domingo, 19 de abril de 2009

México, la protagonista de La región más transparente

Entrevista a Fernando Balseca , coordinador académico del Doctorado en Literatura de la Universidad Andina Simón Bolívar y crítico de obras de literatura hispanoamericana

(Publicado el 18 de abril de 2009 en Diario HOY, versión completa)

La región más transparente, del mexicano Carlos Fuentes, representa el primer estallido boom de la nueva novela hispanoamericana, que recupera la lengua mestiza abierta a la integración. Gonzalo Celorio, en el estudio introductorio, afirma que Fuentes publicó esta obra antes de cumplir 30 años. Asimismo indica que entre los recursos narrativos de la novela se encuentran la ruptura de la linealidad argumental del discurso, alternancia del narrador omnisciente con el monólogo interior, flujo lírico y atemporal, y la reproducción de ideoleptos. Fuentes centra la obra en la posrevolución institucionalizada, una de las razones por las que constituye la primera novela que le da voz propia a la ciudad de México.

La Real Academia de la Lengua, la Academia Ecuatoriana de la Lengua, la Embajada de México y editorial Alfaguara presentaron en Quito la edición conmemorativa de esta obra. HOY conversó con Fernando Balseca, quien intervino en esta presentación junto a Emilio izquierdo.

¿Por qué se decidió efectuar esta edición conmemorativa de la obra a cargo de la Real Academia de la Lengua, Academia Ecuatoriana de la Lengua, Alfaguara y la Embajada de México?

Se trata de una estupenda iniciativa de la RAE, ya que la imagen que tenemos de la Academia es que esta es una institución excesivamente formal. Entonces 2005, la RAE, en conjunto con las academias latinoamericanas de la lengua, está produciendo unos libros bajo una denominación de “ediciones conmemorativas”. La primera fue El Quijote de la Mancha, en una edición popular a precios asequibles con versiones renovadas, estudios introductorios y varios colofones, etc. La segunda fue a propósito de los 80 años de García Márquez, con Cien años de soledad y esta se da por los 80 años de Carlos Fuentes y 50 de publicación de La región más transparente. Generalmente pensamos que la Academia está para normar con rigidez las hablas locales pero, con esta estupenda iniciativa, devuelve a las comunidades de lectores en América Latina textos que son revisados y que se constituyen en versiones definitivas de las obras canónicas o los clásicos contemporáneos de nuestras literaturas.

¿Cuál es el legado de La región más transparente para la literatura hispanoamericana?

Hay varios puntos. En primer lugar es una novela que, publicada en 1958, presenta un modo radicalmente distinto de novelar en América Latina. Es una obra literaria compleja, pero una vez que uno se adentra a lo largo de sus 500 páginas, va tomando destreza para su lectura. Es compleja porque es una novela fragmentaria, intenta retratar aproximadamente unos 40 años de vida, particularmente de la Revolución Mexicana. Creo que un eje fundamental de su legado es el análisis crítico a través de la ficción de lo que ha devenido hacia la segunda mitad de siglo XX, ese acontecimiento tan importante no solo para la vida de los mexicanos, sino de los latinoamericanos en general, que fue la Revolución Mexicana. Vuelve a ligar la literatura como una especie de instrumento de la palabra que permite el análisis de la realidad. La literatura no solamente es producto del delirio de la imaginación sino que la ficción es un mecanismo para tratar de entender la realidad.

Es una novela que tiene que ver con una especie de balance de la situación política, social y cultural que se produjo luego de la Revolución Mexicana. Creo que otro eje importante es que la mayor parte de la novela, en estos coinciden otros estudiosos de la obra, es un trabajo en el que la propia ciudad se convierte en personaje de la obra. Incluso una novela tan interesante como Cien años de soledad tiene un legado rural. La región más trasparente es una obra en la que la urbe, con la inmensa contradicción, de 4 millones de habitantes en ese entonces, genera inmensa contradicciones entre sus capas sociales, presenta una inmensa riqueza de perspectivas, incluso de un mismo problema. Frente a una tradición de la tierra, de lo regional, del campo, de lo rural, la novela se presenta como una alternativa distinta, es talvez la gran primera novela en la que en la modernidad se instala al país México como lugar que funciona como personaje central del texto.

¿En qué radica el poderío verbal de Carlos Fuentes en esta obra?

