viernes, 14 de septiembre de 2007

Entre la armonía de lo sinfónico y la crudeza del metal, el eclecticismo de Therion

O Fortuna

velut lunastatu variabilis,

semper crescisaut decrescis;
vita detestabilisnunc
obduratet tunc curatludo
mentis aciem,
egestatem,
potestatem
dissolvit ut glaciem.
Sors immaniset inanis,
rota tu volubilis,
status malus,
vana salussemper dissolubilis,
obumbrataet velatamichi quoque niteris;
nunc per ludumdorsum nudumfero
tui sceleris.
Sors salutiset
virtutismichi nunc contraria,
est affectuset
defectussemper in angaria.
Hac in horasine
moracorde pulsum
tangitequod per
sortemsternit fortem,
mecum omnes plangite





El metal sinfónico de los avant-garde Therion, en la Plaza de Toros
La buena noticia para la escena metalera del país es que este 22 de septiembre se presentará en Ecuador unos de los pioneros del metal sinfónico a escala mundial, la agrupación sueca Therion, vista, de acuerdo con los críticos musicales, como una banda avant garde, muy versátil, que ha sabido combinar diversos géneros, desde los más crudos como el death y el heavy con la armonía de la ópera y beats digitalizados de sintetizadores.

Quizá el término avant-garde es lo que hecho mella en la audiencia mundial ya que este grupo es el más sobresaliente entre sus pares (como Nightwish, Haggard, Theater of Tragedy, los mismos Lacrimosa, o tal vez Within Temptation o Katatonia) porque lograron crear un único estilo que abarca, además de una estética evidentemente gótica, una filosofía que se sienta sobre la base de la ideología enmarcada en la mitología nórdica, vista como muchos como oscura.

Therion nació hace 22 años (1985) de la mano de Christopher Johnsson como una banda de death metal puro que se combinaba con ritmos que rayaban en el black metal. No es sino hasta 1996, con la grabación del álbum Theli, que se encaminaron en las raíces del metal sinfónico, lo que hoy por hoy les caracteriza y es la esencia de su eclecticismo musical elaborado con excelencia.

Los integrantes actuales de la banda son: el fundador, el guitarrista Cristofer Johnsson, es el único miembro que ha permanecido en el grupo y es quien escribe la mayoría del material de las canciones; Kristian Niemann (guitarra), Johan Niemann (bajo) y Setter Karlsson (batería). Los colaboradores actuales son Tomas Karlsoon (letras), Mats Levén (vocalista), Snowy Shaw (vocalista), Katarina Lilja (vocalista), Hannah Holgersson (vocalista soprano en estudio) y Lori Lewis (vocalista soprano en directo).

Cuenta con trece álbumes grabados en estudio, de los que se destaca Crowning of Atlantis (1999), que a su vez abarca una muy desarrollada técnica musical e impresionantes voces dignas de estar en un teatro de ópera acorde a las sinfónicas de cámara a escala mundial.

Otro de sus trabajos que consiguió la suficiente atención mediática y de la audiencia fue el editado en 2000 Deggial, trabajo que llegó a ser una leyenda en la historia del metal a manera de tributo a Carmina Burana, la famosa ópera siniestra de Carl Orff, quien tomó los textos medievales de la obra para elaborar un trabajo moderno en 1937.

Como caballeros medievales y princesas cuyas facciones confundirse podrían con las hadas de los bosques y voces angelicales, Therion ha elaborado un estilo que confluye en dos planos: el de exaltación al mundo fantástico de aquella mitología nórdica –entre guerreros y seres imaginarios- y celta que, a su vez, confluye en las emociones del ser humano, especialmente aquellas que se remiten al dolor, tristeza, soledad, desamor, miedo y muerte. El tánatos está presente en las líricas de Therion que a través de su trabajo se transforma en una bella sinfonía inolvidable para el oído humano. Sin embargo, esta belleza roza lo radical. Su música no está enmarcada en la belleza armónica de la ópera sino en el espíritu extremo de la crudeza del metal, por lo que conforma un género dual de sensibilidad profunda con un lado radical e incluso agresivo.

Therion actualmente se encuentra realizando su tour 2007 en el que promociona su último trabajo titulado Gothic Kabbalah, gira con la que arrivará al Ecuador en un concierto que será memorable para los amantes de este versátil y desarrollado estilo.

La agrupación promete un concierto en la Plaza de Toros Quito a la altura de los performances europeos con ocho personas en escena interpretando sus más famosas melodías a partir del año 1996, el que los consagró como pioneros.





Christopher Jonhsson fue entrevistado por la propietaria de este blog, en una entrevista para Diario HOY.

1.- How is it for the band to be considered as an "avant-garde" group in the metal music scene?

We have been avant-garde since the first album in the eyes of the audience in each times (today one may ask why our first album should be considered original, but back then it was very original compared to the other bands at that time), so it's something that has alwas been a part of the band and nothing I've reflected much over. However, it was not until 1996 with Theli that we became a really big band and started to effect the music scene and I started to get this kind of questions.


2.- Therion is an essential band for the symphonic metal with a 20 years of experience. How the band feels now after the experienced years?

It's only me who is left since the early days. For me Therion has been a life partner and as I am now 35 years old, Therion has been my occupation since I was 15, so it's in a way like a marriage. When I sarted I had no idea that we would even get a record deal (though this was of course my goal) or that I would be able to become famous and play in so many countries all over the world. We've now done 13 studio albums and if someone would have asked me after the 5:th album how I though I would feel after album number 13, I would probably have guessed that it never would happen, but if it did I'd be "Old, tired and repeating my self", so it's actually really nice that I feel very full of energy and that the biggest critique against our new almbum is that we've progressed TOO much.
Sincerely I look forwad to another 20 years and another 13 albums and today I'm sure that as long s I want to continue, I will make interesting music that brings something new each time (else I will stop in time and let Therion remain a unique band).


3.- What the band will have done before arriving Ecuador?

We have some separate concerts and festivals in Israel, France, Finland, Ireland and fr the first time in 3 years also a concert here in Sweden. And of course we will rehease some days too. So we will be warmed up perfectly for Equador.


4.- What the band will offer to the ecuadorian audience considering that here there's a crowd of fans that love at heart symphonic metal genre?

We will bring with us the full european stage production and play a set for a around 2 hours and 15 min with songs from albums between 1996-2007. It will be he first show on the Latin American branch of the tour, so we will be full of energy, that's for sure! =)


How is the performance?

This tour we've developed into some sort of metal musical operatic band, with a stage show that is truely amazing for a metal band of our size in our generation.

How many people will be at the scene?

The band + 4 soloists (8 all in all).


5.- Which are the future plans of the band?

2008 we will take a vacation, 2009 we're recording a new album and 2010 is the next World Tour (which hopefully will include Equador again, I think it will be a great experience there).
The next album will be the most ambitions to this date and will end the quadroly which the last 3 albums has been a part of.



UNFORGETTABLE!!!!!!



viernes, 7 de septiembre de 2007

La hiperrealidad de un mito llamado Zodiac


"ME GUSTA MATAR GENTE PORQUE ES MUCHO MÁS DIVERTIDO QUE MATAR ANIMALES SALVAJES EN EL BOSQUE, PORQUE EL HOMBRE ES EL ANIMAL MÁS PELIGROSO DE TODOS. MATAR ALGO ES LA EXPERIENCIA MAS EXCITANTE, ES AUN MEJOR QUE ACOSTARSE CON UNA CHICA, Y LA MEJOR PARTE ES QUE CUANDO ME MUERA VOY A RENACER EN EL PARAÍSO Y TODOS LOS QUE HE MATADO SERÁN MIS ESCLAVOS. NO DARE MI NOMBRE PORQUE USTEDES TRATARÁN DE RETRASAR O DETENER MI RECOLECCIÓN DE ESCLAVOS PARA MI VIDA EN EL MÁS ALLÁ EBEORIETEMETHHPITI".


