sábado, 12 de diciembre de 2009

Sparring Partner (Paolo Conte)

È un macaco senza storia,

dice lei di lui,

che gli manca la memoria

infondo ai guanti bui…

ma il suo sguardo è una veranda,

tempo al tempo e lo vedrai,

che si addentra nella giungla,

no, non incontrarlo mai…



Ho guardato in fondo al gioco

tutto qui?… ma - sai -

sono un vecchio sparring partner

e non ho visto mai

una calma più tigrata,

più segreta di così,

prendi il primo pullmann, via…

tutto il reso è già poesia…



Avrà più di quarant’anni

e certi applausi ormai

son dovuti per amore,

non incontrarlo mai…

stava lì nel suo sorriso

a guardar passare i tram,

vecchia pista da elefanti

stesa sopra al macadàm…

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ana - The Pixies

This is my Pixies' fave one!

lunes, 7 de diciembre de 2009

lunes, 30 de noviembre de 2009

Kisses

Está empolvado el aire. Su densidad salada alerta una tormenta que no acaba de comenzar entre varias llamadas telefónicas y mensajes de quienes se creían una vez lejanos. Luego se humedece, el aire, como si fuera el rocío de las lágrimas de quienes han llorado conmigo. Les vieron llorar una vez pero ahora son muñecos de palo con ojos de vidrio. Se enduraron y su dureza es lo que ahora les duele a quienes una vez les vieron llorar. Y esa es la aventura de los últimos meses. El aire se torna azulado bajo un aparente cielo veraniego de finales de otoño y seca las mejillas. A veces no las puedo mover porque siento las grietas. Y pienso en las montañas rocosas, en Rosarió Ferré y Alejandra Pizarnik a la vez, al mismo tiempo imagino alguna obra de Frank Lloyd Wright y en mi viaje a Chicago. Ahora el aire está helado, tanto que sus caras no lo pueden soportar. Es ese aire de microscópica nieve que provoca tomarse un café latte y reducir el tiempo a la soledad. A elucubrar en las nimiedades de la proximidad. Qué es lo próximo a mí? El aire, ahora de color ciruela de cuando cae la noche, el aire de Rusia que ví en la fotografía de alguien que conocí alguna vez. Recogería los pasos de León Tolstoi entre millares de pinos y el viento gélido proveniente de la Siberia. Estoy buscando un sombrero de piel sintética de esos que usan las rusas, de esos que usaría una actriz de Fassbinder, luego mandaré besos a todos los hombres, milímetro por milímetro en las pieles deseadas, en esas que no son sintéticas pero que llegan a serlo a fuerza del falso amor, embustero, con el que compramos lo que somos en un par de años. Me lo pondré y mi cuerpo estará desnudo con la palabra a la orden de las vísceras expuestas que rechazaron el encierro de un delgado y tímido dorso. Lo ví arrastrando unos brillos que relucían a lo lejos con el sol del mediodía. Es como piedra sus congeladas mejillas y todos abordan un avión para quedarse dormidos por algunas horas sin mirarse las caras, peor conversar, yo me puse los audífonos y pasé de Vampire Weekend a Madonna encima de unas nubes extrañas, que me inspiraban el sueño. Pero me siento en mi cuchitril, como si alguno de esos microcosmos de cada partícula de polvo en este aire me estuviera esperando para pegarse a mi ropa…

lunes, 16 de noviembre de 2009

Arctic Monkeys - Cornerstone (live for KEXP RADIO)

Thought I saw you in the battleship
But it was only a look a like
She was nothing but a vision trick
Under the warning light
She was close, close enough to be your ghost
But my chances turned to toast
When I asked her if I could call her your name

I thought I saw you in the rusty hook
Huddled up in wicker chair
I wandered up for a closer look
And kissed who ever was sitting there

She was close, and she held me very tightly
Till I asked awfully politely, please
Can I call you her name

And I elongated my lift home,
Yeah I let him go the long way round
I smelt your scent on the seatbelt
And kept my shortcuts to myself