Hay una recuperación del habla popular. Siempre se ha pensado que la literatura es un recurso que prestigia la norma, pero Fuentes inaugura una serie de incorporaciones de la novela de carácter linguistico que tienen que ver con hablas específicas de los mexicano, de los sectores de la burguesía. Me parece que una de las técnicas fundamentales de La región más transparente tiene que ver con una especie de aparente desorden estructural. La novela presenta voces que se interceptan, que el lector tiene que tratar de dilucidar de quién se habla. El poderío verbal tiene que ver con esta necesidad de forzar al lector a tener como una actitud un poco más especializada con respecto de la propia lectura de la novela. Finalmente, este poderío también se basa en alusiones a la cultura nacional mexicana con el hecho de incorporar discursos políticos de otros, alusiones cultistas.

En el estudio introductorio, José Emilio Pacheco dice que Fuentes pinta a México como la Gran Prostituta de Babilonia porque la novela se inicia y se termina con la prostituta Gladys García. ¿Qué implica este personaje en La región más transparente?

Esto puede ser entendido como una posición cultural y literaria de Fuentes en el sentido de que la cultura no se encuentra solamente en los estratos que podemos llamar cultos, sino que el ser nacional es una síntesis. Es interesante que Fuentes coloque a este sujeto femenino “descalificado” porque le da la palabra a un sector social que uno creería que no tiene voz. Entonces la novela puede ser entendida también a partir de este gesto narrativo de Fuentes como el hecho de caracterizar una situación cultural con los más deposeídos.

¿Qué representa Ixca Cienfuegos en la novela?

Es un personaje que aparece como un guardián de la memoria, de esa colectividad tan compleja que es la ciudad de México y el país. Es un personaje que se lo ve con todos los protagonistas de la obra y es atemporal, real, se encarna, tiene relaciones amorosas y su función fundamental es ser una gran conciencia, que es la que puede ir hilvanado la serie de aparentes historias dispersas que se presentan en el texto. Este ha sido comparado como la expresión en la palabra escrita de lo que ha sido el muralismo mexicano en la pintura. En los estudios, la novela es comprada con los murales de Diego Rivera, donde pintó varios personajes simbólicos. La novela propone personajes de varias generaciones a lo largo de una temporalidad de más de cuatro decenios. Ixca Cienfuegos es una voz que domina y da coherencia a ese aparente desorden narrativo en el que se presenta la novela. La región más trasparente evoca el sincretismo cultural en la mentalidad de los personajes burgueses, la clase media, los personajes populares y extranjeros que viven en México, además se ve una mezcla de pensamiento religioso católico de antiguas tradiciones del México ancestral de origen azteca o maya. Ciertamente, este tiempo está comprimido, el presente atrapa todos los tiempos posteriores y esa originalidad es lo que nos da nueva identidad de lo mexicano.

Pacheco asegura que Fuentes es la voz de Hispanoamérica dentro del mundo anglosajón. ¿En qué se basa para hacer esta afirmación?

Porque recurre al seguimiento de la vida de Fuentes. Este fue un hijo de la diplomacia. Su padre estuvo en varias delegaciones en el continente americano durante muchos años. Fuentes ha contado sus experiencias escolares en distintos países de América Latina y de EEUU. Y de cómo esto le producía un sentimiento de desarraigo, de no poder consolidar a sus amigos pequeñitos porque tenía que mudarse. Fuentes conecta, por esta experiencia biográfica vital de su juventud, de mejor manera la tradición de la literatura latinoamericana con la tradición de la lengua inglesa. Creo que José Emilio Pacheco hace referencia al bilingüismo de Carlos Fuentes, un escritor que no ha tenido que conocer el puso, el ritmo, la tonalidad de la gran novelística norteamericana por ejemplo de los años treinta y cuarenta. La ha podido sentir en su propio registro de la lengua inglesa por su bilingüismo absoluto. El hecho de que Fuentes sea bilingüe supone una ventaja porque las lenguas trasladan estructuras de pensamiento. Esto le ha permitido a Fuentes ser una voz directa sin traducciones de defensa de lo latinoamericano en los EEUU.

