viernes, 7 de septiembre de 2007

La hiperrealidad de un mito llamado Zodiac


"ME GUSTA MATAR GENTE PORQUE ES MUCHO MÁS DIVERTIDO QUE MATAR ANIMALES SALVAJES EN EL BOSQUE, PORQUE EL HOMBRE ES EL ANIMAL MÁS PELIGROSO DE TODOS. MATAR ALGO ES LA EXPERIENCIA MAS EXCITANTE, ES AUN MEJOR QUE ACOSTARSE CON UNA CHICA, Y LA MEJOR PARTE ES QUE CUANDO ME MUERA VOY A RENACER EN EL PARAÍSO Y TODOS LOS QUE HE MATADO SERÁN MIS ESCLAVOS. NO DARE MI NOMBRE PORQUE USTEDES TRATARÁN DE RETRASAR O DETENER MI RECOLECCIÓN DE ESCLAVOS PARA MI VIDA EN EL MÁS ALLÁ EBEORIETEMETHHPITI".


En sus labios puedo leer, palabra por palabra, la resolución del criptograma en el que su principal referente es el personaje de El malvado Zaroff, la película favorita del autor del mensaje escrito arriba, el asesino hedonista y uno de los fenómenos mediáticos más interesantes en los Estados Unidos, Zodiac. El conde Zaroff del largometraje de 1932 era un loco millonario que vivía en una isla solitaria y se dedicaba a cazar a los náufragos como si fueran animales, de ahí la idea de que el ser humano “es el animal más peligroso de todos”.


El Conde Zaroff

¿Quién era Zodiac? Una, dos o tres personas quizá. En el mejor de los casos tenía disociación o personalidad múltiple. Puede, incluso, que la Policía se haya convencido de lo último, por la ambiguedad que presentaban las evidencias en la escena de varios crímenes no comprobados. Psicópata, sí lo fue sin duda alguna, al contrario de sentir culpa a fuerza de sus actos, sus crímenes le proveían de un placer absoluto que ni siquiera habría podido compararse con el acto sexual, como declaró en el descifrado criptograma. Inteligente y manipulador también lo era, además de estructural, como para ser capaz de escribir criptogramas con fuentes distintas: griego, morse, banderines navales, símbolos climáticos y astrológicos. Zodiac era la denominación de un código oculto de la Edad Media y la marca de un reloj con su firma, escogida quizá al azar; no en vano optó por aquel mote que causaría gran pavor en la sociedad de su entorno.
Su perfil siempre fue claro, el asesino en cuestión, jamás. Era dos o tres personas, cuyos actos se entremezclaron, por lo que se le escapó de las manos a la Policía. Resultado, algunos crímenes jamás resueltos y caso cerrado en 2004, después de 36 años de cometido el primer homicidio comprobado.
En marzo de 2007 el expediente se reabrió.


Zodiac se atribuyó 37 crímenes que describió en sus misivas enviadas a la Policía y a la prensa, por lo que se convirtió en el asesino “de moda” entre 1968 y 1969 en el Norte de California (en Benicia, Vallejo, Lake Berryesa y San Francisco), sin embargo los investigadores le acreditaron siete víctimas canónicas solamente, de las que dos lograron sobrevivir. Su supuesto historial de homicidios es tal vez uno de los mitos urbanos que tal vez nunca serán develados, ya que se lo relacionó con los asesinatos que no fueron cometidos por él, y por ende con los rastros de otros asesinos. Zodiac, con seguridad, era más de una persona.



Carta Al San Francisco Chronicle

Carta al San Francisco Examiner

Carta al Vallejo Times Herald

Criptograma no descifrado


Un personaje salido de un manga japonés, una especie de protagonista que solo podría haber constituido un héroe en la fantasía de los dibujos animados de la televisión, eso tal vez era en lo que osaba convertirse el homicida, y lo logró. No solo fue temido como malvado por los ciudadanos de los alrededores del estado en el que cometía sus delitos sino que se transformó en el más buscado, y como fenómeno mediático, en la historia que él mismo lo logró a través de las cartas que envió a la prensa y a la Policía atribuyéndose crímenes, llegó incluso a que se publicara un libro que se convirtió en un best seller en los Estados Unidos en los años noventa sobre la base de las investigaciones hechas por la policía, el periodista Paul Avery de San Francisco Chronicle y finalmente recopilado por el caricaturista Robert Graysmith.