En sus labios puedo leer, palabra por palabra, la resolución del criptograma en el que su principal referente es el personaje de El malvado Zaroff, la película favorita del autor del mensaje escrito arriba, el asesino hedonista y uno de los fenómenos mediáticos más interesantes en los Estados Unidos, Zodiac. El conde Zaroff del largometraje de 1932 era un loco millonario que vivía en una isla solitaria y se dedicaba a cazar a los náufragos como si fueran animales, de ahí la idea de que el ser humano “es el animal más peligroso de todos”.


El Conde Zaroff

¿Quién era Zodiac? Una, dos o tres personas quizá. En el mejor de los casos tenía disociación o personalidad múltiple. Puede, incluso, que la Policía se haya convencido de lo último, por la ambiguedad que presentaban las evidencias en la escena de varios crímenes no comprobados. Psicópata, sí lo fue sin duda alguna, al contrario de sentir culpa a fuerza de sus actos, sus crímenes le proveían de un placer absoluto que ni siquiera habría podido compararse con el acto sexual, como declaró en el descifrado criptograma. Inteligente y manipulador también lo era, además de estructural, como para ser capaz de escribir criptogramas con fuentes distintas: griego, morse, banderines navales, símbolos climáticos y astrológicos. Zodiac era la denominación de un código oculto de la Edad Media y la marca de un reloj con su firma, escogida quizá al azar; no en vano optó por aquel mote que causaría gran pavor en la sociedad de su entorno.
Su perfil siempre fue claro, el asesino en cuestión, jamás. Era dos o tres personas, cuyos actos se entremezclaron, por lo que se le escapó de las manos a la Policía. Resultado, algunos crímenes jamás resueltos y caso cerrado en 2004, después de 36 años de cometido el primer homicidio comprobado.
En marzo de 2007 el expediente se reabrió.


Zodiac se atribuyó 37 crímenes que describió en sus misivas enviadas a la Policía y a la prensa, por lo que se convirtió en el asesino “de moda” entre 1968 y 1969 en el Norte de California (en Benicia, Vallejo, Lake Berryesa y San Francisco), sin embargo los investigadores le acreditaron siete víctimas canónicas solamente, de las que dos lograron sobrevivir. Su supuesto historial de homicidios es tal vez uno de los mitos urbanos que tal vez nunca serán develados, ya que se lo relacionó con los asesinatos que no fueron cometidos por él, y por ende con los rastros de otros asesinos. Zodiac, con seguridad, era más de una persona.



Carta Al San Francisco Chronicle

Carta al San Francisco Examiner

Carta al Vallejo Times Herald

Criptograma no descifrado


Un personaje salido de un manga japonés, una especie de protagonista que solo podría haber constituido un héroe en la fantasía de los dibujos animados de la televisión, eso tal vez era en lo que osaba convertirse el homicida, y lo logró. No solo fue temido como malvado por los ciudadanos de los alrededores del estado en el que cometía sus delitos sino que se transformó en el más buscado, y como fenómeno mediático, en la historia que él mismo lo logró a través de las cartas que envió a la prensa y a la Policía atribuyéndose crímenes, llegó incluso a que se publicara un libro que se convirtió en un best seller en los Estados Unidos en los años noventa sobre la base de las investigaciones hechas por la policía, el periodista Paul Avery de San Francisco Chronicle y finalmente recopilado por el caricaturista Robert Graysmith.

Pero más alla de eso, Zodiac llegó a ser el personaje estelar de su propia película. Existen algunos filmes que hacen referencia a este caso. Harry el sucio (Clint Eastwood) está fundada escuetamente en en caso, a través de Scorpio. El "Gemini Killer" en la pelicula El exorcista III también sugiere algo de Zodiac. Edward James Olmos estelarizó The Limbic Region, cinta que parte del libro de Robert Graysmith Zodiac, y por último este año se ha estrenado la película basada en la historia de este asesino, dirigida por David Fincher, la obra maestra de quien también dirigió Seven y la magistral El Club de la Pelea.

Se ha erigido a Zodiac como un mito. El sueño del homicida se hizo realidad en el entorno ideal de una sociedad en la que las historias ficticias se retroalimentan y son necesarias, incluso para el imaginario del diario vivir de la humanidad. Zodiac se convirtió en un super star. No tan lejos de personajes villanos-héroes como V (famoso ahora por el filme V de Vendetta de James McTeigue) que derrochan maldad, ocultos en disfraces y artificios, y solamente quienes “podrían” tener el derecho de matar, e incluso, “ajusticiar”. Ahí se pierden las fronteras entre la admiración y el repudio de una audiencia en cuya vida real vive aterrorizada de los mitos que se han tejido alrededor de los famosos asesinos en serie.

Zodiac: la elegancia del poder mediático



El papel protágonico de esta convergencia mitológica se lleva el séptimo arte, con el cual se han reivindicado figuras reales y ficticias: desde el mismo Zaroff (El malvado Zaroff), Kit Carruthers (Badlands), Travis Bickle (Taxi Driver), Hannibal Lecter (El silencio de los inocentes), Norman Bates (Psicosis), hasta Tom Ripley (El Talentoso Sr. Ripley), Aileen Wournous (Monster) o Jean Baptiste Grenouille (El perfume), hasta el punto de mitificarlos con miras a la caricaturización del villano o héroe, quizá, de historias que arrancan de su cotidianidad al espectador. Así pasa de la aterradora verdadera existencia, Zodiac, a ser un ícono encarnado a la perfección en la pantalla grande en una película digna de admirarse en la historia de los mejores largometrajes de los últimos años.


Esta vez David Fincher se ha llevado los aplausos. Zodiac, de su autoría, es una verdadera obra de arte, incluso superior a sus taquilleras antiguas, que maneja la historia de este asesino en serie a partir de los datos reales que llegan al San Francisco Chronicle. La cinta se pega a los hechos de la forma más fiel posible sin dejar de ser cruda. De hecho es muy evidente la brutalidad de los homicidios, tan brutal en la armonía del cine que el director consigue con mucha seguridad la impresión del público. La sensación que causa en el espectador fluye a raíz de una excelente fotografía que se torna muy siniestra en algunas secuencias, y en otras panorámicas de gran belleza de la ciudad de San Francisco, además de las bien logradas actuaciones de los protagonistas. Zodiac se desenvuelve hábilmente con un estilo de suspenso que podría ser hijo del mismo Alfred Hitchock o David Lynch.


Zodiac no poseía un rostro, tenía un disfraz. El que asesinaba era un personaje siniestro, la metáfora del perverso de los cómics y de las caricaturas de TV. A veces cubierto con un atuendo negro, botas militares Wing Walkers, diseñadas -como se asegura en la cinta- para caminar en las alas de los aviones, guantes, y con el rostro completamente cubierto, lo que sobresaltaba a la vista de quien lo viese era el símbolo escrito en su traje, su firma, que de lejos habría podido ser similar al símbolo anárquico, o a uno satánico, de color blanco, y que era el logotipo de los relojes Zodiac (con esto último el criminal fue visto como un farsante). En la escena no balbuceaba casi nada, no pedía dinero ni efectos personales, solo disfrutaba del pavor que infundía; en otros casos ni lo último ya que disparaba a quemarropa en un abrir y cerrar de ojos, como se observa en la primera bien lograda secuencia del largometraje. En esta asesina el 4 de julio de 1969 (en Blue Rocks prings) a “Michael Renault Mageau, de 19 años, y a Darlene Elizabeth Ferrin, de 22 años, en un campo de golf a las afueras de Vallejo. En la vida real Darlene murió recibiendo primeros auxilios, en el Hospital Kaiser Foundation, mientras que Michael sobrevivió”. (http://es.wikipedia.org/wiki/Asesino_del_Zodiaco)

De allí en adelante 'Hurdy Gurdy Man', representativa canción de los ingleses sesenteros Donovan, será la apología de Zodiac, la banda sonora de cada hecho con la que la cinta lleva los crímenes hacia un plano estético, realizados a la perfección y con una crudeza ensalzada por las facultades del séptimo arte.

Thrown like a star in my vast sleep

I open my eyes to take a peep

To find that I was by the sea

Gazing with tranquillity.

'Twas then when the Hurdy Gurdy Man

Came singing songs of love,

Then when the Hurdy Gurdy Man

Came singing songs of love.

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy, gurdy he sang.

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy, gurdy he sang.