I thought I saw you in the parrots beak
Messing with the smoke alarm
It was too loud for me to hear her speak
And she had a broken arm

It was close, so close that the walls were wet
And she wrote it out in letraset
No you can't call me her name

Tell me where's your hiding place
I'm worried I'll forget your face
And I've asked everyone
And I'm beginning to think I imagined you all along

I elongated my lift home
Yeah I let him go the long way round
I smelt your scent on the seatbelt
And kept my shortcuts to myself

I saw your sister in the cornerstone
On the phone to the middle man
When I saw that she was on her own
I thought she might understand
She was close, well you couldn't get much closer
She said I'm really not supposed to but yes,
You can call me anything you want

sábado, 31 de octubre de 2009

Creo que debiste llamarte Alejandra

Mil imágenes, a mil, laceran el grosor del papel con el apellido Pizarnik.

Ojos negros y un jersey gris en la soledad de una ventana de alfeizar oxidado.

Mil horas son y la mirada de los otros ha cambiado en algo,

con la comisura de los labios hacia arriba y a la vez hacia abajo.

Nada tiene sentido al mismo tiempo más que el absurdo sentido de las manecillas del reloj.

El tiempo físico despide hollín viendo al alfeizar donde unos cuantos cabellos de Alejandra reposan y se mueven al compás del viento

y el viento es el tiempo físico.

No tengo ganas de medirlo. Estará en el baile de los muertos la medida exacta,

en las calaveras esperando por la carne devorada por rabiosos canes.

La extracción de la piedra de la locura es el título y yo le he puesto el epígrafe de la búsqueda del tiempo perdido.

El tiempo perdido se ha sumado a los desérticos vientos que agitan el cabello de Alejandra,

lo empolvan y lo vuelven pastoso.

Ella nunca más podrá volver a peinarse.

viernes, 9 de octubre de 2009

Venus y Neptuno

El cielo acá tiene una forma convexa. Las nubes parecen colchones que se doblan hacia adentro y hacia afuera hasta perderse en el soporoso horizonte que une cielo y tierra, donde Artemisa descansa junto a sus presas muertas en un nicho de cal. Tal vez haya una puerta de arena para quienes debemos entrar y echar cerrojo, permanecer en el frío de un hoyo negro dejando atrás el horno del espacio exterior del asesino desierto. El agua, además, es salada. La lengua se me entumece un poco al probarla bajo la ducha. El agua de las cañerías vendrá de otro sitio o de una casa californiana en Beverly Hills, o litros de las aguas estancadas de Nueva Orleans. En mi piel resbala Nueva Orleans y en el silencioso espacio de esta oficina retumban los sonidos de los hipsters en un jamming con Allen Ginsgberg emborrachándose. El cielo es convexo y no se termina en la montaña andina, como el cielo de la ciudad de donde nací, donde nada pasa, el silencioso escándalo es obsceno, y el cielo es el mismo sobre nuestros pesares y el valle de lágrimas de las caras largas de los transeúntes.

¿Qué se yo de la felicidad? Todos creímos saber algo de ella o por lo menos rozarla en momentos de no permanencia, en la carcajada, en el chiste, en la perecedera y espontánea broma, en mis amigos abrazándome, en los abrazos ahora rotos. Me despedí de todos y vine a ver sonrisas y a incendiarme de las mentiras bajo un cielo distinto, el cielo del mundo, de otras mentiras. Es una falacia que el cielo no cambia. Alguna vez alguien me había dicho en sus tristezas que lo único que finalmente queda es mirar al cielo y darse cuenta de que siempre es el mismo. Pero jamás es el mismo. El cielo de hoy no será el mismo cielo del domingo. El cielo del desierto es diferente al cielo de Papúa Nueva Guinea. El cielo de ella habrá visto sus tristezas y quizá habrá llovido y la habrá empapado, y se habrá secado, y luego habrá granizado. Me iré a Chicago y habrá nevado y estará tan blanca la tierra que pisaré que transformará al cielo en celeste, no ese azul común, al que la mayoría de la gente se acostumbra a pesar de la diferencia de la posición de la nubes y la forma de esa octogenaria tropósfera. El cielo se dobla hacia adentro y hacia afuera, es curvo y tras de este hay un trono donde todos nos sentaremos a presenciar nuestras propias acciones. Nos laurearemos o nos latigaremos. Prefiero el látigo para sellar las heridas del viaje o las espinas de los saguaros viejos para tatuarme el sol de aquí junto a los planetas más cercanos a la Tierra. Cuando llegué me enteré de que Tucson había sido el mejor lugar del mundo para observar el espacio. Las noches son oscurísimas porque casi no hay postes para alumbrado nocturno. La gente acude a los observatorios a mirar a los astros. Así se viaja un poco, es cierto que hay otros planetas, asteroides, vías lácteas, satélites y just for that I stay in this paradise.

