Todos los jueves, a las 21:00, Discovery Channel presenta su espacio Clarividentes. Resulta increíble, sobre todo para los escépticos, el hecho de que una extraña dama -generalmente gorda o rellena, de ojos profundos, algunas veces rubia, con las uñas pintadas de rojo (no, no quiero describir a la estereotipada señora que a algunos de nosotros nos ha leído el Tarot)- dé las pistas definitivas a detectives forenses con lustros de años de experiencia para resolver casos famosos de asesinatos en serie.
Es conocido que en los Estados Unidos, con la avanzada tecnología con que cuenta la ciencia forense, se resuelvan los más inverosímiles hechos delictivos y criminológicos de la historia del mundo, ¡qué ironía para este país que resulte ser uno de los países con más alto índice de asesinatos a escala mundial! y que no le quede de otra que invertir en plata y persona para remediar el sufrimiento de una sociedad consumista, industrializada y violenta. Dicen que Los Ángeles es la sociedad más violenta del mundo, todos lo hemos escuchado alguna vez, al igual que Medellín, Johanesburgo, Sao Paulo, y hasta Guayaquil..¿Guayaquil?
En fin, recuerdo a los Estados Unidos de American Psycho y también a Colorado de Columbine, con los homicidios chic y dos adolescentes bipolares que desean vengarse y consumar en un crimen horrendo tanta desesperación que solo podría venir de una “cloaca social”. El primero, cómo hacer del asesinato una sinfonía y el segundo, cómo llenar de terror psicológico a una sociedad alimentada de hamburguesa.
Ahí es cuando entra "Pogo", un “hombre tranquilo”, an american man, que hacía las veces de payaso en fiestas infantiles en uno de los suburbios “de ensueño” del estado de Illinois. "Pogo", el payaso. Su nombre, John Wayne Gacy, que no se confunda en función de herir el nacionalismo gringo con el nombre del legendario cowboy John Wayne. Otra de las tantas ironías. El primero, un despreciable ser humano “digno de morir”, y además a fagget, en el país del norte y el segundo, considerado “uno de los más grandes actores que haya conocido el séptimo arte nunca jamás”.
John Wayne Gacy representó a finales de los años setenta uno de los más grandes misterios sin resolver. Aunque "Pogo" es casi tan famoso como Charles Manson, Richard Ramírez o Ted Bundy, casi nadie está al tanto de que solamente fue una vidente la que ayudó a resolver sus crímenes a través de la búsqueda de un jovencito desaparecido cuya madre se vio obligada a acudir a “una bruja” ya que la Policía no daba en la teclilla final que devele el caso. Robert Priest se llamaba el quinceañero y trabajaba en una tienda de revelado de fotografías.
Sucio el payasito ¿no? porque Bob no era la única víctima; al clownie le gustaban los muchachitos bien parecidos, no solo por las escenas placenteras de sodomía con las que fantaseaba en su mente, sino porque precisamente ese placer les arrancaría su tierna vida para luego ser enterrada en algún lugar secreto de su propia residencia, el cálido hogar de Wayne Gacy (especifico “Wayne Gacy”).
John Wayne Gacy, nacido el 17 de marzo de 1942, asesinó al menos a 36 hombres jóvenes antes de ser apresado, era casado, tenía dos hijos y ya contaba con un historial de acoso sexual a muchachitos a partir de 1968.
Debido a que los adolescentes tienen la oportunidad de trabajar en los Estados Unidos, al menos el tiempo que les queda libre luego del colegio o en el verano, Robert obtenía unos cuantos dólares para sus “caprichitos” laborando en un estudio fotográfico. Una tarde llegó a esta tienda John Wayne Gacy, con unos rollos de fotos que quería que le revelasen, tal vez ya perseguía a Bob y pretendió ser un cliente o quizá solo vio a Robert en ese momento y deseó matarlo. Lo que se sabe es que le ofreció -lo que sería la carnada para enganchar a sus víctimas- un trabajo con mejor remuneración.
