viernes, 15 de julio de 2011

Del amor como drama perecedero: sobre La Aventura Amorosa y sus personajes, de Abdón Ubidia

Lou Andreas-Salomé

(Es necesario explicar que el autor usa mayúsculas para referirse a los personajes e involucrados en la Aventura Amorosa con el fin de presentarlos al lector como personajes de un drama, similar al griego, porque el hecho amoroso es una historia dramática cuyos protagonistas representan un rol en el teatro de la vida. Lou fue una amante de artistas e intelectuales en la Europa de inicios del siglo XX, de origen ruso)

El arte es el lenguaje del dolor”, cita el escritor ecuatoriano Abdón Ubidia al filósofo alemán Teodoro Adorno, en su última obra, un ensayo literario acerca del amor y de éste como tema de grandes obras artísticas, no para referirse al éxtasis que causa sino al dolor inevitable que siente el humano cuando el amor acaba. La literatura es el fiel reflejo de los sentimientos y la psicología del humano en todas las épocas y un exorcismo del dolor. Ergo, en esta obra de dos partes se reflexiona sobre la literatura y la vida, porque -para Ubidia- la literatura es vida humana y el testimonio literario es la base de lo humano, no desde una arista racional sino emocional, ya que implica la emoción del escritor y del lector. La vida humana se entiende mediante la literatura, asegura Ubidia, refiriéndose a ella como “la más alta forma de la comunicación humana”. Uno de los grandes referentes de la literatura es la Aventura Amorosa en su pasión o la pérdida del ser amado, y enfatiza su fase trágica, es decir la fase dolorosa.

La Aventura Amorosa y sus personajes constituye una visión romántica ilustrada con las grandes historias de amor de la literatura, a la par que pesimista, acerca del amor. “Solo en la literatura puede buscarse el sentido posible de la vida humana”, arguye el escritor quiteño, por eso recurrió a El Quijote, Madame Bovary, Rojo y negro, Justine... para ilustrar grandes pasiones, en el mundo de la ficción, pero que a la larga reflejan la naturaleza humana. Y parte de ésta es que ineludiblemente el amor tiene que acabarse, como todo: una de las cosas que el ser humano, por convención social y cultural, aún se niega a aceptar, además del dolor, relacionado especialmente con la caída del yo, fragmentado al perder a “su otro yo”, si se quiere una explicación psicológica a la que se refiere el escritor.

Ubidia explica en su ensayo literario que la Aventura Amorosa es en donde radica “el devenir y la contingencia del ser humano”, y tiene fases y se acaba. El biólogo Jacques Monod, narra Ubidia, había dicho que todos los humanos aprenden a amar, sometidos a modelos históricos y culturales. Amar es una necesidad inherente al ser humano, incluso en la soledad éste se inventa o fantasea con alguien a quien amar. La Aventura Amorosa, no el matrimonio ni la relación establecida, quiere romper la norma porque “el sexo es espacio de libertad humana”, el erotismo nació cuando el sexo se hizo imaginario...El orgasmo es quizá, desde la perspectiva de Ubidia, la vida eterna apresada en un segundo. Y los autores, poetas, han querido captar ese instante corto de la cópula. La Aventura Amorosa está ligada a una relación fugaz, sea amantazgo o una relación pasional en sus primeros estadios, pero se acaba con la separación, la muerte o el matrimonio (en donde la pasión estaría sujeta a convertirse en cariño).

El debilitamiento del amor conyugal se da porque es un código social forzado, que se ha modificado: la familia tradicional ya no existe pero el amor extraconyugal subsiste, quizá por la fugacidad del tiempo en el que se vive ahora, el que las instituciones tiendan a fragmentarse y las infinitas posibilidades de relacionarse con otro a través de todo medio. Ubidia manifiesta que la Aventura Amorosa une lo profundo y superficial. La Pasión y el Matrimonio son profundos, pero su comienzo es superficial; siempre hay deseo de lo otro y miedo de perder lo nuestro. Manifiesta, a través de las palabras de Denis de Rougemont, que el amor y el matrimonio no son compatibles. La pasión solo se da en el límite y el peligro del fin o fuera del matrimonio, el amor del matrimonio es “cuerdo” y la pasión es “loca”, y tiene que acabarse. Si bien es cierto, hay matrimonios ciertos, pero hay muchos falsos. Duran menos, tal vez porque el patriarcado ha perdido valor en Occidente.