Hoy apenas fue un día de 30 grados centígrados. La gente se sobrecoje, sale a caminar en las calles y lo hace más lento. El sol no abrasa como en agosto, cuando las lagartijas enormes se echan en las piedras para tomar el sol, supongo que pasa lo mismo con las serpientes. Corals are corals, the snakes that bite not just the heels but the soul, the same condemned soul of us. Y es de cemento esta ciudad, 10 grados menos que Phoenix, en donde le culpan al excesivo cemento de calentar la ciudad. I am afraid of the heat like going to Death Valley where nobody lives, just 130 fahrenheit degrees.

El corazón de todos arde al unísono. Después se enfría y permanece solitario. Yo busco una pisadas, las mías, y las de ellos. Las puertas se cerraron a nuestras espaldas y los cerrojos están con llave. El pasado bajo las nubes frías y negras se disolvió en el smog de los 70 grados Fahrenheit y una ciudad obtusa. El pensamiento de los dos millones de habitantes, aquel que quisiera lanzar contra una pared de cemento, después de haber leído el manifiesto SCUM, de Valerie Solanas, se va por un excusado de Nuevo México.

Hace tres semanas estuve en Nuevo México. Claro, antes me habían contado sobre Roswell y los globos de Albuquerque. La cabezas de los aliens se iban formando junto a mis referencias de Giger y eran azules. El incidente ovni así como la llegada del hombre a la luna solo eran los sueños que hacían falta para ir en busca de lugares físicos que al parecer ni siquiera existen. Eso solo estaba enraizado en la cabeza de algunos. Llegué a una base naval, parte del orgullo del espíritu nacionalista de los gringos, donde el mundo se detiene ante O say, can you see, /By the dawn’s early light,/ What so proudly we hailed/ At the twilight's last gleaming? La América, como la conocen los españoles, ha sido así. Parecería que solamente esto existe en el mundo o al menos así lo quieren creer. A la vez miro con desprecio hacia atrás y un apasionado bostezo brota de mis entrañas como si todavía no hubiera vivido los capítulos más emocionantes de mi existencia. Y sin embargo la emoción brota de mis poros como si cada acto fuera en potencia el último que fuera a vivir.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Resucitemos a Francis Farmer


Prometí ir al CBGB y al hotel Chelsea. ¿Cuándo? No sé. Es como ir a otro país. El Nueva York de Nina Hagen, solo porque todo lo había visto en televisión, como el mito de la caverna, la de los Beatles, entrar a un apestoso oloroso a cigarrillo hueco llamado CBGB que tuvo varias maneras para incendiarse por acumular millones de colillas de cigarrillos. Entraré al CBGB y me tomaré una foto. Como antes dije, vine persiguiendo referentes que están más vivos en la memoria que en lugares físicos que de alguna manera se idealizaron, adquirieron forma, se convirtieron en poesía y en la historia de mi historia sin siquiera haberlos conocido. Quizá porque ya mismo se acaba el verano y estaba ansiosa por sentir el gélido viento de algún estado del noroeste. Pero hay un objeto más allá. Beyond. No físico. Quisiera despegar del anacronismo de mi narración mi condición de anacoreta el estilo romántico que impone la exaltación de mis sentimientos. In the windowsill of my house I used to contemplate my own life but now I do not have any windowsill to sleep upon. Por eso anteriormente colgué la letra de la canción Chelsea Hotel, de Leonard Cohen, recordando que se había cogido a Janis Joplin y que esa era la última vez que la veía, mientras que unos años después en la habitación 100 llamarían a una camarera que ayudara a recoger un cuerpo muerto, el que pertenecía a Nancy Spungen, apuñalada por su novio Sid Vicious. Lo que más me estremeció de esta muerte que llegó a ser cinematográfica fue un gato romano cachorro que orondo caminaba cerca de la sangre y el horror que finalmente terminó siendo la historia de una famosa pareja desquiciada.

