martes, 27 de marzo de 2007

Nací para robar rosas de las avenidas de la muerte...


Hace un par de años tuve la oportunidad de ver la cinta Barfly, la película que caricaturiza al “alcohólico convertido en poeta” el nacido en Alemania y radicado en Los Ángeles Charles Bukowski. La obra cinematográfica data del año 1987 y fue dirigida por el polémico Barbet Schroeder.
No es sorprendente -y por eso recurrí a la palabra polémico- que este director que había ya manipulado la imagen del escritor hacia el estereotipado submundo del alcoholismo, por supuesto sin negar que de hecho se conoce que "Bukowski era más alcohólico que escritor en sí", haya tomado la imagen violenta de Colombia para dibujar un cómic melodramático acerca del sicariato en Medellín.
Pero necesario es destacar la actuación de Mickey Rourke (siempre en caracteres escandalosos con la continua racha de alcohol y drogas) cuya fuerza elabora un Bukowski increíblemente enfermo -hasta qué punto lo sería no lo sabemos- pero que cala hasta los huesos en la profundidad de un paupérrimo infernal y talentoso.
Es conveniente, además, traer a colación a Faye Dunaway, una de las musas del protagonista, Wanda Wilcox, a quien otrora se la vio encarnando a Bonnie en la legendaria Bonnie And Clyde, su papel de bella e ingenua criminal. La Dunaway, desde Chinatown, Barfly hasta Gia es una actriz versátil encarnada en una diversidad de personajes, aunque adaptada a la imagen clásica de un carácter que no podría competir ni de cerca con Bukowski; se percibe un shock disonante de estos dos personajes en cada escena compartida.
Barfly no impacta precisamente por el objetivo que se había planteado la película: mostrar un fragmento de la vida de Bukowski sino por el conjunto de elementos desquiciados que a su director se los ha olvidado manejar con sutileza como el alcoholismo, no solo del protagonista, si no de los demás seres que lo rodean, como si la vida del artista se hubiera desarrollado exclusivamente en una cantina, y como si en esos lugares solamente se observaran a seres marginados como mendigos, drogadictos, lesbianas o prostitutas. ¡No se hable más!, que en la Virgen de los sicarios sigue siendo recurrente el estereotipo y el personaje plano.

perro
un solo perro caminando solitario
sobre una acera caliente del verano
parece tener el poder de diez mil dioses
¿por qué es así?
Deseaba mi persona destacar a Bukowski por encima de un papel con esencia burda y lleno de lugares comunes para detener la relación estrecha entre Rourke y Bukowski (en la vida real la gente pensaría que se trata de la misma persona). Admiro a Mickey Rourke pero no es el tipo de actor que estoy buscando analizar.

A Bukowski hay que sacarlo del basurero que se le ha creado alrededor de su fétido y manchado rostro y de su cuerpo porcino y derruido como un perro viejo. Mientras con más basura y excremento se le adorne a un ser que tuvo un alto perfil en las artes o en cualquier labor que haya dedicado en mente y cuerpo, pues constituirá el salvaje punto de atención; ya de por sí Bukowski con su bohemia y sus letras rompedoras de esquemas clásicos fue el punto negro y con basura, como maquillaje en la cara, causó la polémica al máximo aunque algunos intelectuales no lo hayan leído como tenían que haberlo hecho, pero eso sí criticarlo sin mayores antecedentes, únicamente con el prejuicio de la botella.
Hay que inventar alrededor de ciertas personas para ser polémicas o por lo menos vivir del rumor y de la duda; recientemente en mis atrasadas lecturas y recomendaciones de mis amigos verdaderamente lectores conocí a un escritor neoyorquino, supuestamente violado de niño, convertido en travesti, puto y heroinómano, J.T Leroy, un quizá inventado amigo de Madonna y de Basquiat, y resultaría que no existe, puede que sí puede que no, pero se habla de la invención de este escritor por parte de un pareja de músico fracasados feos y de bajo perfil para que llamara la atención de una audencia interesada por artistas irreverentes; of course, con esa cara y temperamento jamás podrían haber logrado la venta de un libro bajo sus nombres.

