domingo, 28 de septiembre de 2008

Jaguares: una ceremonia pasional

Como cambia la piel/, transforma los espacios, la ideas/ destruye la estructura y la memoria/ se vuelve una bestia incontrolable /ausente de destinos victimistas…Con ‘Alquimista’ de su último disco, 45, la banda de rock mexicano Jaguares arrancó con su ceremonia ante más de 3500 almas en el Ágora de la Casa de la Cultura, en Quito, la noche del jueves.
El “sacerdote”, Saúl Hernández, trasmitió en dos horas aquella pasión indeleble que lo ha acompañado desde sus primeros años en Caifanes, en un ritual en el que el público coreó el repertorio, que se inició con las canciones de 45, para continuar con El Equilibrio del Jaguar, Cuando la sangre galopa, Bajo el azul de tu misterio, Crónicas de un laberinto y que finalizó con los temas legendarios de Caifanes.
El ritual, como han sido calificados los conciertos de Jaguares en distintos países, convocó a una audiencia heterogénea que supo captar el feeling espiritual de la energía del grupo cuyo nombre fue tomado de un sueño de Hernández en el que se veía tocando en el hocico de un jaguar. Y es que este representa un nagual de poder de la cultura maya.
“El disco se llama 45 porque hay 45 millones de pobres en México”, afirmó Hernández, así como “para salir de este dolor es necesario tu riesgo”. Cada palabra del músico caló hondo en quienes acudieron al recital. Era la primera vez que pudieron ver en vivo a Saúl, para corroborar que luego de su enfermedad en la garganta, su “gurú” aún conserva la virtuosidad de su voz aunque con mucho esfuerzo. Pero nada empañó la pasión a flor de piel que dio a luz este encuentro de “rock arqueológico”, ni siquiera las fallas en el sonido sumadas a la mala acústica del recinto, el que faltó poco para llenarse. Hubo algo más importante en el performance casi “religioso”, la comunión con los dioses a través de la música de Jaguares. Y de esto dio cuenta el propio Hernández: “Después de cada ritual se hace un sacrificio, ahora está su corazón en este escenario…”, expresó.
Con la bandera del Ecuador y junto al guitarrista César “El Vampiro López”, el bajista Marco Rentería y el baterista Alfonso André, Hernández saludó a las ciudades del país: Cuenca, Guayaquil, Ambato, Latacunga, entregándose de alguna forma a la historia latinoamericana que une al Ecuador con México. Y mucho sentimiento se evidenció en la audiencia al apoderarse ella de la música de Jaguares a través de las líricas de amor de ‘La célula que explota’ o aquellas en la que está implícita la búsqueda de la libertad como ‘Nubes’. “Esta canción debió haber nacido aquí, en las nubes de Quito”, dijo Saúl.
Los ánimos de los presentes se caldearon aun más cuando, luego de despedirse, la banda regresó al escenario para poner sobre el tapete los éxitos de Caifanes. Todos corearon aquellas “rolas” cortavenas que solo un “sacerdote” como Hernández logró escribir en la historia del rock latinoamericano. El ritual finalizó con un sentimiento de alegría mediante ‘La negra Tomasa’ con la que miles de fans bailaron. Esto fue Jaguares, pasión pura.


Saúl Hernández y mi persona

Opiniones del público

“Impresionante el concierto. Realmente fue un ritual en el que destaco la profundidad de sus letras y el trabajo que hace Jaguares. Es uno de los mejores que he visto”, aseguró Carolina Páez, de 27 años.
“Excelente recital, a pesar de las fallas técnicas de sonido y de la voz que de Hernández que al final tuvo problemas. Sin embargo lo principal es la furia con la que tocaron”, aseveró Andrés Vásquez, de 31 años.
“Jaguares me gusta desde que soy pelada, soñaba con que este grupo venga algún día al país. No importa que para Saúl haya pasado ya mucho tiempo y se le nota, no obstante puede cantar todavía con mucha pasión”, afirmó Andrea Utreras, de 26 años.
(Nota completa. Publicado en Diario HOY el 27 de septiembre de 2008)

1 comentario:

Kléver Vásquez dijo...

interesante y oscuro tu blog. Si te interesan las manifestaciones urbanas puedes chequear los eventos de arte urbano al zur-ich que se realizan todos los años al sur de Quito.