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy, gurdy he sang

Histories of ages past

Unenlightened shadows cast

Down through all eternity

The crying of humanity.

'Tis then when the Hurdy Gurdy Man

Comes singing songs of love,

Then when the Hurdy Gurdy Man

Comes singing songs of love.

(Hurdy Gurdy Man/Donovan)

Un mes después, Zodiac arremete contra Bryan Calvin Hartnell, de 20 años, y Cecilia Ann Shepard, de 22 años, “quienes fueron apuñalados el 27 de septiembre de 1969 en lo que en la actualidad se le denomina 'La isla del Zodíaco' en Lake Berryessa ubicado en el Condado Napa. Hartnell sobrevivió a seis puñaladas en la espalda, pero Shepard murió a causa de sus heridas , dos días después, en el Hospital Queen of Valley en Napa”. (http://es.wikipedia.org/wiki/Asesino_del_Zodiaco)

El 11 de octubre de 1969 asesina a Paul Lee Stine (de 29 años), con un solo disparo en la nuca, en Presidio Heights en San Francisco. Esta es la última víctima comprobada.El filme, entre los casos no comprobados, también presenta un presunto rapto ocurrido el 22 de marzo de 1970, cuando Kathleen Johns es secuestrada en la carretera 132 al oeste de Modesto California. Johns logra escapar del auto de un hombre que ofrece llevarla a ella y a su bebé luego de reventarse una llanta del auto de Kathleen. Él incendia el vehículo.”Después de escapar se dirigió a la Estación de Policía ubicada en Patterson, donde, ella vio el cartel de denuncia con el retrato robot del Zodiaco, y lo identificó como su atacador”. (http://es.wikipedia.org/wiki/Asesino_del_Zodiaco)

Según el patrón de los asesinatos en general, es evidente el “ritual” en el que el criminal se introduce para matar a sus víctimas. Sí existen ciertos rasgos repetitivos en las escenas de la mayoría de crímenes confirmados, que sin embargo no se ajustan con algunos hechos de los que el propio Zodiac había dicho ser el autor. Esto último, lo hace con el objetivo de que la prensa lo publique.

Ansía ser la noticia principal de todos los diarios y alcanzar la atención mediática suficiente para llegar a tener poder, razones por la que amenaza con matar más gente, niños y con instalar bombas en los lugares menos pensados. Por otro lado envía un pedazo de camisa ensangrentada junto con sus cartas como señal de evidencia de los crímenes, muy mountruoso para quien lo reciba. Presiona, entre otras cosas, a la prensa, para hablar en la TV a través del teléfono. En aquella llamada dice llamarse Sam. “Estoy enfermo me duele la cabeza”...y afirma que la única forma de curar su padecimiento es matando. “No quiero que me hagan daño, no quiero ir a la cámara de gas”. Promete encontrarse con el conductor del programa pero no acude a la cita. Después se descubre que se trata de una llamada falsa de un sujeto internado en un psiquiátrico. La sociedad “juega” con el caso, lo convierte en una bola de nieve hasta armar pieza por pieza la historia falaz de un asesino.

Posterior a un sinnúmero de datos que confluyen en una supuesta única persona a quien se conoce como Zodiac, los medios de comunicación intentan no hablar más de este asesino. El mismo Avery empieza a descubrir sus mentiras ya que algunas de sus cartas notificando algún crimen llegan a la sala de redacción de los diarios posteriormente a la publicación acerca del homicidio en cuestión por parte de algún rotativo. Así se adjudica crímenes que él no los había cometido. De esta manera se inicia el boceto de un personaje que es más de un personaje transformado en una verídica ficción urbana a base de propias y extrañas mentiras.

La mayoría de los ataques ocurre cerca de lagunas, pero el rasgo más peculiar de sus acechos es que Zodiac ataca a parejas que se se están haciendo arrumacos y además se encarama con mayor fuerza en acabar con la vida de las mujeres; así dos hombres logran sobrevivir. Con rasgos tan parecidos en estos acometimientos el homicidio de Paul Stine, el taxista, no encaja en los “rituales” anteriores.

Por otro lado, a la prensa le interesa manejar este caso desde el punto de la primicia, cada paso que da Zodiac es ansiado por los diarios para convertirse en el pionero del hecho, especialmente el SF Chronicle, el medio que cubre desde principio hasta darse por perdido el caso. Los periódicos logran sembrar el terror en los condados aledaños hasta instaurarse el toque de queda, el resultado de los actos del experto en manipulación, uno de los síntomas de la psicopatía de Zodiac. La audiencia, entre otras cosas, contraviene al papel de los medios de comunicación: “Los rotativos publicaron los criptogramas de Zodiac para aumentar sus ventas posiblemente”, se escucha decir a alguien que llamó por teléfono a una radio. El papel de los medios masivos se pone en tela de duda en la película además de que quienes trabajan para ellos se trocan la fama como el mismo homicida.

Robert Graysmith (Jake Gyllenhal) -muy conocido por su personaje Jack Twist en Brokeback Mountain, película de Ange Lee, en la que encarna a un vaquero homosexual- desde principio hasta casi el final de la cinta es el hilo conductor dada su espontánea intuición. Graysmith es inconscientemente instigado por Paul Avery para que se insmiscuya en cuerpo y alma en un asunto no resuelto. De personalidad única, talentoso, sensible, nervioso, así es Bob, quien posee excelente memoria, con la que finalmente junta el aparente rompecabezas. Graysmith llega al punto de poner el objetivo de develar este caso por encima de su matrimonio. A su familia, especialmente a su esposa Melanie, en la brillante actuación de Chloe Sevigny (destacada en películas como Boys don't Cry, Dogville y Broken Flowers) como una mujer gran ímpetu y poca belleza, le resulta insoportable vivir bajo las continuas amenazas de un ser que jamás da la cara.

Paul Avery es el otro lado de la intuición. Es una persona decadente, a quien -sin ser malvado- realmente le importa su propio reconocimiento como periodista. Está perfectamente construido sobre la base del ego a través del histrionismo de Robert Downey Junior, quien también representó a, de igual forma reportero pero de la pantalla chica, Wayne Gale, en la película Natural Born Killers, de Oliver Stone. En esta cinta de 1994 se contrapone el horror de unos crímenes cometidos por una amorosa pareja con la estética de la TV, la que también tiene el poder de heroinizar y endiosar a sus protagonistas en contraposición con el rating que quiso alcanzar Gale, y de alguna manera ser también famoso. Avery, conspícuo, sin duda excéntrico, pero perdedor. Se trata de un personaje que sugiere en alguna medida una ambición hipócrita que produce un inevitable shock contra la intuición de Graysmith. A este, Avery le pregunta qué busca con ser el investigador: “¿Qué tajada quieres?", lo que provoca un gran cuestionamiento en el inocente Graysmith. Incluso llega a vanagloriar su trabajo por encima del departamento de investigación y de la policía, guiados por David Toschi (el actor Mark Ruffalo, a quien se la visto en cintas como Eternal Sunshine of The Spotless Mind), un hábil profesional por vocación, que se ve obligado a abandonar el caso por la falta de pruebas.

El ego de Avery en aras de conseguir la información por sí solo produce continuos enfrentamientos con ellos. Varias veces quedan mal ante la audiencia por la culpa del periodista. Todo sea por la primicia de informar acerca del supuesto primer crimen cometido por Zodiac: “El 30 de octubre de 1966, Mary Jo Bates fue brutalmente asesinada por arma blanca, fue casi decapitada. La posible conexión de la muerte de Bates con Zodiac se dio cuatro años despúes a partir de un tip recibido por el reportero Paul Avery del San Francisco Chronicle sugiriéndole ciertas similitudes entre los asesinatos cometidos por el Zodiaco y las circunstancias que rodearon a la muerte de Bates”. (http://es.wikipedia.org/wiki/Asesino_del_Zodiaco)

Hasta que entre los informantes aparece Don Cheney, que dice conocer a un sospechoso: Arthur Leigh Allen, quien hasta la actualidad sigue siendo el primer sospechoso de los crímenes cometidos por Zodiac. Allen le había confesado a Cheney durante un paseo de pesca que fue acusado de perversión infantil. A pesar de haber haber grandes coincidencias entre él y el asesino, su caligrafía, según la opinión de profesionales grafólogos, no coincide con la de las misivas enviadas a los periódicos. John Carrol Lynch, en el papel de Arthur Leigh Allen, consigue una muy buena actuación a través de un personaje cuya apariencia habla por sí sola: corpulento y láconico, un personaje que raya en la paradoja, de ojos inocentes, con un aire lascivo y ladino a la vez. Eso era Leigh. Leigh, porque no le gustaba que lo llamasen Arthur.