Los personajes de la Aventura Amorosa son Amante, Amado (a) idealizado, Engañado, Rival, Confidente, Alcahuete, Coro Social y Sustituto. Son personajes profundamente humanos que no siempre interpretan el mismo rol. El Amante asedia al Amado y quiere ser Amado también. Como Humbert Humbert, el Amante de la novela Lolita, de Nabokov, será siempre un cazador, o también inventa a su amada, como lo hizo Don Quijote. Un caso particular del Amante es Don Juan en distintos momentos históricos y lugares, al igual que Giacomo Casanova, que no está emparentado con la muerte como el primero. Ejemplos del Don Juan americano son el playboy, Hugh Hefner, y varios actores de Hollywood como Clark Gable, Warren Beatty, y mujeres también como Marilyn Monroe y Brigitte Bardot.

La separación y el fin

La traición es el final atroz de toda relación. “Yo te seguiré con negros fuegos, y cuando la fría muerte me haya desprendido el alma…, sombra terrible, me verás siempre a tu lado. Expiarás tu crimen, traidor, dice Dido, recuperada por Virgilio en la Roma de Augusto”…El Amado es un sujeto pero puede volverse "objeto" del Amante y tiene poder sobre éste, aunque el Amante lo haya creado, pero para Ubidia cuando el deseo se transforma en cariño la pasión muere, y ese es el despertar a la realidad, como el despertar del Quijote, o la muerte en las novelas, que es además simbólica, como cuando desaparece la amada y la ausencia requiere un duelo. “Pues la muerte no necesita ser física sino también simbólica. Lo dice bien Igor Caruso, en La separación de los amantes. Toda separación amorosa es muerte. Dado que los muertos están condenados al silencio eterno, la única experiencia equivalente que padecemos los vivos es la de la separación amorosa. El Amante toma conciencia de que muere en el Amado y el Amado muere con él. Con duelo incluido. Y con vehementes reclamos por renacimientos y reencarnaciones aunque sean bajo la forma de un Sustituto o, en las historias fantásticas u obsesivas, de un fantasma. Porque el fin -o su amenaza- es el momento más intenso del amor”, argumenta Ubidia.

El Engañado no ofrece ni pasión ni Aventura al amado infiel, es el excluido entre Amado y Amante, es la figura que marca los límites de la Aventura Amorosa y en su corazón reina dolor. El cornudo es el Engañado público, de quien habla el Coro Social. Cuando el Amante pasa a ser Engañado se marca el final.

El Rival es el riesgo del Amante y le recuerda que no tiene asegurada la posesión de la Amada. Mediante el Confidente, la Aventura trascenderá, será historia, y es confidente de Amado, Amante y Engañado, como Sancho en El Quijote, el príncipe Korasoff en Rojo y negro, podría ser mediador entre la Norma y sus incumplimientos o psicólogo. El Alcahuete o alcahueta tiene un rol perverso por dinero y quizá desamor, un ejemplo es La Celestina, aunque es una figura arquetípica que trasciende tiempos y culturas. El Coro Social tiene un rol de vigilante, un corifeo que censura, calumnia, descubre, hace de la Aventura un espectáculo. El Sustituto, según Igor Caruso, es “la huida hacia adelante” luego del final de una Aventura.

¿Por qué el amor termina?

Helen Fisher, antropóloga, asegura que el amor dura entre 18 meses y tres años, y esto explica el porqué de la fatiga conyugal. Pero los finales se prolongan por el miedo al vacío. “Perder algo de lo propio y lo adquirido afecta al yo, lo disminuye y desequilibra”. Es la hora del duelo, narra Ubidia, con la cicatriz de la caída del yo.

El amor con los avatares del tiempo, con sus protagonistas contemporáneos, ha cambiado. Pero la aventura Amorosa será siempre la misma. “El amor y el deseo se han vuelto rápidos e inconstantes. Y los moteles funcionan mejor durante el día”, reza el ensayo.

El principio de realidad y el romántico tienden a confundirse, por eso lo efímero, platónico y fragmentario de hoy. “No hay discurso más sinóptico y embrujado que el amoroso y su correlato literario. Lo han dicho desde Ovidio en El arte de amar hasta Ortega en Estudios sobre el amor”. El principio romántico se opone al de realidad, embruja, por eso “todo amor es un amor brujo”, igual estamos sujetos a él. El ser humano ni el amor son parecidos a la historias pasionales de la literatura en la actualidad, pero eso no quiere decir que el humano se ha desganchado del deseo de amar y sentirse amado. Quizá ahora es tiempo, no del amor, sino de la Aventura Amorosa, de la pasión, la que finalmente es la que aviva la “llama doble”, pero lo espantoso es saberse engañado por el tiempo, que es el que la mata.



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