían seducirla para siempre, hacían proyectos, ella no, “te quiero para mí”, decían; en ella, ningún deseo de exclusividad. Así como de niña en Udine no le enseñaron a creer en dogma alguno, así Tina no escogía para sí. Retener, poseer, creer que se es para poseer le era tan ajeno como la economía doméstica y, hasta la fecha, no se daba cuenta que su forma de irse los enloquecía; seguramente lo mismo les sucedía a los hombres, cada amante era un nuevo descubrimiento de sí mismos a través de la estrechura de su vagina, la intuición tras de su frente, el atroz o brutal o soberbio misterio en sus ojos, la inconmensurable maravilla del cerebro humano posado allí sobre la almohada. Eladia, audaz, hermosa, coqueta, se enteraría muy pronto de la complejidad del encuentro amoroso; a ella también la seguían los hombres, pero ojala y en ella jamás anidara un muerto, ningún Julio Antonio latiendo en su corazón, abriéndolo, rajándolo…”. (Tinísima, de Elena Poniatowska)

jueves, 8 de julio de 2010

Viaje

Era un ave con plumas finas, de color terracota, con un pico rajado. Seguramente le dolió en ese instante que se golpeó cuando intentó cazar una víbora que dormía sobre una milenaria roca. Yo pensaría que era un águila, por su imagen majestuosa, sobre la culebra de anillos rojos, ahí es cuando vi el color verde meneándose, alguien con una capa verde, decenas de hombres con capa verde, esperando algo. Sí, es inherente, de nosotros los humanos, la espera, pero hasta esperar, algo pasa que no esperamos y quizá la espera siga pero ya no es la misma, jamás lo será, como ese águila, diferente al resto de aves de su especie, por chocarse contra la piedra, aunque optó por una nueva estrategia de caza y descubrió que podía sobrevivir con otro alimento, bajo el mismo sol, ese que sí cambia de acuerdo al lugar, y el lugar que también cambia a los humanos. Regreso y no soy la misma que partió de este sitio. No nos hace falta ser los mismos, no es imprescindible la inmutabilidad, eso es para la ficción. La permanencia y lo finito no existen: él decide morir, en otro lado se decide la muerte de alguien, y yo saltando de nube en nube, soñando con ese águila de pico ahora roto. Pienso que no volverá a alimentarse, al menos de carne; de hoy en adelante le tendrá miedo a las rocas. La que soñaba con el águila se tinturaba el cabello de borgoña porque alguna vez había visto a una actriz de cine argentino con ese mismo color. Era feliz, por eso reía, cuando lloraba era porque alguien se había muerto o porque veía a esa misma actriz sufriendo en carne viva lo que había leído en una novela, en la misma historia llevada a la pantalla grande. Y novelas leía muchas, pero con nostalgia recordaba alguna de Boll, también deseaba ser calculadora como Rachel, la replicante, aún así cualquier talentoso músico podría componerle una sinfonía a ella. Rachel causaba desenfrenadas pasiones. Hello Deckard, voy al Nueva York del año 2010 y veo el barrio chino en donde te sientas a comer en un chifa. Yo solo no quiero inmutarme. Pero me inmuto obscenamente, como si el aire fuera un miembro más de mi cuerpo, como si yo lo sintiera doler y hasta sangrar. Es eso que está afuera de mí. ¿Qué es lo que debiera esperar? Siempre se está esperando algo, que venga el taxi a recogernos en un día que habíamos esperado desde hace meses, esperar a que nos llamen en la sala de embarque para abordar un avión con destino a un país al que esperábamos ir algún día, pero ella no esperaba que suceda eso. Eso. Esperaba hacer las maletas brevemente y atiborrarlas de objetos extraños, de esos de los que siempre se enamoraba, era fácil para ella engancharse con olores y formas de cosas innecesarias, pero bonitas. Vivir junto a lo bonito tal vez era más llevadero. O quizá todo radique en no esperar nada, en la no espera algo llegará. La no espera es un estado al que ella espera llegar. Entonces sí espera algo, es inevitable, va conectado al tiempo. Durante éste, algo debe suceder. Si pasa algo que no se espera, Straight no Chaser, The show must go on. Respirar profundamente, cerrar los ojos y ver el cielo distinto del país en donde estoy, porque el cielo también cambia. Valiente. Ana tiene el corazón tan rojo. Ella recuerda películas, una española que cuenta la historia de Oto y Ana, nombres capicúa, pensaba en palíndromos por esos nombres, pero luego recordó la pupila de Ana, que jamás volvió a ver a Oto, y ya no quiso acordarse más de la historia. Está anocheciendo, parecería que afuera, entre la niebla y el frío, nada tuviera sentido; es solamente el aire. Cada centímetro recorrido representa un aire distinto, como las aguas mutables del mismo río. Ella debiera esperar no cerrar los ojos, para no soñar con el águila sangrante. Ella piensa que es el ave que sueña, por eso no quiere verla muriendo. Yo espero que ella no sueñe eso. Eso. Es fuerte aunque pasional, entonces espera algo que le emocione. Nada tiene sentido si no emociona por eso tengo el corazón tan rojo.