En Chelsea Hotel, yo usaría un teléfono de esos antiguos pesados y negros con las uñas pintadas de negro y un cigarro con boquilla para llamar a un detective. Me llamaría Francis Farmer, después del electroshock y antes de casarse. Tendría una boquita pequeña en forma de corazón, pronunciaría versos eróticos y como Artemisa, la cazadora, huiría de los hombres. Así me imagino que fue otra habitante de NY, Gia, mi Gia, la de mis ideas, la de Francesco Scabullo. Aquí en el suroeste no escribo versos y menos bajo 40 grados centígrados. Creo que en los lugares donde el frío es parte incluso del cuerpo de sus habitantes, como lo es, claro está, el calor en la pecosa y curtida piel de algunos seres humanos, fluyen las más inesperadas conexiones con la sintaxis y la semántica del idioma, que estancados se quedan en las células soporosas de un cerebro que casi siempre necesita descansar. Es cuestión de costumbre, dice todo el mundo. Algún día me repondré, pero tal vez esté soñando que escribo en una habitación del Chelsea, completamente sola, entre húmedas paredes y goteras en el baño y aun así dándome un estrepitoso baño de tina junto a la habitación de Diane Arbus. “Farmer”, ¡gritará!, y yo estaré sorda. I will be eating mushrooms.

No acepté ir a Northern Illinois University y eso que está cerca de Chicago. Había habido una balacera. Fue hace casi dos años atrás. Y yo pensaba, qué gringos más brutos. They are really fucked up. Tenía terror, el mismo terror sentido hacia lo aún desconocido, pero dos balaceras no ocurren en el mismo sitio. Actually I was scared of tiny towns, but now I live in the “Old Town”, pero tomo libros, sin leerlos, el de Raymond Carver, que nunca me llegó, sintiendo nauseas de leer a Bolaño en inglés. Había otro Chicago, el de Punky Brewster, cuando las de mi edad temían el potencial abandono de sus padres, ¡pero eso solamente podía pasar en Estados Unidos! Y estoy allí y hasta ahora no he visto una casa tráiler.No quiero comer Burker King. Never, never, never. They say I am crazy. Debajo de este sol no mitológico, las enfermedades coronarias empeoran. Millones de papas fritas que se desperdician, millones de granos de sal, entre lo empaquetado, enlatado y emplasticado, otros lo hicieron, otros escribieron, otros lo contaron ¡y de qué forma! Yo no. Yo solo alcancé a vestirme como Punky Brewster sin saber mucho de su historia.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Chelsea Hotel (Leonard Cohen)

Donde fue filmada la película Sid y Nancy.....y esta última murió...pero aquí le dedica a Janis Joplin


I remember you well in the Chelsea Hotel,
you were talking so brave and so sweet,
giving me head on the unmade bed,
while the limousines wait in the street.
Those were the reasons and that was New York,
we were running for the money and the flesh.
And that was called love for the workers in song
probably still is for those of them left.

Ah but you got away, didn't you babe,
you just turned your back on the crowd,
you got away, I never once heard you say,
I need you, I don't need you,
I need you, I don't need you
and all of that jiving around.

I remember you well in the Chelsea Hotel
you were famous, your heart was a legend.
You told me again you preferred handsome men
but for me you would make an exception.
And clenching your fist for the ones like us
who are oppressed by the figures of beauty,
you fixed yourself, you said, "Well never mind,
we are ugly but we have the music."