Pero más alla de eso, Zodiac llegó a ser el personaje estelar de su propia película. Existen algunos filmes que hacen referencia a este caso. Harry el sucio (Clint Eastwood) está fundada escuetamente en en caso, a través de Scorpio. El "Gemini Killer" en la pelicula El exorcista III también sugiere algo de Zodiac. Edward James Olmos estelarizó The Limbic Region, cinta que parte del libro de Robert Graysmith Zodiac, y por último este año se ha estrenado la película basada en la historia de este asesino, dirigida por David Fincher, la obra maestra de quien también dirigió Seven y la magistral El Club de la Pelea.

Se ha erigido a Zodiac como un mito. El sueño del homicida se hizo realidad en el entorno ideal de una sociedad en la que las historias ficticias se retroalimentan y son necesarias, incluso para el imaginario del diario vivir de la humanidad. Zodiac se convirtió en un super star. No tan lejos de personajes villanos-héroes como V (famoso ahora por el filme V de Vendetta de James McTeigue) que derrochan maldad, ocultos en disfraces y artificios, y solamente quienes “podrían” tener el derecho de matar, e incluso, “ajusticiar”. Ahí se pierden las fronteras entre la admiración y el repudio de una audiencia en cuya vida real vive aterrorizada de los mitos que se han tejido alrededor de los famosos asesinos en serie.

Zodiac: la elegancia del poder mediático



El papel protágonico de esta convergencia mitológica se lleva el séptimo arte, con el cual se han reivindicado figuras reales y ficticias: desde el mismo Zaroff (El malvado Zaroff), Kit Carruthers (Badlands), Travis Bickle (Taxi Driver), Hannibal Lecter (El silencio de los inocentes), Norman Bates (Psicosis), hasta Tom Ripley (El Talentoso Sr. Ripley), Aileen Wournous (Monster) o Jean Baptiste Grenouille (El perfume), hasta el punto de mitificarlos con miras a la caricaturización del villano o héroe, quizá, de historias que arrancan de su cotidianidad al espectador. Así pasa de la aterradora verdadera existencia, Zodiac, a ser un ícono encarnado a la perfección en la pantalla grande en una película digna de admirarse en la historia de los mejores largometrajes de los últimos años.


Esta vez David Fincher se ha llevado los aplausos. Zodiac, de su autoría, es una verdadera obra de arte, incluso superior a sus taquilleras antiguas, que maneja la historia de este asesino en serie a partir de los datos reales que llegan al San Francisco Chronicle. La cinta se pega a los hechos de la forma más fiel posible sin dejar de ser cruda. De hecho es muy evidente la brutalidad de los homicidios, tan brutal en la armonía del cine que el director consigue con mucha seguridad la impresión del público. La sensación que causa en el espectador fluye a raíz de una excelente fotografía que se torna muy siniestra en algunas secuencias, y en otras panorámicas de gran belleza de la ciudad de San Francisco, además de las bien logradas actuaciones de los protagonistas. Zodiac se desenvuelve hábilmente con un estilo de suspenso que podría ser hijo del mismo Alfred Hitchock o David Lynch.


Zodiac no poseía un rostro, tenía un disfraz. El que asesinaba era un personaje siniestro, la metáfora del perverso de los cómics y de las caricaturas de TV. A veces cubierto con un atuendo negro, botas militares Wing Walkers, diseñadas -como se asegura en la cinta- para caminar en las alas de los aviones, guantes, y con el rostro completamente cubierto, lo que sobresaltaba a la vista de quien lo viese era el símbolo escrito en su traje, su firma, que de lejos habría podido ser similar al símbolo anárquico, o a uno satánico, de color blanco, y que era el logotipo de los relojes Zodiac (con esto último el criminal fue visto como un farsante). En la escena no balbuceaba casi nada, no pedía dinero ni efectos personales, solo disfrutaba del pavor que infundía; en otros casos ni lo último ya que disparaba a quemarropa en un abrir y cerrar de ojos, como se observa en la primera bien lograda secuencia del largometraje. En esta asesina el 4 de julio de 1969 (en Blue Rocks prings) a “Michael Renault Mageau, de 19 años, y a Darlene Elizabeth Ferrin, de 22 años, en un campo de golf a las afueras de Vallejo. En la vida real Darlene murió recibiendo primeros auxilios, en el Hospital Kaiser Foundation, mientras que Michael sobrevivió”. (http://es.wikipedia.org/wiki/Asesino_del_Zodiaco)