jueves, 10 de junio de 2010

Farewell

Se han secado las aguas turbias de un río, un verano de cielo melancólico, en el ojo de agua, el ojo de pez, el ojo de gato. Ojos. Ojos grandes. Allí me vi, cientos de veces, y yo nadaba ahí en esas aguas, como un embrión y no me ahogaba. Cambiaba de aguas el río, pero cristalinas no lo fueron, nunca. Jamás. Nado ahora en esas gotas, como de lluvia ácida, que surcan las arrugas del rostro de nuestros muertos. Los que se fueron, los que no volverán. Los que están agarrados de nuestros dedos, los que no sueltan nuestros cabellos, los que se adhieren a la piel, se enquistan, se resecan, se parten, se encallan y se acurrucan en la idea de lo finito. Finitud. Los cuerpos, solo somos ese cuerpo, el tuyo y el mío, y el que solía ser uno, el mío con el tuyo, el tuyo con el de ella, el mío con ellos, el mío con ellos, el mío con ellos, ellos, los gatos, gatos y perdices, solo es el mío, mi cuerpo, en dunas del desierto, de la arena metida en el ombligo, en el ojo de agua, en esa agua turbia que cambia de color el ojo con cada parpadeo. Y se resecan esos ojos con las ventiscas de arena que viajan desde el ombligo. Yo creo que quería morirse y hasta eso se iba guardando, el dolor, en unos granos de arena que respiraba y que se enquistaban en los pulmones y viajaban al ombligo en el río, ese río sin nombre, por donde tú y yo viajamos, desnudos, riéndonos, mientras tus cabellos cambiaban de color, conectados a un espacio que cada vez que piso me arranca quince mil lágrimas.

jueves, 3 de junio de 2010

VISUALS: Tok Tok - CHRISTINA ROSENVINGE

Se puede renacer solo tras la humillación...

domingo, 23 de mayo de 2010

UIO

Extraño un poco el sol, no el mismo astro fuerte y triste que refleja la contradicción de la ciudad en donde nací: está feliz estando triste. Yo creo que hay varios soles para cada país, mutan, ya no son los mismos al caer. Han presenciado algo que los vuelve indiferentes, pero y si no se les ocurre salir más? Creo que esas cosas deberían pasar para luchar contra esa obscena cotidianidad de los sitios en donde nunca pasa nada. Viajamos para que pase algo, pero los lugares se contaminan a fuerza de los absurdos bríos de la naturaleza humana, y también de esos ritos cotidianos que nunca terminan y me enferman. Tiempo y espacio se confabulan para maquinar otro ser dentro de cada persona. Finalmente hay cambio de piel y, como la de una culebra, la piel desecha se queda en lugares del pasado y adquirimos una nueva, ergo, otra máscara. Yo soy otra. Regreso a ver a estos sitios y la que ha cambiado he sido yo, eso quizá me hace ver una ciudad distinta, pero a la vez nada es diferente en ella, las colas de los habanos perros callejeros complementan un mismo paisaje triste, logran detener el tiempo con sus caídas orejas, incluso congelar las nubes, ahora siempre negras al sur. Pasé por una ciudad en donde no hay piso 13 en los grandes edificios y acá las construcciones no llegan a esa cantidad de pisos, pienso en esto, luego oigo Joven mata a skin head en el sector del seminario mayor, quizá por lo que no sucede nada, las atrocidades son al fin "algo que pasa", en una ciudad pequeña, andina, subdesarrollada, mi ciudad, aquí no existe nadie, pasan cosas absurdas porque nada pasa. Parece que va a llover y no llueve, como si Quito solo estuviera triste con sus arrugas montañosas, no deja de estarlo, todos estamos felices siendo tristes, de halo pasillero, de nostalgia mestiza, nos metemos en la cama pretendiendo no estar solos, como aquellos que viven en el norte del continente. Solo confío en quienes conservan el garbo adolescente, los demás fingen, fingen algo que no termino de entender, simulan que algo pasa, o provocan que algo pase, pero al final nada sucede, son caminantes en un tiempo congelado, en pantalla colgada, en estado de ánimo acomplejado, en la palabra dicha entredientes hablando con caras anodinas sin mirar a los ojos, mintiendo. Las imágenes se congelan en las esquinas de paredes de colores desgastados y los pequeños letreros de los nombres de las calles. Ellas sí rinden culto a alguien, no a un simple número y atrás, esas montañas que marcan los puntos cardinales. Yo soy otra viéndola y he inventado un guión para la vida que estaba trazada antes del viaje, la película se está rodando ahora. Lo único que veo es un sol distinto. Algo al fin, conmigo, está pasando en Quito…