jueves, 9 de abril de 2009

Palimpsesto en una tríada

1. La foto de Kurt Cobain con su gato la tenía desde hace siglos pero aprovechando la coyuntura periodística en vista del 15.º aniversario de su muerte (que fue el 5 de abril, claro un poco atrasada) colgué esta foto para homenajearlo a él y a mi Gato Negro. Aunque debo decir que encontré una lista de 100 anécdotas (http://www.blender.com/) en torno a Nirvana en la que una reza: “33 things you should know about Nirvana: 6. Being a Cobain pet was high risk. In 1981, Kurt killed a cat by trapping it inside his parents’ chimney. Five years later he accidentally stepped on the head of his pet rat, Kitty, and was forced to beat it to death with a plank. In 1991, Kurt dyed his kitten, Quisp, red, white and blue with Kool Aid — then watched it have sex with his pet rabbit Stew (Ser una mascota de Cobain era de alto riesgo. En 1981, Kurt mató a un gato encerrándolo en la chimenea de la casa de sus padres. Cinco años después accidentalmente le pisó la cabeza a su rata mascota, Kitty, y fue forzado a golpearla con un tabla. En 1991, Kurt tiñó a su gatito Quisp de rojo blanco y azul con Kool Aid luego lo miró teniendo sexo con su conejo Stew). Ser Cobain tampoco fue fácil. Ya lo dijo: “I’m definitely gay in spirit”.

2. Como lo pop punk ha trascendido de forma novedosa en la época actual hoy oí por primera vez Transvision Vamp, un grupo alternativo británico cuya vocalista, Wendy Jones, se dio a conocer por su soltura sexual y estética "vamp". Como solista, en los noventa, se inclinó a lo indie, menos comercial pero más artístico antes que estético, a lo que estuvo acostumbrada en los ochenta. En 1989, Transvision Vamp lanzó su álbum Velveteen, el que seguramente dio el nombre al álbum del español Miguél Bosé, Velvetina. ¿Dos nombres muy parecidos no? Para hablar de terciopelo, la humanidad preferiría pensar en Wendy Jones y en David Lynch y su propia cantante Dorothy Vallens.