El chico trabajaba en la tienda con NN, una joven pelirroja y muy amigable, a quien Robert, horas antes de partir, le prestó su chompa térmica amarilla para apaciguar el frío invernal de la temporada. En su bolsillo, NN había colocado el tiquete de entrega de las fotos que Wayne Gazy había ido a revelar a la tienda. Minutos antes de salir a la residencia de “Pogo”, NN devolvió la chompa a Bob, y con ella, el tiquete en su bolsillo. La madre de Robert Priest había ido a recoger a su hijo del trabajo, solo alcanzó a conversar con él unos pocos segundos ya que él voló a la casa de John Wayne en busca de una labor con mejor sueldo; prometió que regresaría en quince minutos. Jamás volvió. Corría el invierno de 1978.
La odisea de la búsqueda de Robert empieza en ese momento. La Policía decide interrogar a Wayne Gacy, al sospechar que el quizá es el responsable de la desaparición de este joven, sin plantearse siquiera la posibilidad de que se enfrentaban a uno de los asesinos en serie más famosos de la historia de los Estados Unidos. A pesar de que al inicio "Pogo" afirma que en efecto se entrevistó con Robert, pero que el chico luego se fue, la Policía encuentra algunos elementos inusuales en su casa: un anillo de graduación (que pertenecía a otro adolescente) y ropa que no era del criminal, estos son el punto de partida de la investigación de la Policía; pero sin evidencias acerca de Bob no se puede hacer absolutamente nada más.
Desesperada, la madre de Robert decide llamar a la vidente Carol Broman, quien afirma que él no es la única víctima de los horrores de Wayne Gacy. Por consejos de ella, excavan el subsuelo de la casa del criminal, de donde extraen 28 cadáveres de jovencitos asesinados brutalmente, con su ropa interior atorada en la garganta. El cuerpo de Bob no era el de ninguno de ellos. Los detectives dan con la chompa amarilla de Robert, escondida en la pared, y en ella, el tiquete de entrega. ¿Qué le hizo el payaso a Bob? ¿Dónde está su cuerpo?
La bruja Broman decide retirarse del caso aduciendo que tanto horror la hace daño, pero que el cuerpo de Bob está en un lugar muy lejano cerca a un sector industrial. Otra clarividente a la que contratan, Dorothy Allison, expresa únicamente que lo hallarán el 8 de abril de 1979.
El 8 de abril de 1979 se realiza el levantamiento del cuerpo de un joven en un pueblo pequeño del estado de Illinois, cerca de Chicago, y la Policía es comunicada. Efectivamente se trata del cadáver de Robert Priest, que gracias a las inclemencias del frío logró conservarse a la intemperie en perfectas condiciones. Así se resuelve el caso de Bob y se cierra con el último homicidio cometido por Wayne Gacy.
¿Cómo se explica que una vidente sepa, sin mayores detalles de los antecedentes a los asesinatos, cómo asesinaron y en dónde se encuentra el cuerpo de algunas víctimas? ¿Cómo una persona puede llegar a experimentar en carne propia el dolor que tuvieron las víctimas antes y durante el homicidio? Aunque no se pueden explicar a ciencia cierta, y no me quiero meter en el campo de la parapsicología, las revelaciones que posee una vidente o una médium, lo cierto es que cientos de casos han sido resueltos por ellas. Digo “ellas” porque todas son mujeres.
Clarividentes, un espacio semanal interesante, nos brinda siempre nuevos casos resueltos por médiums que siempre, lo puedo asegurar, dejan boquiabierto al espectador, quien no podrá creer totalmente cómo una herramienta, casi de ficción, realmente concluye los casos. Los detectives se ven forzados a acudir a médiums al no poder llegar a resolver las situaciones por la oscuridad y la falta de evidencias que presenta cada una. ¡Y claro que da resultado! Ahí tenemos el caso del asesino payaso.
John Wayne Gacy fue condenado a muerte por inyección letal en la penitenciaría de Stateville, Ohio. Tardó 27 minutos en morir y la última frase que dijo, a un guardia, fue: You can kiss my ass!, vaya payaso, qué humor.
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