De allí en adelante 'Hurdy Gurdy Man', representativa canción de los ingleses sesenteros Donovan, será la apología de Zodiac, la banda sonora de cada hecho con la que la cinta lleva los crímenes hacia un plano estético, realizados a la perfección y con una crudeza ensalzada por las facultades del séptimo arte.

Thrown like a star in my vast sleep

I open my eyes to take a peep

To find that I was by the sea

Gazing with tranquillity.

'Twas then when the Hurdy Gurdy Man

Came singing songs of love,

Then when the Hurdy Gurdy Man

Came singing songs of love.

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy, gurdy he sang.

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy, gurdy he sang.

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy, gurdy he sang

Histories of ages past

Unenlightened shadows cast

Down through all eternity

The crying of humanity.

'Tis then when the Hurdy Gurdy Man

Comes singing songs of love,

Then when the Hurdy Gurdy Man

Comes singing songs of love.

(Hurdy Gurdy Man/Donovan)

Un mes después, Zodiac arremete contra Bryan Calvin Hartnell, de 20 años, y Cecilia Ann Shepard, de 22 años, “quienes fueron apuñalados el 27 de septiembre de 1969 en lo que en la actualidad se le denomina 'La isla del Zodíaco' en Lake Berryessa ubicado en el Condado Napa. Hartnell sobrevivió a seis puñaladas en la espalda, pero Shepard murió a causa de sus heridas , dos días después, en el Hospital Queen of Valley en Napa”. (http://es.wikipedia.org/wiki/Asesino_del_Zodiaco)

El 11 de octubre de 1969 asesina a Paul Lee Stine (de 29 años), con un solo disparo en la nuca, en Presidio Heights en San Francisco. Esta es la última víctima comprobada.El filme, entre los casos no comprobados, también presenta un presunto rapto ocurrido el 22 de marzo de 1970, cuando Kathleen Johns es secuestrada en la carretera 132 al oeste de Modesto California. Johns logra escapar del auto de un hombre que ofrece llevarla a ella y a su bebé luego de reventarse una llanta del auto de Kathleen. Él incendia el vehículo.”Después de escapar se dirigió a la Estación de Policía ubicada en Patterson, donde, ella vio el cartel de denuncia con el retrato robot del Zodiaco, y lo identificó como su atacador”. (http://es.wikipedia.org/wiki/Asesino_del_Zodiaco)

Según el patrón de los asesinatos en general, es evidente el “ritual” en el que el criminal se introduce para matar a sus víctimas. Sí existen ciertos rasgos repetitivos en las escenas de la mayoría de crímenes confirmados, que sin embargo no se ajustan con algunos hechos de los que el propio Zodiac había dicho ser el autor. Esto último, lo hace con el objetivo de que la prensa lo publique.

Ansía ser la noticia principal de todos los diarios y alcanzar la atención mediática suficiente para llegar a tener poder, razones por la que amenaza con matar más gente, niños y con instalar bombas en los lugares menos pensados. Por otro lado envía un pedazo de camisa ensangrentada junto con sus cartas como señal de evidencia de los crímenes, muy mountruoso para quien lo reciba. Presiona, entre otras cosas, a la prensa, para hablar en la TV a través del teléfono. En aquella llamada dice llamarse Sam. “Estoy enfermo me duele la cabeza”...y afirma que la única forma de curar su padecimiento es matando. “No quiero que me hagan daño, no quiero ir a la cámara de gas”. Promete encontrarse con el conductor del programa pero no acude a la cita. Después se descubre que se trata de una llamada falsa de un sujeto internado en un psiquiátrico. La sociedad “juega” con el caso, lo convierte en una bola de nieve hasta armar pieza por pieza la historia falaz de un asesino.