Todos sus rasgos coinciden con las características de Zodiac, incluso la Policía encuentra en su auto unos cuchillos ensangrentados, de los que asegura haber utilizado para matar gallinas. Su reloj esde marca Zodiac y su libro favorito, El malvado Zaroff, ¿qué otros rasgos más finos puede dar? Pero su letra jamás coincide con la caligrafía de quien había escrito las cartas. Y aunque Graysmith comprueba que, a través de la fecha de nacimiento que había dado Zodiac en una de sus llamadas alertando de asesinatos por su cumpleaños, Arthur Leigh Allen había nacido el mismo día que Zodiac vino al mundo, el sospechoso continuó en libertad por el resto de sus días y quizá porque las investigaciones “de un caricaturista” nunca fueron consideradas de envergadura para la Policía.

Veintidós años después, en 1992, el caso permanece en investigación en las manos de quien reemplaza a Dave Toschi. Se llama al sobreviviente del asesinato del 4 de julio, Michael Renault Mageau para que reconozca la cara de su posible agresor; en ellas señala el retrato de Arthur Leigh Allen, con lo que finaliza este brillante filme. Antes de que la Policía atrape a Allen, este muere de un ataque al corazón.

Aun así el perfil genético de Leigh Allen que se analiza a partir del año 2000 no concuerda con las huellas dejadas por Zodiac. Leigh Allen continúa siendo el principal y único sospechoso. A partir de su muerte, Graysmith ya no recibe llamadas de amenazas.



Zodiac, entre el mito y la realidad, ha pasado a la lista de seres temidamente idealizados, a quienes la sociedad ha trastocado hacia la figura de los villanos de una caricatura. Con seguridad, la mitad de su perfil está construida sobre la base de una falacia y entre, en el mejor de los casos, dos o tres asesinos más. Sea quien haya sido logró una manipulación expertamente urdida de los medios masivos que su popularidad, inclusive, subió el rating de aquellos íconos de la comunicación a los que solo les interesaba precisamente vender. Hasta a la pantalla grande llegó en algunas versiones fílmicas susceptibles de admirarse. Zodiac es el mejor estreno que se ha proyectado últimamente. De la mano de Fincher, sus crímenes se han convertido en una obra de arte. Si Leigh Allen era Zodiac y si hoy estuviese vivo se encontraría sumamente satisfecho de que un talentoso ose hablar de él de manera tan elegante.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Un ícono en el arte de "iconografizar" a través del pop


A todo el mundo le debería tocar quince minutos de fama en la vida
Andy Warhol



Making love with his ego
Ziggy sucked up into his mind
Like a leper messiah
When the kids had killed the man
I had to break up the band
Ziggy Stardust/David Bowie




Nada más avant-garde que la presencia del legado de Andy Warhol en nuestra ciudad como un símil de la llegada de Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, la apología de David Bowie, a los parajes exóticos de Latinoamérica y una recreación de la Factory, el recoveco catalizador de los bautizados por un magnánimo personaje, a quien le interesaba más que ser un gran artista convertirse en una estrella, aunque solo fuesen “quince minutos de fama”.



...Bajarse de una limosina lo había visto con su pelo blanco y un caminar afeminado, dirigiendo la orquesta de su servidumbre y siendo el foco de atención de SAMO o Jean Michel Basquiat. Lo había mirado jugando con el misticismo envolvente que emanaba hacia sus interlocutores como si todos fueran unas marionetas susceptibles de efectuar los actos que este artista desease en un largometraje filmado hace once años...



Like to take a cement fix
Be a standing cinema
Dress my friends up just for show
See them as they really are
Put a peephole in my brain
Two New Pence to have a go
I'd like to be a gallery
Put you all inside my show

Andy Warhol looks a scream
Hang him on my wall
Andy Warhol, Silver Screen
Can't tell them apart at all


Andy walking, Andy tired
Andy take a little snooze
Tie him up when he's fast asleep
Send him on a pleasant cruise
When he wakes up on the sea
Be sure to think of me and you
He'll think about paint and he'll think about glue
What a jolly boring thing to do
Andy Warhol /David Bowie





No hace falta conocerlo, con ver su multifacética obra de arte, quizá, se llegue a percibir la magnitud grandilocuente de sus alaridos “comerciales”. El personaje, Andy Warhol, sin necesidad de rasgos ni trajes alienígenos, solamente el histrionismo de un pionero como disfraz, aunque pararse podría junto al mismo Bowie, quien fue su entrañable amigo en vida y quien se atrevió a interpretarlo en el filme de Julian Schnabel acerca del neoyorquino underground del grafiti y apadrinado de Warhol, Basquiat. Sentarse podría, entre otras cosas, junto al refinado en falsetto Klaus Nomi, muerto de sida a los 31 años, el ícono de la ópera futurista opacada por el pop de Bowie a fuerza del fallecimiento de quien fue un gran músico germano que jamás trascendió a las tablas del éxito comercial que el término pop llevó a numerosos divos y divas.


“Se dice que el tiempo cambia las cosas, pero en realidad es uno el que tiene que cambiarlas”.


En fin merodeoaba Warhol entre los dimes y diretes de una “logia” de privilegiados que con seguridad y “aderezados” con exceso entraron a Studio 54 alguna vez en su vida, si consideramos que este era el punto de encuentro, ahora legendario, de personajes como Salvador Dalí, Yoko Ono y John Lennon hasta Debora Harry (Blondie) y Madonna.
Manifestaciones urbanas que sobresalieron en las caóticas calles de Manhattan, aquellas son los referentes de Andy Warhol, y la genialidad de su psicopatía para el bien de la humanidad. Él ha sido la estrella del siglo XX y quizá siga siéndolo para la eternidad. La estética del mundo se mueve en torno a sus ideas.

Y tuvo la maña de usar su propia imagen para llegar a ser lo que fue, el gran artista de la élite refinada, de novísimos peinados y exóticas pelucas, su imagen por sí misma y quizá por antonomasia ya era una obra de arte, el protagonista, él; el mundo, el gran público para aplaudir quizá solamente una actitud de aquel endiosado con poder de seducción.

Él pop nació con él sin duda alguna, aunque este término haya sido desmerecido en los último años, y reducido a una simple corriente musical digerible y comercial. Pues comercial sí lo es, y talvez el primer rasgo sobresaliente que lo pop adquirió fue la palabra negocio, la “golosina” de Warhol (aceptaba sin chistar que su arte sí que era comercial porque él fue lo avant-garde personificado en el stablishment estadounidense de los años sesenta hasta los ochenta, el apogeo de lo comercial en Estados Unidos).



“Comprar es más americano que pensar y yo soy muy americano.”



Es que su obra le gritó al mundo a base de la estridencia de sus formas y colores, y de lo estridente que él mismo podía llegar a ser, un pintor con ropa de diseñador en una limosina con un peinado de estilo excéntrico, refinado y minimal, y en cuyas manos se iconografiziaron las figuras de un Franz Kafka o Marilyn Monroe, así como portadas de revistas y de discos (como la banana del álbum The Velvet Underground and Nico (1967) de Velvet Undeground), un gran diseñador en serie, con lo que el mundo urbano actual se identifica.

El ícono por excelencia del arte pop a escala mundial, eso llegó a ser bajo el estilo de vida del dandismo sugerido por el británico Todd Haynes en la película Velvet Goldmine en la que resalta a Oscar Wilde como el iniciador del movimiento pop en el mundo, que más tarde se reivindicaría por las figuras andróginas de los roqueros glam.


Sí que lo lloró el mundo cuando 20 años hace se despidió de él para siempre. Como Andy Warhol no será nadie más.