A Bukoswki no lo podemos despegar de sus escabrosas historias personales al máximo urbanas y existenciales; es mejor estar rodeado de escoria que sin ella, y con pobreza y todo nunca será tachado de una persona X. Bukoswki es ese contrario al común pero demasiado común para una de sus aventuras en el underground estadounidense. Unos cuantos lo aprecian por decadente más allá de su vida de escritor dotado de expresiones de sentimientos bajos y antimoralistas. De todos modos la vida de un artista es inherente a su existencia real, rodeado de flores o rodeado de espinas hay mucha sangre en sus letras.

Culminación del dolor

Oigo incluso cómo ríen
las montañas
arriba y abajo de sus azules laderas
y abajo en el agua
los peces lloran
y toda el agua
son sus lágrimas.
Oigo el agua
las noches que consumo bebiendo
y la tristeza se hace tan grande
que la oigo en mi reloj
se vuelve perillas en la cómoda,
se vuelve papel sobre el suelo,
se vuelve calzador, ticket de la lavandería,
se vuelve humo de cigarrillo
escalando un templo de oscuras enredaderas...Poco importa
poco amor
o poca vida
no es tan malo.
Lo que cuenta
es observar las paredes
yo nací para eso.
Nací para robar rosas de las avenidas de la muerte

Bukowski es un sketche del vanguardista Henry Miller, en el siglo XX; es una rata de alcantarilla repudiada por los demás intelectuales. Aparte de beber escribía, dirán muchos y muchas, y quizá también leía y tenía largas sesiones de sexo con mujeres que lograban digerir su panza, aliento, barba y el olor a un alto grado de alcohol de 72 años, como él mismo lo habría dicho.
El dibuja desde su punto de vista neosimbolista una supuesta realidad que existe que otros la viven, una realidad circense para el lector estadounidense de clase media pero que estigmatizará y creará el molde perfecto al artista marginal que ha logrado trascender hacia la cúpula de creadores, esa élite fascistoide que también repudió al pintor Jean Michel Basquiat, muerto de sobredosis a las 27 años, a pesar de haber sido recibido en la élite a fuerza de talento, nunca logró adentrarse en una vida fuera de la calle. Con este urban style se han forjado grandes artistas no encasillables en la élite intelectual de la Nueva York ochentera, llena de droga pero demasiado fashion para un gato callejero.

Basquiat también fue llevado al cine. Por Julian Schnabel, el mismo que retrató años más tarde al cubano Fernando Arenas. Quizá es más sutil el dibujo en blanco y negro de Basquiat en esta cinta, el afroamericano neoyorquino que impactó por el inicio del grafiti en sectores aledaños al SOHO y el metro de Nueva York. Basquiat fue un cachorro de Warhol, sensible y heroinómano. Este filme trasmite naturalmente la sensibilidad del pintor aunque no alejado, nuevamente, del mundo de las drogas y de la bohemia, elementos que nunca faltan en un filme que gira en torno a un artista.
Enredado en cientos de historias de humor negro en La Máquina de follar, recuerdo a Bukowski como un buscavidas que escribía a manera de escape psiquiátrico para un ser con un temperamento maníaco cuya ninfomanía era el sostén para no morir. Esa es una de los mejores obra autobiográficas por lo perfectamente provocadora que resulta. Bukowski llega además a ser parte de las lecturas en la etapa de un lector influenciado por la literatura de los sentidos y la belleza de la decadencia que fue traducida desde la aparición de los poetas malditos.

Yo defiendo a Bukowski.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Defender a Bukowski esta bien, pero por que. Acaso por las buenas costumbres tan estereotipadas en la marginalidad. Las historias urbanas dejaron de existir, hay que vivirlas, meterse en esas casas dieciochescas de la Larrea donde todo es aire fresco, cigarrillo licor, algo de heroina y mujeres desnudas danzando con un ritmo tropical, moviendo sus caderas hasta que algun borracho se lanza encima para buscar un pedazo de su muslo y luego el botellazo en la cabeza. Por que alguna noche te desnudas y bailas con las cortinas abiertas como Nadja.

Paola Calahorrano dijo...

De acuerdo con que hay que vivirlas, Diego, pero escribirlas también!!!! y sí mejor sentirlas en el movimiento corporal con las cortinas abiertas, humo y pelo largo...

nahuel dijo...

excelente, sus relatos y poesias. excelente artista! grande buk!