Posterior a un sinnúmero de datos que confluyen en una supuesta única persona a quien se conoce como Zodiac, los medios de comunicación intentan no hablar más de este asesino. El mismo Avery empieza a descubrir sus mentiras ya que algunas de sus cartas notificando algún crimen llegan a la sala de redacción de los diarios posteriormente a la publicación acerca del homicidio en cuestión por parte de algún rotativo. Así se adjudica crímenes que él no los había cometido. De esta manera se inicia el boceto de un personaje que es más de un personaje transformado en una verídica ficción urbana a base de propias y extrañas mentiras.

La mayoría de los ataques ocurre cerca de lagunas, pero el rasgo más peculiar de sus acechos es que Zodiac ataca a parejas que se se están haciendo arrumacos y además se encarama con mayor fuerza en acabar con la vida de las mujeres; así dos hombres logran sobrevivir. Con rasgos tan parecidos en estos acometimientos el homicidio de Paul Stine, el taxista, no encaja en los “rituales” anteriores.

Por otro lado, a la prensa le interesa manejar este caso desde el punto de la primicia, cada paso que da Zodiac es ansiado por los diarios para convertirse en el pionero del hecho, especialmente el SF Chronicle, el medio que cubre desde principio hasta darse por perdido el caso. Los periódicos logran sembrar el terror en los condados aledaños hasta instaurarse el toque de queda, el resultado de los actos del experto en manipulación, uno de los síntomas de la psicopatía de Zodiac. La audiencia, entre otras cosas, contraviene al papel de los medios de comunicación: “Los rotativos publicaron los criptogramas de Zodiac para aumentar sus ventas posiblemente”, se escucha decir a alguien que llamó por teléfono a una radio. El papel de los medios masivos se pone en tela de duda en la película además de que quienes trabajan para ellos se trocan la fama como el mismo homicida.

Robert Graysmith (Jake Gyllenhal) -muy conocido por su personaje Jack Twist en Brokeback Mountain, película de Ange Lee, en la que encarna a un vaquero homosexual- desde principio hasta casi el final de la cinta es el hilo conductor dada su espontánea intuición. Graysmith es inconscientemente instigado por Paul Avery para que se insmiscuya en cuerpo y alma en un asunto no resuelto. De personalidad única, talentoso, sensible, nervioso, así es Bob, quien posee excelente memoria, con la que finalmente junta el aparente rompecabezas. Graysmith llega al punto de poner el objetivo de develar este caso por encima de su matrimonio. A su familia, especialmente a su esposa Melanie, en la brillante actuación de Chloe Sevigny (destacada en películas como Boys don't Cry, Dogville y Broken Flowers) como una mujer gran ímpetu y poca belleza, le resulta insoportable vivir bajo las continuas amenazas de un ser que jamás da la cara.

Paul Avery es el otro lado de la intuición. Es una persona decadente, a quien -sin ser malvado- realmente le importa su propio reconocimiento como periodista. Está perfectamente construido sobre la base del ego a través del histrionismo de Robert Downey Junior, quien también representó a, de igual forma reportero pero de la pantalla chica, Wayne Gale, en la película Natural Born Killers, de Oliver Stone. En esta cinta de 1994 se contrapone el horror de unos crímenes cometidos por una amorosa pareja con la estética de la TV, la que también tiene el poder de heroinizar y endiosar a sus protagonistas en contraposición con el rating que quiso alcanzar Gale, y de alguna manera ser también famoso. Avery, conspícuo, sin duda excéntrico, pero perdedor. Se trata de un personaje que sugiere en alguna medida una ambición hipócrita que produce un inevitable shock contra la intuición de Graysmith. A este, Avery le pregunta qué busca con ser el investigador: “¿Qué tajada quieres?", lo que provoca un gran cuestionamiento en el inocente Graysmith. Incluso llega a vanagloriar su trabajo por encima del departamento de investigación y de la policía, guiados por David Toschi (el actor Mark Ruffalo, a quien se la visto en cintas como Eternal Sunshine of The Spotless Mind), un hábil profesional por vocación, que se ve obligado a abandonar el caso por la falta de pruebas.