And then you got away, didn't you babe...

I don't mean to suggest that I loved you the best,
I can't keep track of each fallen robin.
I remember you well in the Chelsea Hotel,
that's all, I don't even think of you that often.

sábado, 29 de agosto de 2009

Lollapalooza 2009: Desde el barro característico de Woodstock hasta la parafernalia de un millonario festival en la primera jornada nocturna

Depeche Mode, en el escenario principal

Llueve en Chicago. El verano húmedo de la capital del estado de Illinois se trasforma con las gotas del nublado cielo, gris y homogéneo. Como si la lluvia fuese costumbre en los grandes festivales de música en los Estados Unidos, Woodstock 69 y 94, el agua se funde con la tierra trasformando a los espectadores en hombres con extremidades de barro. Veo incluso chicas jugar con el lodo untándolo en sus pies, para así demostrar luego que fueron a uno de los eventos más significativos de la historia de la música alternativa. “Yo fui a Lollapalooza”, dirían y efectivamente corroborarían que presenciaron algo debajo de una lluvia en pleno verano que los demás roqueros no debían perderse, así este fuera el evento “comercial” más criticado entre la gente de preferencia alternativa. No podía faltar esta lluvia en la primera jornada de Lollapalooza 2009 (Lollapalooza significa “algo inusual y extraordinario”, un término que se oye en un corto de Los tres chiflados y Perry Farrel lo retomó para denominar al festival), el encuentro musical de tres días calificado como el “propio” de la Generación X, cuya primera edición fue organizada por Farrel, el vocalista de la banda de rock alternativo Jane’s Addiction en 1991. Desde entonces, cientos de agrupaciones como The Verbe, The Flaming Lips, Moby, Beck, Patti Smith, Kings of Leon, The Arcade Fire, Nine Inch Nails, Smashing Pumpkins, Sonic Youth, Morrisey y PJ Harvey han pasado por ahí, dejando una huella legendaria que ha quedado grabada en videos, discos y camisetas que los jóvenes se vuelven locos por comprar.

Foráneos y extranjeros llegan a un encuentro de rock, punk y rap que en otro país pararía el tráfico por completo, miles de personas se movilizan durante todo el día. Setenta y cinco mil diarias llegaron al Grant Park el año pasado; ahora quizá sean menos (unas 50 mil) por la recesión económica. Los buses y metros de vías aledañas se llenan de gente de hasta 35 años en trajes veraniegos de camisetas negras, tornasoles hippies, jeans rasgados, bermudas y sandalias. Desde Norridge, un barrio del norte de la Ciudad de los Vientos, se puede llegar al Grant Park, el lugar donde se desarrolla el concierto, en la línea azul del tren, dejando previamente el carro en la estación Harlem. Para moverse hasta dowtown, donde se encuentra ubicado el parque, se toma unos 40 minutos considerando las caminatas que hay que efectuar en una metrópoli del Primer Mundo.

Ya para las 19:00, la hora en que arribo para ver a los británicos Depeche Mode, la lluvia ha cesado por completo. Hay colas y colas de jóvenes; algunas chicas abogan por entrar y lo logran sonriendo a un joven encargado de una fila. Caminar hasta el escenario donde los Depeche se presentan (el Chicago 2016) toma unos 10 minutos, desde el norte, en cuyo transcurso observo decenas de stands de comida rápida y merchandise de Lollapalooza.

Seis escenarios se encuentran dispuestos en el parque, así como cinco áreas de decenas de baterías sanitarias, tres sitios con cajeros automáticos, 12 sitios de bebidas y agua gratis, y cuatro centros de rock y reciclaje, entre otros. Debo esperar una hora unos 50 metros frente al escenario para el performance de Depeche Mode. Para mí verlos en vivo es como una de esas cosas que te prometes realizar en la vida y que no obstante queda sin concretarse en la mayoría de los casos, sin embargo la fecha de mi visita a Chicago coincidió con este concierto sin yo haber programado nada. La gente llega y llega a paso superrápido, hasta tanto las pantallas gigantes a los costados del gigante escenario con cientos de luces robóticas exhiben videos de las bandas presentadas en ediciones pasadas: Red Hot Chili Peppers en 2006, Radiohead en 2008, Primus, Weezer y Arcade Fire en 2005, Pearl Jam en 2007…un sueño para los amantes de las agrupaciones íconos de la revista Rolling Stone. Los latinos son pocos, se destacan las caras de los hijos de los migrantes europeos con una lata de cerveza Budweiser en la mano o vino Santa Rita, que luego quedarán desperdigados en el suelo en una suerte de paisaje posmodernista y variopinto.