WARHOL POP ART, Centro Cultural Metropolitano


La gigante sopa de tomate Campbell's es el personaje protagonista, sin duda uno de los íconos del contexto urbano de la posguerra en los Estados Unidos, uno de los objetos sobresalientes que “simbolizó” Andy Warhol durante su carrera artística. Y dentro de este enlatado está fascinantemente montada una discoteca, otro de los sitios donde cotidianamente se encontraba el artista “exhibiéndose” con sus camaleónicos atributos.



Quizá sea la mejor exposición que se ha mostrado en el Centro Cultural Metropolitano del centro histórico de Quito de acuerdo a las obras que arribaron al país, las que hicieron un recorrido por Sudamérica. De cada época de Warhol, cuyos trabajos se centraban en la litografía, se pueden observar ejemplares esenciales; así, las primigenias de finales de los cincuenta, los diseños de portadas de discos, revistas, marcas y pósteres de los años sesenta, el apogeo de los setenta y la versatilidad de los ochenta.
Un montaje acorde con la excentricidad de la marca Andy Warhol se ha instalado en esta dependencia en la que se ha logrado proyectar la esencia de cada género artístico al que se dedicó el creador, tanto la pintura, el cine, la fotografía hasta el mismo diseño.

La recreación de La Factory merece, sin lugar a dudas, la admiración por parte del público adepto a las corrientes vanguardistas y de la posguerra en el universo del arte, para crear al espectador un panorama hiperreal de lo que fue el lugar de Warhol, casi mitológico, de donse surgieron las más grandiosas ideas del mundo contemporáneo urbano y en donde se concibieron las más descabelladas y excéntricas creaciones con las que eran recibidos los visitantes, quienes siempre fueron susceptibles de convertirse ellos mismos en artistas.


La Factory



La Vaca, la imagen que tenían que pintar sus invitados

Blow Job, una de las cintas de Warhol, en tiempo real y sin cortes, con secuencias larguísimas es parte de los filmes que se proyectan en el pequeño cine que se ha levantado en el lugar, sugestivo el nombre de un largometraje para adultos.

Secuencia de Blow Job


Series Marilyn, la obra más popular de Warhol, Campbell's soup, Flowers, Ladies and Gentlemen, Myths, Ten Protraits of Jews of the Twentieth Century y la Endagered Species ocupan los sitios más importantes de las exposición ya que reflejan tanto su período de apogeo como el final de sus días, donde se denota la máxima estridencia y estética del arte pop.
Para cada espectador que llegue a conocer un poco el mundo de Warhol será fácil penetrar en él. Desde el inicio es evidente la grandiosidad de la obra que se compenetra fácilmente con la elaboración del contexto para presentarlo y los soportes utilizados para trasmitir la esencia de un artista super star.

"Debería haber un curso en la escuela elemental sobre el amor. Debería haber cursos de belleza, amor y sexo. El más importante el del amor."

domingo, 19 de agosto de 2007

Cannibal Corpse visual: THE TIME IS TO KILL NOW












El grupo estadounidense más destacado de death metal, Cannibal Corpse, se presentó el jueves de 16 de agosto, en Quito, ante dos mil personas. THE TIME IS TO KILL NOW dice el emblema del tour de una de las bandas más extremas de este género.

viernes, 3 de agosto de 2007

Miller, de semidios a insecto



Soy un zángano cuya única función es descargar
ezpermatozoos en la escupidera de la angustia...

La guerra mental es la historia de la división del alma...

Sensaciones que se dibujan entre dos polos, eso significa repasar las provocadoras líneas de Sexus, parte de la trilogía La Crucifixión rosada Sexus-Plexus-Nexus, del vanguardista estadounidense Henry Miller, el personaje de su propia novela, su autobiografía que raya esencialmente en una compleja lista de sensaciones viscerales y actos sexuales cuyo contexto, el absurdo del ser humano, apunta a una decadencia vácua en su condición urbana y a menudo histriónica.

En Sexus, Miller acaba convirtiéndose en una mascota, un perro “¡Guau, guau, guau!, ladré”, balbuceando en monosílabos cuyo origen onomatopéyico reducen la existencia de un dios a la de un insecto. De la manía a la depresión absoluta, Miller caminaba entre la incongruencia de sus impulsos y la coherencia de sus reflexiones. En Sexus acaba siendo un esclavo luego de un largo período conviviendo en la autoproyección egocentrista de un brillante escritor. Y eso que apenas se trata de la primera parte narrada en 1947 cuya saga termina en 1960.
Con un extraordinario declive concluye Sexus cuyo autor, maldecido simplemente por una absurda existencia, confluye en una apología del famoso Antoine Roquetin (La Náusea) en donde a partir de la instrospección la nada juega el papel protagónico.

Y Mara/Mona confluye en una simbiosis con esta grandilocuente decadencia. Mara/Mona es cien mujeres en una, la amante de Miller, el verdadero personaje de la mascarada de Henry. La Mara tanguista, la Mona actriz, mitológica y mitómana, la fuerza del ánima en el exacerbado ánimus en contraposición del espíritu “higadesco” de Henry Miller; de la genialidad psicopatológica libre de culpa del artista que sale a orearse de la alcantarilla en los momentos que le son útiles. Es necesario rendirse a sus pies pero termina siendo un abandonado perro consigo mismo. “Rendirse absoluta, incondicionalmente, a la mujer que se ama es romper todas las ataduras, salvo el deseo de no perderla, que es la más terrible de todas”. Para Miller, la Mara de sus primeras páginas es “una mujer que intentaba confiar su secreto, una mujer desesperada, que mediante el amor intentaba unirse consigo misma”, una histérica-histriónica, magullada y adornada para el teatro de la vida.
“No hay mujer que pueda follar tan salvajemente como la mujer histérica que ha vuelto frígida su mente”. Es la Mara exenta de racionalidad de quien se enamora Henry, es el antifaz y el traje de noche, ese el ser nada y cientos de personajes a la vez.

“El hombre cuya grandeza de corazón lo conduce a la locura y a la ruina es es irresistible para una mujer, es decir para la mujer a la que ama... en un mundo tan hambriento de amor no es de extrañar que los hombres y las mujeres se vean cegados por el encanto y el brillo de sus propios yoes reflejados”. Al amar desenfrenadamente a Mona, como la historia romántica de Tristán e Isolda, Henry se quiere a sí mismo, así ella se enfrenta, más que al amor de un hombre a un ego arraigado obscenamente a la tierra. “La amo, en cuerpo y alma. Es todo para mí y , sin embargo, no se parece en nada a las mujeres con que soñé, a esos seres ideales a los que adoraba de muchacho. No corresponde a nada de lo que había concebido en lo más profundo de mi ser. Es una imagen totalmente nueva, algo extraño, algo que el destino trajo como remolino por mi senda desde una fosa desconocida”.

Un explorador de lo femenino, eso es Miller, un admirador de Afrodita, un catador de los placeres de Venus, desde lo más lascivo y animal, desde lo salvaje y primitivo, hasta que cause hastío y naúseas... “la belleza de Melanie procedía de su naturaleza angélica; su demencia, de la carne. Lo carnal y lo angélico se habían separado y Melanie era inexplicablemente bella como una estatua que se demorona, estaba ya expirando en la frontera (había tipos histéricos que también conseguían aislar la carne, con lo que le daban una vida particular y propia, pero en su caso siempre era posible conectar el fusible, restablecer la corriente, volver a someter la mente a control, llevaban una persiana mental que, como telón de amianto en el teatro, podía desarrollarse en caso de incendio o como indicación de que se había acabado otro acto).
Melanie era como un extraño ser desnudo, a medias humano, a medias divino, que pasaba todo su tiempo intentando en vano subir del foso de la orquesta al escenario. En su caso poco importaba que estuviera representándose la función o que hubiese acabado, que se tratara de un ensayo, un entreacto o una sala vacía y silenciosa. Trepaba con la repulsiva seducción de los dementes en su desnudez”.

El centro del histrionismo, las mujeres; desde el punto de vista freudiano, la histeria. El personaje femenino es el punto de partida de sus placeres, la literalidad de las víscera, el inicio de la decadencia de Miller en sus magníficas descripciones que nos llevan a visualizar un agua de Seltz, un telegrama, o un cuadro de Chagall. Descripciones en medio de las piernas de una dama, sin atavismos ni cursilerías.