El ego de Avery en aras de conseguir la información por sí solo produce continuos enfrentamientos con ellos. Varias veces quedan mal ante la audiencia por la culpa del periodista. Todo sea por la primicia de informar acerca del supuesto primer crimen cometido por Zodiac: “El 30 de octubre de 1966, Mary Jo Bates fue brutalmente asesinada por arma blanca, fue casi decapitada. La posible conexión de la muerte de Bates con Zodiac se dio cuatro años despúes a partir de un tip recibido por el reportero Paul Avery del San Francisco Chronicle sugiriéndole ciertas similitudes entre los asesinatos cometidos por el Zodiaco y las circunstancias que rodearon a la muerte de Bates”. (http://es.wikipedia.org/wiki/Asesino_del_Zodiaco)

Hasta que entre los informantes aparece Don Cheney, que dice conocer a un sospechoso: Arthur Leigh Allen, quien hasta la actualidad sigue siendo el primer sospechoso de los crímenes cometidos por Zodiac. Allen le había confesado a Cheney durante un paseo de pesca que fue acusado de perversión infantil. A pesar de haber haber grandes coincidencias entre él y el asesino, su caligrafía, según la opinión de profesionales grafólogos, no coincide con la de las misivas enviadas a los periódicos. John Carrol Lynch, en el papel de Arthur Leigh Allen, consigue una muy buena actuación a través de un personaje cuya apariencia habla por sí sola: corpulento y láconico, un personaje que raya en la paradoja, de ojos inocentes, con un aire lascivo y ladino a la vez. Eso era Leigh. Leigh, porque no le gustaba que lo llamasen Arthur.

Todos sus rasgos coinciden con las características de Zodiac, incluso la Policía encuentra en su auto unos cuchillos ensangrentados, de los que asegura haber utilizado para matar gallinas. Su reloj esde marca Zodiac y su libro favorito, El malvado Zaroff, ¿qué otros rasgos más finos puede dar? Pero su letra jamás coincide con la caligrafía de quien había escrito las cartas. Y aunque Graysmith comprueba que, a través de la fecha de nacimiento que había dado Zodiac en una de sus llamadas alertando de asesinatos por su cumpleaños, Arthur Leigh Allen había nacido el mismo día que Zodiac vino al mundo, el sospechoso continuó en libertad por el resto de sus días y quizá porque las investigaciones “de un caricaturista” nunca fueron consideradas de envergadura para la Policía.

Veintidós años después, en 1992, el caso permanece en investigación en las manos de quien reemplaza a Dave Toschi. Se llama al sobreviviente del asesinato del 4 de julio, Michael Renault Mageau para que reconozca la cara de su posible agresor; en ellas señala el retrato de Arthur Leigh Allen, con lo que finaliza este brillante filme. Antes de que la Policía atrape a Allen, este muere de un ataque al corazón.

Aun así el perfil genético de Leigh Allen que se analiza a partir del año 2000 no concuerda con las huellas dejadas por Zodiac. Leigh Allen continúa siendo el principal y único sospechoso. A partir de su muerte, Graysmith ya no recibe llamadas de amenazas.



Zodiac, entre el mito y la realidad, ha pasado a la lista de seres temidamente idealizados, a quienes la sociedad ha trastocado hacia la figura de los villanos de una caricatura. Con seguridad, la mitad de su perfil está construida sobre la base de una falacia y entre, en el mejor de los casos, dos o tres asesinos más. Sea quien haya sido logró una manipulación expertamente urdida de los medios masivos que su popularidad, inclusive, subió el rating de aquellos íconos de la comunicación a los que solo les interesaba precisamente vender. Hasta a la pantalla grande llegó en algunas versiones fílmicas susceptibles de admirarse. Zodiac es el mejor estreno que se ha proyectado últimamente. De la mano de Fincher, sus crímenes se han convertido en una obra de arte. Si Leigh Allen era Zodiac y si hoy estuviese vivo se encontraría sumamente satisfecho de que un talentoso ose hablar de él de manera tan elegante.

1 comentario:

Ricardo Astrauskas dijo...

Muy investigativo tu post, bonito blog, besitos