miércoles, 20 de junio de 2012

Silencio


He visto al sol diferente, más grande, más brillante, más viejo quizá, porque ha pasado el tiempo. Y con él, cada nuevo cabello que ha crecido varios centímetros y luego se ha caído. Cabellos, junto a millones de partículas de piel en las almohadas y sábanas en las que hemos dormido centenares de veces, solamente rascándonos o durmiendo, pero estando infinitamente vivos. Nadie piensa en eso.  Silencio. El sol está más viejo, sí, y una especie de incipiente nostalgia nos dispara con esos rayos que ahora siento tan raros y distantes, como si éste ya no fuera mi sol, sino el sol de ellos, de los que viven acá. He mudado de sol, a uno que recuerdo en el pasado como más débil, que pasaba ignorado por quienes vivían a mi alrededor, que era blanquecino, púber, con los rasgos con los que siempre lo soñaba. Mi sol, el sol congelado de ahora, es un sol de nubes, no es nada más.

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