Kings Of Leon - Sex On Fire



Lay where you're laying, don't make a sound
I know they're watching, they're watching
All the commotion, the kiddie like play
Has people talking, talking

You, your sex is on fire

The dark of the alley, the breaking of day
The head while I'm driving, I'm driving
Soft lips are open, knuckles are pale
Feels like you're dying, you're dying

You, your sex is on fire
Consumed with what's to transpire

Hot as a fever, rattling bones
I could just taste it, taste it
If it's not forever, if it's just tonight
Oh, it's still the greatest, the greatest, the greatest

You, your sex is on fire
And you, your sex is on fire
Consumed with what's to transpire

And you, your sex is on fire
Consumed with what's to transpire

lunes, 3 de mayo de 2010

miércoles, 28 de abril de 2010

Esto es un pastiche

Las mentiras están compuestas de algún polvo fino, de arena posiblemente, con algo de sal. No creí, jamás creí, que podrían volverse físicas y causar la sensación de algún rasguño extraño al contacto con la piel. Hay algunas que son como rocas y que aplastan. Cuando te levantás ya no sos el mismo, la roca ha huido y tenés algunas costillas rotas y costras en la cara y en las rodillas. Esa misma piedra no te caerá, y te curás, y te vendás, y te quitás las gasas, y de nuevo a quemarte con los radiantes rayos del sol, entre sudor y tal vez saliva. Otras son como granos de arena, las mentiras, solo se te pone pastosa la piel, y te mojás, y una fina capa de máscara se forma, sos de otro color, pero vos y yo sabemos que esa no es tu piel. La piel, esa que no se ve, es solo una piel quemada por el incendio de un pirómano.

Mentiras
La mentira, para el psicópata, es una herramienta de trabajo. La mentira es desvirtuar la verdad ex profeso, con un objetivo "en mente", con el objeto de conseguir algo. La mentira siempre apunta a algo. Se miente para evitar un castigo, se miente para conseguir una recompensa, se miente para engañar a otro. Detrás de la mentira siempre hay un rédito y esto lo diferencia de la fabulación, que también es una transgresión a la verdad, pero por el mero hecho de satisfacer el ego. Es lo que utiliza el fanfarrón.


Esto es un pastiche.

sábado, 24 de abril de 2010

jueves, 18 de marzo de 2010

Little Joy - Unattainable (Session West)

Only when the goal is unattainable
Do I start to feel like I'm losing myself
And this deep secret
that hasn't come out yet
is burried, down deep
with the rest

I can't coarse you into this one
Jealousy lay all your spells to bed
I'll choose long-loved instead

If only songs we're sung
To guide the doubtfull ones
Beyond the rough
where not as much is good enough
Oh if you find yourself
for once a lonely one
I'll be waiting here with open arms

