sábado, 4 de diciembre de 2010

Gimme Danger


A mí José Ángel Mañas nunca me gustó, primero porque no entendía ni un ápice de la jerga española, y segundo porque su forma de narrar me parecía de lo más burda. Pero casi todos mis compañeros en el 2000 habían leído Historias del Kronen y yo quería leer algo que hablara acerca de esa juventud, que como dijo Mañas, ya no es la del sesentaiocho, sino la de esmelaikdetinespirid. Y era algo así como de un “tío” acelerado, de clase alta que experimenta con drogas, el sexo en todas sus manifestaciones, la música, las fiestas, los días esos vacíos, cuando a veces no se quiere hablar ni hacer nada y esperar que alguien venga a darte viviendo la vida delivery. Y no podía dejar de leerlo a ese Mañas, aunque ya luego ni siquiera me acordaba de él, hasta hoy, cuando leí en Deseo de ser punk, de Belén Gopegui, que “bacalao“ le llaman en España al techno rancio de discoteca. Leí como ochenta veces la palabra “bacalao” en la obra de Mañas. Y sobre Lucía Etxebarría no quiero hablar, aunque debo reconocer que algo más sí me gustó, pero después de enterarme sobre el supuesto plagio de Prozac Nation, de Elizabeth Wurtzel, no quise agarrar ningún libro de ella.
Hasta que conocí a esta Martina, una neopunkie, de 16 años, que me ha caído muy bien. Pienso que Gopegui, con este libro, quiso ser como aquellos de la Generación del Kronen, porque esta última novela no se asemeja en nada a sus anteriores si solo menciono a La escala de los mapas. Quizá quiso vender y eso no está del todo mal.

Martina y su comando unipersonal: Ella, Martina, es como un vaso que se ha roto y eso que solo tiene 16 años. Solamente con mirar la depresión en que se ha sumido su padre, ella tendría suficientes razones para entristecerse, junto a él y a sus días patéticos de quedarse en la cama sin ánimo para contestar el teléfono que está a 10 centímetros de su nariz. “Se empiezan las cosas y se acaban. No vale todo. No siempre se puede volver a empezar. No todo lo que se rompe puede arreglarse. Y a veces cuando arreglas algo rompes otra cosa sin querer. Te la juegas y apuestas por alguien, y si te falla no cambias la apuesta a mitad de la partida. Te hundes con él. Llegas hasta el fondo“. Que su padre esté triste no le importa, pero que se muera el padre de su amiga Vera, sí, ese padre que una vez le secó sus lágrimas y le convenció de que la música de Still and Nash sí tiene que decirle algo a alguien que nació en los noventa. “Lo malo no es morirse, sino que ya no tienes nunca otra oportunidad. Y cuesta entenderlo. Un universo de miles de millones de años y a las personas nos toca una parte enana“.

¿De qué va ese comando unipersonal? Es muy simple, ella está pidiendo a alguien que pueda proporcionar a la sociedad un centro okupado para adolescentes, donde puedan ir a conversar, jugar o ver videos, o leer, o escribir, fuera de sus casas. Gimme Danger, de Iggy Pop, es su arma. La idea es entrar ilícitamente a una radio y pedir que pongan esa canción a todo volumen, de alguna forma eso afectará a quienes lo estén escuchando, y si no quisieran hacerlo, amenazaría con matarse.

El vacío se siente y se dibuja como una figura geométrica cóncava volátil que a veces se dobla a la inversa. Y no sé qué más pudo haber sucedido con esta Martina, pero busca. Siempre es mejor buscar antes que no hacer nada.
Sí, es mejor buscar y con el volumen de música alto.

-----------------------------
Martina a Adrián:
“Yo al principio pensaba que la vida era una de esas fiestas con piscina donde todo el mundo se baña desnudo pero alguien se queda vestido, o sea, yo…
Porque al final los recuerdos hasta parece que te los imaginas, se ponen borrosos y algunos se pierden…
Cuando lees, alguien está contigo contándote cosas. Y si ese alguien tiene actitud, o por lo menos intenta tenerla, le escuchas. No necesito que me cuenten cosas de ningún otro mundo. Nacer, morirse, la rabia, las cosas buenas, las putadas de este mundo son suficientes…
Lo que no entiende la gente es que el rock no se elige, ni tampoco se elige entre quemarse y desaparecer
¿Cómo puede ser que alguien tenga 16 años y no le hayan ocurrido grandes desgracias ni nada especialmente malo y, sin embargo, no haya nada en sus sueños?…”.

No hay comentarios: