domingo, 11 de julio de 2010

Journal 1

El futuro se forja, bueno lo forjo en realidad, a medida que el viento chilla escandalosamente. Nunca había oído al viento chillar de esa manera, va a llover, seguramente no parará hasta la madrugada. Cuando pare, dejaré de pensar; es demasiado obsceno pensar hasta lacerarse el pensamiento mismo, como arrancar la hierba de un pasto artificial o los espinos de un saguaro bajo el insoportable sol del verano, aquí, donde no está nadie más que yo. Y arrastra consigo unos tronquitos, cuyo desprendimiento no les debe haber dolido a los árboles. No los escuché llorar. Solo el viento lo hacía, no debe existir otro lugar en la tierra en la que el viento se queje tanto al dejar su rastro en el espacio y no regresar jamás a los sitios por donde transita. Yo escribo, porque así no debo pensar en otra cosa más que en lo que estoy escribiendo, ahora solo puedo pensar en García Madero, hoy lo conocí. Lo que se me grabó fue el café Quito, en el DF, en donde se ha reunido dos veces, hasta ahora, con su grupo de viscerrealistas o vicerrealistas, como se hacen llamar, y me río con ese humor visceral de Bolaño creando un personaje “patibulesco” pensando, a su vez, en borrachos patibulescos y escritores de medio pelo, solitarios, con ganas de un revolcón. Ahora no hay presente, es como un espejismo, pienso que en ningún lugar hay un presente concreto, por ejemplo ahora estoy escribiendo y a la vez dejo de teclear, entonces ya no estoy escribiendo, pero lo que sí sé es que escribí o que escribiré, mejor, espero, pero no es nada concreto, ni sé si sirva de algo. Bueno, sirve para no pensar en otras cosas más que en el acto mismo de crear un texto de referencias de cuatro horas de lectura. Bolaño y su genialidad. Creo que él quiso nacer en Sonora, algo tendrá ese sitio y por algo estoy tan cerca de él. Me es estrictamente necesario este acto, solo pensar en algo bonito, como Barton Fink al frente del cuadro (where a woman sees the waves wash ashore), solo en Los Angeles sin conocer muy bien a su vecino idealizado porque es lo único que tiene en la vida, bueno, él y la muerta que aparece luego en su cama, la amante de un guionista famoso y decadente. Por eso el presente es todo y nada, es más nada; cuando es pasado, ya es algo, es mejor regresar a ver a algo, porque existe, que ver un espejismo en potencia ya que no tiene un significado concreto. El futuro será lo que yo quiero que sea, eso ansío, lo que bien amo será mi herencia. Algo así leí en Tinísima, es un canto de Ezra Pound. Lo leía Tina Modotti junto a Charles Wenston, Tina lo escribíó cuando Wenston, su amante, se fue; más que por amor, lo repitió por soledad, aunque la Modotti nunca estuvo sola del todo, los excitados nervios de su cuerpo eran tan potentes que podrían haber parido otra mujer, como Tina, tan de acuerdo con su cuerpo, que produjo cortocircuitos en todos los hombres que la conocieron. Mi presente empieza siendo éste y terminará como empezó: con los cuadros naif de Nahui Ollín, los autorretratos de inmensos ojos verdes, pensado en el Dr. Atl más que en nadie, en nada, solo en amar y nada más que amar. Amar. No está del todo mal, amar y escribir. Esto último cuando no se está amando. Con las fotos de Tina Modotti y Richard Avedon, el pasado que se une a los vagones del futuro, claro con un espejismo de presente, que no es nada, que pasa a lo concreto cuando es definitivamente algo que ya pasó; con las primeras páginas de la novela de Bolaño que ganó el premio Herralde en 1998; con Television Personalities y Tangerine Dream. He progresado, sé algo más, pero hay un vacío y ese está en mi cuerpo. Sometimes I do prefer my body than anything. Happy body. Y el corazón es solo una extensión del cuerpo, como los labios son una extensión del corazón, un beso es más sagrado que la cópula, pero los besos se diluyen en los labios de quienes entregan sus besos a cualquiera. I rather choice to know no name men. Creo que su nombre los contamina y mi nombre los condena a vivir encadenados. Es mejor así, siempre será mejor…
“Muchos novios. Los recuerda menos que la sutilidad de sus sentimientos por cada uno, el amor compasivo que siempre sintió por Pepe Quintanilla, el amor-odio por Vittorio, la inmensa admiración por Edward, cómo la atrajo. No buscaba saber lo que hacía Wenston en California aunque se enteraba sin quererlo. Cada uno le había dado un sonido nuevo, un tiempo distinto, su espíritu, su estatura, cada uno había caminado sobre las olas hacia ella; ella, su cabeza sobre el pecho en turno. No quiso saber cuál sería el porvenir, ese desconocimiento era su forma de libertad, qué libertad abrazarlo, hacer que hundiera en su vientre el tamaño de su pene! Ellos querían seducirla para siempre, hacían proyectos, ella no, “te quiero para mí”, decían; en ella, ningún deseo de exclusividad. Así como de niña en Udine no le enseñaron a creer en dogma alguno, así Tina no escogía para sí. Retener, poseer, creer que se es para poseer le era tan ajeno como la economía doméstica y, hasta la fecha, no se daba cuenta que su forma de irse los enloquecía; seguramente lo mismo les sucedía a los hombres, cada amante era un nuevo descubrimiento de sí mismos a través de la estrechura de su vagina, la intuición tras de su frente, el atroz o brutal o soberbio misterio en sus ojos, la inconmensurable maravilla del cerebro humano posado allí sobre la almohada. Eladia, audaz, hermosa, coqueta, se enteraría muy pronto de la complejidad del encuentro amoroso; a ella también la seguían los hombres, pero ojala y en ella jamás anidara un muerto, ningún Julio Antonio latiendo en su corazón, abriéndolo, rajándolo…”. (Tinísima, de Elena Poniatowska)

1 comentario:

MET dijo...

Bien por el poeta García Madero y por la multiplicación de las voces salvajes de Bolaño. Bien también por tus lecturas y las metamorfosis a partir de ellas. Saludos desde la distancia, colega. Está bien el blog.