Regreso a ver y me encuentro justo en la mitad del público entre polacos, rusos, yugoeslavos, de los países balcánicos e incluso españoles, con el Sears Tower y sus 110 pisos a los lejos. Es que el electropop europeo no es un género tan acogido entre el público estadounidense, dice mi hermano Jimmy. Los sonidos de los celulares, blackberries, flashes de las cámaras…son parte de la cotidianidad en la espera por la presentación de cualquier grupo famoso. La euforia es distinta. Cada uno vive los momentos previos a su manera; hay decenas de gente solitaria así como parejas, y grupos grandes y pequeños de amigos, así como gays, lesbianas y transexuales, algunos tomados de la mano, que se paran adelante nuestro. La euforia estadounidense es incluso individualista, hay quienes saltan al ritmo de la música de fondo y otros quienes los observan con desgano, al contrario de la euforia latina, que invita al festejo compartido y a la convivencia.

Las grandes torres y los modernos edificios alrededor del parque iluminan el oscuro cielo, el paisaje urbano de uno de los conciertos más famosos del mundo, y en el escenario los cableros y arreglistas disponen los instrumentos para dar la bienvenida a la actuación de David Gahan, Martin Lee Gore y Andy Fletcher como parte de su Tour of Universe, sacado de su álbum Sounds of Universe, cuyas imágenes estéticas corresponden a los miembros de la banda vestidos en traje de astronautas. Empieza el recital con ‘Hole to Feed’, de su último álbum, seguida de ‘Wrong’ y luego ‘Walking in my Shoes’. Después, ‘It’s no Good’, ‘Question of Time’, ‘Precious’ y ‘Home’. Con esta última: “And I thank you for bringing me here/ For showing me home/ For singing these tears/ Finally I’ve found that I belong here”, llega un momento muy emotivo para algunos asistentes. Un joven a mi lado llora mientras la entona y otro a su lado prende un encendedor como parte de los cientos de encendedores que se accionan al unísono.

De Violator, un Dave Gahan de traje de cuero y estética electro dark, canta ‘Policy of Truth’, una de las canciones más famosas coreadas por la audiencia norteamericana, así como ‘In your Room’, ‘I feel you’, ‘Enjoy the Silence’ y ‘Never let me Down Again’. Pero el público no se queda satisfecho, los Depeche dejan el escenario por cinco minutos y cuando vuelven vienen melodías famosas como ‘Personal Jesus’.

Con una decena de canciones de casi todos sus álbumes, los Depeche Mode en cuyas espaldas se proyectan imágenes de video vanguardistas de colores vivos y dinamismo visual, se despiden con la entrega de un profesionalismo sorprendente en medio de la parafernalia de la producción millonaria del encuentro de jóvenes más famoso de los Estados Unidos. Todos los conciertos se terminan a las 22:00. Las avenidas Columbia y Congress, aledañas al Grant Park, están cerradas. Ríos de gente las cruzan en medio de vendedores improvisados, policías, grupos sentados en las bancas de los bulevares, para saturar las estaciones del metro. Las ambulancias pasan haciendo escándalo entre la multitud. En la estación de Jackson, un tumulto corre para entrar al tren que le conducirá hacia el norte de la Ciudad de los Vientos.

Este fue el final de la primera jornada de Lollapalooza 2009. Cada grupo acoge una diversidad étnica y racial en medio de una convivencia ajena a la mía cuyo lazo es la apreciación artística a grupos que representan la globalización mundial.