Como forma de vida, el existencialismo, sin boceto definido alguno pero perfectamente deletreado por los fluidos de conciencia de Miller, desemboca en los humores del cuerpo humano relacionados con las emociones y la cotidianidad hedionda de la vida en un lugar sucio, atorado de desperdicios y seres humanos mediocres. “Un hombre escribe para expulsar todo el veneno que ha acumulado a causa de su forma de vida falsa. Trata de recuperar su inocencia, y, sin embargo, lo único que consigue (escribiendo) es inocular el mundo con el virus de su desilusión”.La latencia del despecho.
“Si insistes en enfocar tus impulsos, acabas convirtiéndote en un coágulo de flemas. Al final, sueltas un gargajo que te deja completamente seco y hasta años después no comprendes que no era un gargajo, sino tu yo interior... El objeto de la disciplina es fomentar la libertad, pero la libertad conduce al infinito y el infinito es aterrador. Entonces surgió la consoladora idea de detenerse al borde, de poner en palabras los misterios de la impulsión, la compulsión, la propulsión, de dañar los sentidos en olores humanos. Llegar a ser enteramente humano, la encarnación del demonio compasivo, el cerrajero de la gran puerta que conduce al más allá y más lejos para siempre aislado”.

Nos trasladamos nuevamente del declive al pico y viceversa como un electrocardiograma infinito y rebosante de los latidos cuya misma variación compone una estridente melodía absurda. Miller nos conduce a la luz y a la oscuridad al mismo tiempo que nos enceguece con chispazos lujurientos que no poseen límites a la redonda. “Era una condición afectiva, horrible, aterradora, porque no conocía límites. Era un hartazgo o aguachirle despersonalizado, una resaca resultante de algún estado de éxtasis arcaico: el recuerdo residual de cangrejos y víboras, de sus prolongadas copulaciones en el cieno protoplasmático de eras perdidas en la noche de los tiempos”.

La posibilidad de llegar a convertirse en un ser humano se pone de manifiesto a la vez que se destruye por completo en una de las imágenes más dolorosas que Miller describe a fuerza de intensidad y sangre con la omnipresencia de la muerte, y la posibilidad de existir al mismo tiempo que de morir, el aborto, y no podía obviarse en la sexualización de su autobiografía. “En la cómoda, el doctor ha dejado el cuerpo del dolor de muelas de siete meses envuelto en una toalla. Es como un homúnculo, la piel de rojo oscuro, y tiene cabello y uñas. Yace exánime en la cajón de la cómoda, una vida arrancada de un tirón a las tinieblas y devuelta a las tinieblas. No tiene nombre ni ha sido amado, ni será llorado. Ha sido arrancado de raíz y, si ha gritado, nadie lo ha oído. La vida que tuviera la ha vivido y perdido en sueños. Su muerte ha sido simplemente otra zambullida, más profunda, en ese sueño del que nunca ha despertado”. Como si este fuese un episodio cotidiano en la arbitrariedad del mundo urbano, desenfreno de los descabellados coitos de la humanidad.

“...Un mundo de esperanzas mutiladas, de aspiraciones sofocadas, de inanición a prueba de balas. Un mundo en el que se debe pasar de contrabando hasta el cálido hálito de la vida, en que se troncan gemas del tamaño del corazón de una paloma por un metro de espacio, por una onza de libertad. Todo se combina en un paté de hígado familiar que se traga en una hostia insípida.... en el profundo sótano del corazón humano suena el doloroso tañido del arpa de hierro...”
Progresivamente se insmiscuye en un rincón imaginado de ángeles negros, a ese que acuden solamente quienes lograron percibir el paraíso en cuerpo más que alma; el rincón psicológico de Miller menoscabado en la genialidad de sus neuronas. Intensamente enlazado a la tierra mientras que lírica es su relación con el universo cósmico. Entre estos dos polos Miller elabora minuciosamente su tumba para enterrarse vivo con los ojos fijos en las estrellas, con una mano devorada por gusanos en una hinóptica visión del semiviaje a un mundo paralelo, donde no hay un ápice de mediocridad y de una salvaje y arrasadora cotidianidad. “Las estrellas brillaban intensamente. Me eché en el banco y las miré fijamente. Todos mis fracasos estaban unidos ahora dentro de mí formando un nudo, un auténtico embrión de frustración. Ahora todo lo que me había ocurrido me parecía extraordinariamente remoto. No tengo otra cosa que hacer que recrearme en mi indiferencia. Me puse a viajar de estrella a estrella”.

¡Guau, guau, guau!, ladré.

El idealizado dios desciende a los infiernos del lumpen cancerbero. De Miller solo queda el rastro de sus facciones pidiendo caridad y compasión, lo que sintió jamás en sus maniáticos picos. También es, como el describe, un gato anarquista, solitario y callejero, con los pies manchados de brea en un ardiente verano y un hilvanado corazón con una cuerda de yute. Adiós Mona, te verá levitando diez centímetros sobre el piso y te ladrará.

martes, 24 de julio de 2007

Parálisis Permanente - Quiero Ser Santa

Parálisis Permanente fue un grupo español de post punk de la década de los ochenta, al que se considera iniciador de una corriente de sonido oscuro dentro de la llamada movida madrileña. Surgidos a principios de la década en Madrid, tras la separación de Alaska y los Pegamoides, sacaron un único LP y vieron truncada violentamente su prometedora carrera cuando se encontraban en su mejor momento. Pese a su breve recorrido, hoy en día se les considera una banda de culto dentro de las contraculturas siniestra y punk española, además de encajar en el prototipo de banda maldita en la que la sombra de un final trágico se proyecta sobre la obra haciendo que esta tome una mayor relevancia, no solo por lo que es, sino, además, por lo que pudo haber sido. (Wikipedia)

El perfume: la seducción, el poder del psicópata


El agua más turbia que puedas beber.
La línea más curva que puedas trazar.
La trampa más bella en la que puedas caer...
La chica del año en la facultad.
Me gusta como hueles; ponte a salvo.
Recuerdo cuando eras portada en revistas,
el punto brillante inalcanzable.
Gastabas cada día una fortuna en cosméticos,
y objetos extraños que no usabas jamás.
Me gusta como hueles; ponte a salvo.
Marcabas como un paso de baile al andar,
y nunca querías pararte a pensar.
Animal de celuloide,
tus propios pensamientos quieren asesinarte.
Me gusta como hueles; ponte a salvo.
Corren los años de tu juventud,
desde el primer día empezaste a caer.
Alguna oscura conexión te lleva con frecuencia al psiquiátrico.
Tus partes médicos profecías alarmantes,
tu ojos llenos de aquélla luz demente.
Dejaste una frase de despedida:
"adiós, voy a buscar el paraíso".
Me gusta como hueles; ponte a salvo.
(Jorge Martínez/Ilegales)

Impavidez. Si de nombrar la característica más sobresaliente de Jean Baptiste Grenouille (El Perfume) se trata, precisamente sería aquella, la ausencia de denuedo ante la supuesta culpa. El Leitmotiv del psicópata excento de amor, moral y religión. La impavidez junto a un espíritu brillante cuya aprehensión raya en la racionalidad son características desconfiables que fácilmente seducen a los “normales”.

Simbólico resulta que Grenouille no huela a nada, ni a ropa rancia ni cloacas de París, de donde provino; una apología de su falta de empatía con algún humano. Imprescindible resulta que no tenga aroma alguno para que nadie lo quiera, tampoco le interesa que alguien lo ame, sino que esté a su servicio, cual amo que exprime hasta la última gota de sudor de su súbdito, como un vampiro que succiona toda la sangre de su presa.

Tom Tykwer lo supo dibujar bien. Quizá Grenouille, en la versión cinematográfica de este cineasta germano, sea lo magistral de su última obra. No importan siquiera los asesinatos cometidos en aras de sus obsesiones sino el garbo con el que los efectuaba, junto a la perfección para eternizar el olor de cada víctima.