I can't coarse you into this one
Jealousy lay all your spells to bed
I'll choose long-loved instead

miércoles, 3 de marzo de 2010

Tina


Sorprende aquí la lluvia y más cuando se tapan las calles. Intento cruzar casi nadando por riachuelos, algunos de agua-lodo, con un paraguas chino de color verde , pero no lo alzo bien porque el viento parece llevar esta petisa figura. En cuatro minutos, el paraguas se destroza y empiezo a empaparme, me alzo la capucha de la chompa y continúo por la Speedway. Una montaña con nieve en la cima se divisa a lo lejos. “Ella estaba tan de acuerdo con su cuerpo”, recuerdo, “parecería como si apenas acabara de hacer el amor”. Si estaba tan de acuerdo con su cuerpo, es porque conocía exactamente las reacciones que tenía, pero ¿era inconsciente? Su inconsciencia era parte natural de sus actos conscientes, eso se notaba cuando le tomaban fotos como modelo o marchando como militante del partido comunista en México, y fotografiando, es decir exotizando a ese país. Sabía lo que captaba en sus fotos, pero el resultado finalmente era superado por una estética inconsciente, dominada por el cuerpo, a su vez, de los protagonistas de las imágenes. Había posado desnuda para Wenston. Era natural en ella. “Estaba tan de acuerdo con su cuerpo”, recuerdo de nuevo, como si supiera de memoria cada movimiento. Estaba consciente de su respiración y se contorneaba al caminar, no sé si a propósito. Eso es lo que atraía a los hombres, era una bailarina en los pasillos de cualquier edificio, en pleno Paseo de La Reforma, o frente a los trabajos de los muralistas contratados por encargo. Rivera se había bajado del andamio para defenderla luego de la muerte de Julio Antonio Mella. Solo porque era bonita los demás tenían que pintarlo como un crimen pasional. Así su militancia en el partido comunista se había ido al carajo, yo pensaba. No le sirvió de nada ser una militante y artista, peor atractiva. No obstante, seguía acorde con su cuerpo, diferente al de las otras, las corrientes mujeres que la envidiaban. Tina no era de ese tiempo, tampoco de éste, creo que no era de este mundo, ni en Europa ni en Estados Unidos caminando por una Speedway cualquiera.

¿Cómo es alguien que está de acuerdo con su cuerpo? Debería preguntarle a la misma Poniatowska, que es la que escribió aquello, I mean, the soul of Tina was in total agreement with her body. ¿Es esto lo que quiso decir? ¿El cuerpo es lo que se tiene no? Ella, armoniosa, de sentidos afinados, que se erotizan con la minucia sensitiva como el disfrute del toqueteo con lo otro; lo otro que es el viento, la sábana caliente, el agua, la lluvia, otras manos, el médico, el cepillo, el olor de la comida en la nariz. Y más que todo el viaje.

Just to let you know that I fly away everytime that I want without leaving home. I do not leave home cause it rests in my heart. ¿Capicci? Nunca dejaba ningún sitio, su casa estaba adentro, en su útero y corazón, en ese cuerpo tan acorde con sus nervios y sus manos, y las mejillas. Lo que sucede con el blanco y el negro es que congela al tiempo, lo deja en el pasado, lo congela para siempre en un momento que murió. Aquellos de las fotos en blanco y negro están muertos, enterrados, dejaron un legado cualquiera, por lo menos aquella foto, con un aire de daguerrotipo, un poco misterioso. Dan miedo ver algunas fotografías, todos ellos están muertos, pero de alguna forma sobreviven cuando se mira esas imágenes. A la Tina la resucitan todos los días, hasta de muerta cautiva. La cautiva exiliada. Pisamos los países de nuestros muertos, sí existe la reencarnación.

Las fotos se mojan, se humedecen, se avejentan, se me desparrama el café sobre ellas, pero ese fantasma sigue pintado, quizá yo muera, seguirá siendo un fantasma aunque ya no pueda pensar en él. Si yo no pienso en Tina, nadie más lo hará. ¿Alguien más pensará en Tina como yo pienso en ella? Los hombres pensarán en ella de otra forma. Homoerotismo, se siente placer solo de ver sus fotos. La perspectiva cambia esta ciudad viéndola desde sus montañas, y dentro de un carro, otro tanto más. Nadie más camina alrededor, de hecho nadie camina en la mayoría de ciudades de este país. Pienso que cuando se camina se piensa en otras cosas. En un auto, ya me hubiera chocado sumida en las cumbres blancas de una montaña en un seudo invierno que deja estragos febriles al mediodía. Es el desierto y los pensamientos se perderán en la inmensidad del cielo. Como semidiosa la veo. Pavonéandose inconscientemente en un tiempo no propio, inexacto, incorrecto. No es justo el tiempo para todos, no vivimos para siempre y eso es lo peor de todo.