miércoles, 9 de mayo de 2007

MMM


Mati, Mati, Mati, MMM. Manech aMa a Matilde. MMM, tres letras en la mesa de un locutorio en alguna estación de París o en un árbol en un campo de guerra donde quedó grabado para siempre el recuerdo de Manech (en Un long Dimanche de fiancailles, traducida como Un largo domingo de noviazgo, de Jean Pierre Jeunet). Si está vivo o muerto es lo de menos, las campanas de la iglesia ya resonaron en un pueblo de la campiña gala y Mati ha volado como un albatros en torno a sus parajes amatorios aunque la polio haya acabado con la posibilidad de volver a caminar como un ser humano normal.

Un ser mitológico, eso es Matilde. Campesina francesa, hija única, pasteles de manzana y miel, leche y crema en la mesa, Garbanzo (su perro) y el ronroneo de un gato romano. Esa es su vida. Una vida tranquila empañada por la idea de una guerra cercana, estudiar, esperar noticias e ir al faro o al campanario de la iglesia. No hay hermanos ni amigos, solo Manech, desde la infancia, pero Manech se ha ido a la guerra y lo han dado por muerto.

Matilde, pata de palo, suerte de Frida, continua sintiendo el corazón de Manech en su mano. Así, con la imagen de una veinteañera con sombrero de ala ancha 1920, se convence de que M sigue vivo en algún lugar. En medio de una ardua búsqueda fluye una infinita cantidad de recuerdos que el amor puede proporcionar a lo largo de la vida. Es cursi, pero a la vez real.

Inaudito sería encontrarlo, cual aguja en un pajar, como inverosímil resulta creer a Matilde, convencida de que Manech sigue vivo. Así, en cuerpo y alma emprende una búsqueda, absurda quizá, del espejismo que durante años pasa a ser la razón de su total existencia. Eso es fuerte y logra arrancar lágrimas.

Magistral la actuación de Audrey Tautou, a quien el mundo entero conoce por la originalidad de Amélie, del mismo director francés, sin dejar de la lado su dulzura, frescura y perseverancia como el personaje principal de cualquier obra, que lucha por conseguir un objetivo y en cuyo emprendimiento pone toda su constancia y energía. Solo que esta vez será Manech el objetivo.

Matilde queda coja, secuela de la polio. Continúa siendo parte de una fábula, el rasgo característico de los personajes de Jeunet. Como un grito de auxilio toca la tuba y esto me recuerda varias veces que Matilde, de todas formas, está sola con su dolor y enfermedad. Y quedará sola para siempre.

Como Oto y Ana, la semejanza capicúa, en Los Amantes del Círculo Polar, MMM es la tríada clave recurrente en los flashbacks de este bien logrado largometraje que acude de nuevo al tema de la memoria para poner sobre el tapete el amor, en todo un universo-oxímoron que se compenetra a la perfección con el contexto de guerra que se vive en la trama. El amor es el pretexto para que los soldados permanezcan vivos. La memoria es lo que precisamente sobrevive en la mente de Matilde, lo que muere para siempre en el cerebro de Manech. Entre el amor y el olvido, un sentimiento permanece latente en la memoria de la humanidad, en las cartas que recibe Matilde al buscar a Manech y en el universo de posibilidades que ella involucra con la vida o la muerte de su amado: ¿Si Garbanzo entra antes de la persona que golpeó la puerta de su cuarto, será que Manech aún está vivo? ¿Si entra el cobrador del tren a la cabina antes de que ella cuente siete, será que Manech ha muerto? Es la aprehensión de la intiución en un rasgo desarrollado de sensibilidad como para continuar sintiendo que el corazón de la persona amada late en algún lugar del mundo.

Aun así, aunque Manech aparezca, quizá es peor que él se haya quedado sin memoria a que haya muerto. La memoria es la facultad psíquica para retener los recuerdos, los que nos enlazan hacia una persona y, sin ellos, Manech ya no tiene razón de ser junto a Matilde. ¿Por qué lloras? le pregunta como si fuera la primera vez que la ve. Sí, es la primera vez que este Manech amnésico ve a la mujer que fue su gran amor, pero que ahora ya no lo es, fue borrada, impresionantemente borrada como una consecuencia de la guerra. La posibilidad de volverse a amar queda aunque sin aquella figura impresa en la niñez MMM.

2 comentarios:

Historias del Ojo / 眼睛的故事 dijo...

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