Entre la belleza y la maldad aleteaba Grenouille, cazador de mujeres hermosas cuya belleza se respiraba en su piel, lo que Tykwer conjuga perfectamente con los colores. En una sinestesia la pelirroja que camina por una calle desolada cuya cabellera roza la blancura de un cutis terso que emana un aroma a duraznos, la primera víctima, a quien nunca olvidó por constituir el origen de su maldad sin culpa.

Tal vez Patrick Suskind construyó en el libro otra especie de psicópata, uno al que el espectador percibe de lejos sin esa literalidad que el personaje de la pantalla grande logra naturalmente y la que precisamente seduce, asimismo como el psicópata, a quienes miran el largometraje. La cinta no es una obra maestra pero está realizada con precisión, con absoluto cuidado en la historia cronológica de la trama, y el uso de una estética original al estilo “rojo” de Tykwer, un fetichista del tono pasional del cabello en las mujeres, que evidentemente se originó con el personaje de Franka Potente en Run Lola Run.


La historia fluye sobre la base del sentido del olfato. Las sensaciones primitivas del humano son los olores, toda una forma de comunicación instintiva, primaria en los animales. Primigenio y desarrollado en Grenouille, la única pasión obsesiva en su talento, la manera en que podían serle útiles los demás.

Grenouille, el asesino inserto en el glamoroso mundo del perfumista, elabora el complejo mundo paradójico del bien y el mal, entre Eros y Tanatos, y la belleza y la fealdad. En medio de diversos aromas: limón, almizcle, lavanda, clavo de olor, rosas y lilas, Jean Baptiste, con un porte aparentemente inocente, se extasiaba ante la sola presencia de una mujer que emane un agradable olor, pero más allá de eso se sobrecogía ante la idea de poder capturar ese aroma en alguna esencia. De esa forma se dio inicio la racha de asesinatos en los que Grenouille obtenía la piel y los cabellos de sus víctimas para convertirlos en un caro perfume. Sin embargo, el horror del homicida no radica en lo macabro de sus objetivos para despojar la vida de decenas de damas, está en algo que resulta mucho más interesante, el poder, especialmente en la seducción.

Ergo, el arma, más allá de la impavidez y el talento, es el poder que llegó a sus manos a través de un perfume, el símbolo de la seducción de este psicópata. En magistrales escenas simbólicas, Grenouille llegó a convertirse en un manipulador de masas, como tantos en la historia lo han sido, a cuyos pies la humanidad cayó considerándolo un dios a quien fue necesario obedecer. No tiene el don de la palabra, Grenouille posee el poder del aroma, la ambrosía de la seducción, para convencer a todos de que es un ángel caído del cielo y no un monstruoso ser humano.
El actor, el británico Ben Wishaw, definitivamente logra una estupenda actuación al encarnar a Grenouille. No tan novato pero desconocido en el plató de las famosa obras del séptimo arte.

El perfume realmente consigue unas exquisitas actuaciones que logran el fluir de sensaciones a través de los olores, formas y colores. Más que una historia que raya en lo sádico del hombre es un cúmulo de momentos seductores que consiguen una brillante contraposición con un personaje malvado: Jean Baptiste Grenouille, un psicópata hedonista cuyo poder radicó siempre en el olfato.

martes, 19 de junio de 2007

La reinterpretación electrónica de Floyd y U2, entre la innovación y el negocio



Indiscutible resulta el planteamiento de una crítica sobre el resultado de la música electrónica fusionada con un clásico considerado “sagrado” como es la banda de rock progresivo Pink Floyd y el bagaje artístico-cultural de este ícono inglés a escala mundial. Y es que a muchos adeptos de su música les chocará, quizá a otros les encantará -las opiniones son divididas-, escuchar la lírica de 'Confortably Numb' o de 'Wish You Were Here', escrita por el genio Roger Waters, entonadas por la ensoñadora y sensual voz de la cantante de Lazy, parte del proyecto Pink Floyd: A Chillout Experience (el primer álbum, en 2006), calificado por críticos musicales con una agrupación con fines “comerciales”. Sí, la música ya conocida, con toques y tintes electrónicos que tanto gustan a la juventud, podría venderse fácilmente; sin embargo quedarse con esta aseveración, asimismo, desembocaría en la simple conclusión burda.

Este fenómeno novísimo es parte de la fragmentación del objeto otrora de culto para “refreírlo” a manera, si se quiere, digerible en aras de la búsqueda de ser parte del nuevo movimiento chillout, que tiene el permiso comercial respectivo para hacer lo que desea con lo que la tradición considera qué es realmente música: Bob Marley (reggae), Pink Floyd (rock progresivo), Gun's and Roses (hard rock), entre otros clásicos representativos de sus géneros fusionados con bossa nova, jazz, flamenco, etc., y beats de sintetizadores digitalizados. Temas que han pasado ser parte de los imaginarios roqueros y “respetados” por miles de fans en el mundo han merecido estar en la lista de covers cantados por otros grupos en distintos ámbitos musicales, por un lado a manera de tributo, por otro, debido a la fama y el nombre que han convertido en una leyenda popular desde hace casi medio siglo. Entre el mito y la fama, Pink Floyd es también un estilo de vida, más allá del talento musical que ha influido en bandas más nóveles.

Lazy además ha dedicado un tributo a U2, una banda más nueva pero una de las endiosadas del pop europeo, en su álbum 2007 In The Name of Love, a través de una reinterpretación electro-jazz, quizá menos pegajosa que el primer trabajo. U2 es definitivamente un ícono que ha sabido fluir a través del tiempo sin chistar con mucha creatividad y bajo la línea comercial a partir de los años ochenta. De esta forma, los temas más famosos como 'Beautiful Day' o 'Sunday Bloody Sunday' adquieren nuevos matices, los electrónicos, en una era en la que el arte toma otras significaciones.

Entre el mito y la fama: quizá sean esos, más allá de la intención, los resultados de un álbum de covers, muy sui géneris -en el caso de Pink Floyd- dada su fusión de los ritmos brasileños de la bossa nova, los experimentos electrónicos elaborados en la Argentina y las líricas del rock inglés, de gira por el Ecuador. ¡Vaya que la globalización está en marcha! Así como el jazz norteamericano, las líricas de una banda de pop irlandesa junto a las notas computarizadas, en el caso de la agrupación cuyo líder es Bono Vox.
De esta forma, es necesario que la audiencia musical tanto tradicional como experimental considere que en los tiempos actuales, qué vieja discusión, lo válido no es el genio ni la estructura técnica o pionera de un género musical en tanto la tradición de otros tiempos lo dicte, sino que como parte de la globalización dentro del posmodernismo que expuse anteriormente en lo de Buddha Sounds, Chillout Experience y In The Name Of Love sean considerados como unos representantes más de este fenómeno digno de escucharse. Es válido “reciclar” la música, como sucede actualmente con el cine y otras manifestaciones artísticas que dan valor a un hito de una manera nueva: ese precisamente es el valor para re-crear obras que están en el inconsciente colectivo y que adquieren formas nuevas, no mejores, ni peores, pero diferentes. Y, por supuesto, son sujetos de un buen negocio.

La comparación está demás.

La gira de este proyecto que ha sido denominada "Chillout Experience" se presentará en Quito, en el Teatro Bolívar, el viernes 13 y sábado 14 de julio.

jueves, 14 de junio de 2007

Tres cuadros que hay que ver

Opus 217, de Paul Signac



Nadgorodom, de Marc Chagall





Gato y pájaro, de Paul Klee



martes, 22 de mayo de 2007

A propósito de Emma Bovary

Solo que esta vez es Marion, en la película de 2004 de Francois Ozon, 5x2

lunes, 21 de mayo de 2007

Desde Ana Karenina hasta nuestros días


"In My Secret Life" (Leonard Cohen)
I saw you this morning.
You were moving so fast.
Can’t seem to loosen my grip
On the past.
And I miss you so much.
There’s no one in sight.
And we’re still making love
In My Secret Life.
I smile when I’m angry.
I cheat and I lie.
I do what I have to doTo get by.
But I know what is wrong,
And I know what is right.
And I’d die for the truth
In My Secret Life.
Hold on, hold on, my brother.
My sister, hold on tight.
I finally got my orders.
I’ll be marching through the morning,
Marching through the night,
Moving cross the borders
Of My Secret Life.
Looked through the paper.
Makes you want to cry.
Nobody cares if the people
Live or die.
And the dealer wants you thinking
That it’s either black or white.
Thank G-d it’s not that simple
In My Secret Life.I bite my lip.
I buy what I’m told:
From the latest hit,
To the wisdom of old.
But I’m always alone.
And my heart is like ice.
And it’s crowded and cold
In My Secret Life.
*A propósito del bovarismo que se deriva de la famosa obra de Gustave Flaubert, que precisamente no desencadena una definición que se ajuste a la forma de ser de su protagonista Emma Bovary, usaré este término, utilizado más bien en la psiquiatría para referirse a un trastorno de personalidad esquizoide, con el objetivo de aludir personajes femeninos que, como en una gran obra de teatro, han pisado la alfombra roja al retratar a mujeres inconsolablemente insatisfechas.