3. Tengo un libro por leer: The Infinite Jest, de David Foster Wallace, 1 200 páginas y en inglés. Monumental, una oda al entretenimiento que habla del entretenimiento, la broma infinita, la analogía del estilo de vida americano, caricaturizada, a lo Black Hole Sun. The Infinite Jest fue considerada por la revista Time como una de las obras más importantes de habla inglesa desde 1923. El autor de Oblivion se suicidó en septiembre del año pasado, tenía 20 años luchando contra la depresión y esto selló su lugar en la lista de genios que acabaron con su vida pero cuyo legado empezó a cimentarse gracias a su polémica muerte. Mi amiga María Isabel Castro me mandó este libro con gatuna ansia de que lo leyese por pasión pura, lo que me tomará un tiempo hiperconsiderable en hacerlo entre cuaderno en mano y diccionario especializado en slang inglés-español. Aquí va su nota mortuoria del New York Times:
David Foster Wallace, Influential Writer, Dies at 46
By
BRUCE WEBER
Published: September 14, 2008
David Foster Wallace, whose prodigiously observant, exuberantly plotted, grammatically and etymologically challenging, philosophically probing and culturally hyper-contemporary novels, stories and essays made him an heir to modern virtuosos like Thomas Pynchon and Don DeLillo, an experimental contemporary of William T. Vollmann, Mark Leyner and Nicholson Baker and a clear influence on younger tour-de-force stylists like Dave Eggers and Jonathan Safran Foer, died on Friday at his home in Claremont, Calif. He was 46. A spokeswoman for the Claremont police said Mr. Wallace’s wife, Karen Green, returned home to find that her husband had hanged himself. Mr. Wallace’s father, James Donald Wallace, said in an interview on Sunday that his son had been severely depressed for a number of months.
A versatile writer of seemingly bottomless energy, Mr. Wallace was a maximalist, exhibiting in his work a huge, even manic curiosity — about the physical world, about the much larger universe of human feelings and about the complexity of living in America at the end of the 20th century. He wrote long books, complete with reflective and often hilariously self-conscious footnotes, and he wrote long sentences, with the playfulness of a master punctuater and the inventiveness of a genius grammarian. Critics often noted that he was not only an experimenter and a showoff, but also a God-fearing moralist with a fierce honesty in confronting the existence of contradiction.
“David Foster Wallace can do practically anything if he puts his mind to it,” Michiko Kakutani, chief book critic of The New York Times, who was not a consistent praiser of Mr. Wallace’s work, wrote in 2006. “He can do sad, funny, silly, heartbreaking and absurd with equal ease; he can even do them all at once.”
Mr. Wallace, who had taught creative writing at Pomona College in Southern California since 2001 and before that had taught at Illinois State University, came to prominence in 1986 with a broadly comic first novel, “The Broom of the System” (Viking), published when he was just 24. It used the narrative frame of a young woman’s search for identity to draw a loopy portrait of America on a comic and dangerous spiral into the Disneyesque confusion of reality and artifice.
Mr. Wallace was best known for his mammoth 1996 novel, “Infinite Jest” (Little, Brown), a 1,079-page monster that perceives American society as self-obsessed, pleasure-obsessed and entertainment-obsessed. (The president, Johnny Gentle, is a former singer.) The title refers to an elusive film that terrorists are trying to get their hands on because to watch it is to be debilitated, even killed, or so it’s said, by enjoyment. The main characters are a stressed-out tennis prodigy and a former thief and drug addict, and they give rise to harrowing passages about panic attacks and detox freak-outs. The book attracted a cult of fans (and critics too) for its subversive writing, which was by turns hallucinogenically stream of consciousness, jubilantly anecdotal, winkingly sardonic and self-consciously literary. The following year Mr. Wallace received a
MacArthur Foundation grant, the so-called genius award.
In contrast to the lively spirit of his writing, Mr. Wallace was a temperamentally unassuming man, long-haired, unhappy in front of a camera, consumed with his work and its worth, perpetually at odds with himself. Journalists who interviewed him invariably commented on his discomfort with celebrity and his self-questioning. And those who knew him best concurred that Mr. Wallace was a titanically gifted writer with an equally troubled soul.
“He was a huge talent, our strongest rhetorical writer,”
Jonathan Franzen, a friend of Mr. Wallace and the author of “The Corrections,” said in an interview on Sunday, adding later, “He was also as sweet a person as I’ve ever known and as tormented a person as I’ve ever known.”
Mr. Wallace was born in Ithaca, N.Y., where his father was a graduate student in philosophy. When David was 6 months old, his father got a job at the
University of Illinois, and the family moved to Champaign, Ill., where David became a locally prominent junior tennis player. At Amherst College, he studied philosophy and English, graduating summa cum laude in 1985. It was also at Amherst, said his mother, Sally Foster Wallace, an English teacher who specialized in grammar, that he began to write. One of his two senior theses became “The Broom of the System”; the other was about Aristotle and whether statements about the future can be true.
Mr. Wallace received a master’s degree in fine arts from the
University of Arizona in 1987 and began sending out his short stories, many of them collected in the volumes “Girl With Curious Hair,” “Brief Interviews With Hideous Men” and “Oblivion.” He also wrote essays and reported pieces on an astonishing array of topics, from lobsters to Roger Federer, the pornography industry to John McCain, collected in several volumes, the latest being “Consider the Lobster and Other Essays” (Little, Brown, 2006).
In addition to his wife, whom he married in 2004, and his parents, who live in Urbana, Ill., Mr. Wallace is survived by a sister, Amy Wallace Havens of Tucson.
His father said Sunday that Mr. Wallace had been taking medication for depression for 20 years and that it had allowed his son to be productive. It was something the writer didn’t discuss, though in interviews he gave a hint of his haunting angst.
In response to a question about what being an American was like for him at the end of the 20th century, he told the online magazine Salon in 1996 that there was something sad about it, but not as a reaction to the news or current events. “It’s more like a stomach-level sadness,” he said. “I see it in myself and my friends in different ways. It manifests itself as a kind of lostness.”
James Wallace said that last year his son had begun suffering side effects from the drugs and, at a doctor’s suggestion, had gone off the medication in June 2007. The depression returned, however, and no other treatment was successful. The elder Wallaces had seen their son in August, he said.
“He was being very heavily medicated,” he said. “He’d been in the hospital a couple of times over the summer and had undergone electro-convulsive therapy. Everything had been tried, and he just couldn’t stand it anymore.”



Mi broma infinita



miércoles, 8 de abril de 2009