Del s. XIX puedo tomar a dos mujeres, como lo hizo Stephen Daldry en Las Horas con Virginia Woolfe y dos mujeres más de distintas épocas (Laura Brown-Juliane Moore y Clarissa Vaughan-Meryl Streep) para analizar un complejo universo femenino que choca con el contexto social en el que se desarrolla, con el fin de definir, desde un punto de vista más emocional, a dos personajes clave de cintas íconos en la historia del cine: The Bridges Of Madison County (Clint Eastwood, 1995) y Little Children (Todd Field,1996), cuya trama se desenvuelve alrededor de la infidelidad.

Tenemos a Francesca (Meryl Streep, de nuevo destacándose) y Sarah (Kate Winslet), quienes insertas a las perfección en sus difíciles personajes, en el arquetipo primario de la mujer: afrodita, y que enamoradas del amor, son capaces de “serse fieles a sí mismas”, como asegura Francesca en uno de sus tres diarios leídos por sus hijos cuando ella ya está muerta. Ser fiel a sí misma significa seguir al pie de la letra, literalmente, el deseo, quizá reprimido en su condición de amas de casa, condición de la que también reniega, en pos de una reivindicación femenina, Emma Bovary, un referente de Sarah, quien la denomina como un símbolo del feminismo, no por el placer de traicionar o satisfacer un deseo carnal del que las mujeres no están exentas, sino por el poder de tomar las propias decisiones a costa de las reflexiones morales de la sociedad de la época.

O sea, bovarismo se traduce como un sinónimo de insatisfacción, como narra esta obra primigenia de los clásicos de la literatura universal que coloca sobre la mesa a Emma junto a una serie de personajes femeninos en los que Ana Karenina también ocupa un lugar. Ana fue uno de los personajes que más impacto me causó en la adolescencia, sin conocer a Emma, quizá porque en la sique femenina priman las emociones y porque la mujer visceral está doblemente condenada a la angustia al solucionar sus conflictos a fuerza de Afrodita o Hera, con suerte, de Perséfone, pero casi nunca de Atenea. Atenea es talvez un arquetipo demasiado masculino para las infidelidades de Afrodita. Así, estos personajes se encasillan, desde el punto de vista de la psicología junguiana, en el patrón de la mal llamada femme fatal, cuyo ego se identifica erróneamente con Venus y cuya vida está regida por este arquetipo hasta acabar con ella. Ese es el peligro latente. Es verdad que así se puede morir de amor.

Ana, Emma, Francesca y Sarah están casadas, sin embargo, seguramente lo hicieron por cumplir, y por ser fieles a sus familias, los cánones en la cronología de la vida de una mujer acorde con el tiempo en el que les tocó nacer. Ana y Emma, de plano, estaban signadas por un futuro poco prometedor que las encerraría en el hogar de una mujer casada preocupada por sus hijos y tutores, y por los manjares que la mesa europea brindaba a las familias, incluso de aquellas venidas a menos. La mujer no es loca, es emocional hasta el tuétano y se retuerce su alma si no cumple a cabalidad cada uno de sus sueños, así es imposible seguir con una vida normal en la que el inconsciente está gritando enardecido que esta es la vida que Ana Karenina o Emma Bovary no han soñado para ellas. Y el amor será también el horror. ¿Qué queda después de eso sino morir? Ahí está Ana carcomida por la pasión de Wronsky, angustiada por los fantasmas de la malicia, que reviven los actuales esperpentos de una mujer sumamente intensa, que ama en cuerpo y alma, que se vacía hasta el punto de no tener nada más para entregar. Quizá también Ana Karenina sea un cuento de hadas de cientos de páginas donde lo importante no solamente son las decenas de personajes que confuden al lector y cuyas historias están narradas en medio de una pudiente aristocracia zarista. Recordé que mi profesora de literatura rusa leía Ana Karenina, “a manera de descanso” para poder dormir por las noches al final de una larga rutina de análisis de obras verdaderamente “difíciles”. Pero para mí solo el hecho de analizar a Ana ya se ha tornado en un sacrificio en el que es difícil liducidar, peor, juzgar, a un personaje desde una óptica totalmente objetiva, es más incluso práctico identificarse desde algún punto de vista con algunos personajes para llegar a una conclusión que ha sido aprehendida en la vida de cada lector. Es que esa es la literatura.

En las rieles del tren y con arsénico, así terminan una vida llena de avatares, angustias, sufrimientos y lágrimas pese al exarcebado sentimiento amatorio con el que dirigieron su vida. Pero la muerte es asimismo un recurso que queda enlazado al drama del siglo XIX, romántico y moderno, muy lejano si se discute acerca de Francesca, la granjera, o Sarah, la ama de casa de un suburbio en EEUU. Tan iguales resultarían ser estos lugares apartados del corre-corre de la metrópolis norteamericana en comparación con la vida aburrida y familiar de dos mujeres que tienen que preocuparse de sus hijos y que seguramente no nacieron para aquella “titánica” tarea. Con ellas entiendo que “no todas las mujeres tienen que ser madres” ni que la única tarea de la mujer es la maternidad. ¿Quién ha dicho que todos los hombres deben ser padres o que un hombre está totalmente realizado cuando es padre?

Sarah descubre a su marido, amante de la pornografía, masturbándose, en una cómica y bien lograda escena de Little Children, al frente de la pantalla de una computadora. Ni el espectador llega a conocer a su aislado esposo. Tampoco se identifica con sus tradicionales y miedosas vecinas, quienes además juzgan al acosador de niños recién salido de la cárcel. Sí, tiene dinero, pero no tiene nada más qué hacer. Podría escribir, estudió literatura, precisamente este dato es lo que me ha hecho enlazarla con Francesca, apasionada por Yeats y un fotógrafo artista del National Geographic, Robert Kincaid. Quieren algo diferente. Un alternativa de vida. La que no fue optada por ella jamás y la proyectan en otra persona, y amándola se aman a sí mismas. Sarah traiciona a su marido con el primer hombre diferente que ve en un abandonado vecindario de clase alta, cree enamorarse y hasta hace todo lo posible por escaparse con él. Sin embargo su derecho a tomar una decisión sobre un futuro en el que un error sembraría dolor, como sucede con Francesa, decide continuar con su vida real, la que ha construido durante mucho tiempo.

Así, bovarismo no es insatisfacción amorosa, es insatisfacción de vida. No solo existe un vacío emocional si no un capricho que conduce a cometer acciones de toda índole. El capricho de Emma desemboca en la bancarrota familiar, al igual que el mitómano que se construye una vida pararela a su existencia real y vacía, en la que la maternidad juega un papel poco importante, como sucede con Karenina, y en la que el hombre, en papel de marido, queda reducido a la culpa de esa insatisfacción, el reflejo del letargo y aburrimiento que les produce la vida aparentemente tranquila de esposas y madres, y en la que tampoco ven las recompensas de su “entrega” en cuerpo y alma durante esta etapa en cada mujer.
Francesca y Sarah dieron rienda suelta a su feminidad, reivindicada sobre la base de la insatisfacción que en algún momento las despierta de su sueño eterno, sin necesidad de ser el verdugo de los seres que la rodean. A sus pies tienen la posibilidad de decidir, y deciden por la suerte de su futuro ya construido.